en Cristo Jesús.” 1º Tesalonicenses 5:18
“…dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre
de nuestro Señor Jesucristo.” Efesios 5:20
Dios es soberano sobre todo lo que existe. Toda la tierra y todo lo que acontece está debajo de su control; y particularmente sobre sus hijos, Él se ocupa de una manera especial, nada ocurre sin su consentimiento.
“¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados.” Mateo 10:29-30
Es por eso que al Señor le agrada de que demos gracias por todas las cosas en nuestra vida, tanto las buenas como aquellas que no nos agradan. Esto revela un corazón de fe delante del Señor.
Damos gracias por todo porque el Señor es nuestro Padre
y cuida cada detalle de nuestras vidas.
No debe haber nunca en nuestra boca palabras de queja y reclamo, en ningún momento. Las quejas no pueden salir de la misma boca que salen las alabanzas. Si alabamos al Señor cuando estamos reunidos, después tenemos que darle gracias porque el colectivo se está demorando. Esto es lo que agrada al Señor.
Cada nación tiene su idioma que la identifica. La queja es el lenguaje de las personas que no conocen a Dios. Ellos están reclamando todo el día por todo: Se quejan del calor, del frío, de los políticos, de la economía, del trabajo, de la esposa, del marido... en fin, de todo. Es el lenguaje de un reino que no tiene esperanza. No debe ocurrir eso entre los hijos de Dios: Él es nuestro Padre y cuida de cada detalle de nuestras vidas.
Cuando nos quejamos de algo, la realidad es que al que estamos reclamando es a Dios mismo, porque todas las cosas vienen de Él.
Nuestra alegría no depende de las circunstancias
o de que todo salga bien.
Como hijos suyos, debemos dar gracias al Señor todo el día, en cada momento. Agradezcamos al levantarnos, al caminar, al comer, al conversar, al acostarnos, por el descanso, por el nuevo día, por su bondad y misericordia, porque podemos hablar con Él, por el mate cocido de la mañana, por la demora del colectivo, por las personas que nos hieren, por el trabajo, por la familia; en fin, por todo lo que somos, por todo lo que tenemos y por todo lo que Dios es.
“Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre.” Salmo 100:4
¡Qué vida de fe, victoria y alegría experimentamos cuando damos gracias al Señor por todo! No hay mejor manera de vivir. Y no hay otra manera que le agrade.
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros
en Cristo Jesús.” 1º Tesalonicenses 5:18
Dar gracias por todo es un mandamiento. El Señor nos capacita para cumplirlo aún cuando no tenemos ganas. Al hacerlo agradamos a Dios, y nuestra fe aumenta.
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