“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.” Colosenses 3:16
La Palabra de Dios no es solamente alimento y fuente de consuelo. Es un recurso fundamental para la formación de un discípulo. Además de la lectura y meditación diaria de las Escrituras, el discípulo necesita un plan de estudio para su formación personal.
La meta del discípulo y la Palabra de Dios.
Todo discípulo tiene una meta: llegar a ser “un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13). La Palabra de Dios es uno de los principales recursos para avanzar en pos de esta meta.
La Palabra de Dios es uno de los principales
recursos para formar nuestra vida.
“...a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría,
a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre...” Colosenses 1:28
“...y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas... Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; porque
no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios.” Hechos 20:20, 26-27
Pablo era muy celoso en enseñar todo el consejo de Dios porque esa era la manera en que aquellos hermanos llegarían a la estatura de la plenitud de Cristo.
El consejo de Dios.
Toda la Escritura es inspirada por Dios y provechosa para nuestra edificación, pero necesitamos tener certeza de cuáles son las enseñanzas esenciales para la formación de un discípulo. De otra manera podríamos quedar desorientados.
En el texto anterior (Hechos 20:20, 26-27), Pablo afirma que en tres años les había anunciado “todo el consejo de Dios” (v. 31). Esto que Pablo llamó “el consejo de Dios” era un paquete definido y claro con toda la enseñanza de Jesús y los apóstoles, que era esencial y fundamental para la formación de aquellos discípulos.
Edificando con metas
“...Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño...” Hebreos 5:12-13
Necesitamos metas claras en la edificación. Sin metas nos desorientamos, nos cansamos, y no avanzamos. Pablo dice que no corría sin meta (1º Corintios 9:26).
El apóstol tenía para los hebreos una meta de edificación
y un tiempo para alcanzarla.
En el texto de la carta a los Hebreos que se menciona anteriormente, el apóstol reclama la lentitud de aquellos hermanos para volverse maestros. Los trata de niños. Se podría decir que el apóstol para ellos tenía en mente:
o Una meta: que llegasen a ser maestros.
o Un tiempo debido para que alcancen esta meta.
El estudio personal de la Palabra
Para que avance en dirección a la meta, cada discípulo debe hacer, junto con su discipulador, un plan para su estudio personal de la Palabra. Este plan debe incluir los asuntos esenciales para su formación. Es necesario también definir un tiempo para completar este trabajo. El discípulo debe ser diligente y celoso en su estudio.
La Palabra en el discipulado
“Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles
que sean idóneos para enseñar también a otros.” 2º Timoteo 2:2
El fluir de la Palabra de Dios debe ser una marca fuerte en las relaciones de discipulado. Que los discípulos sean lavados por la Palabra del Señor cuando estén con sus discipuladores. Que los encuentros no sean apenas para charlar sobre problemas y situaciones. Los discípulos deben tener sed e interés por la Palabra, y los discipuladores deben ser fieles en alimentarlos y transmitirles “todo el consejo de Dios”, sin disminuir ni agregar nada de lo que recibieron.
La Catequesis
La catequesis era una práctica de la Iglesia de Hechos de los apóstoles. Consistía en la repetición oral de la enseñanza, frase por frase.
El término “catequizar” aparece en diversos textos del Nuevo Testamento, traducido como “instruir” (Lucas 1:4; Hechos 18:25; Romanos 2:18; 1º Corintios 14:19; Gálatas 6:6). La enseñanza por medio de la repetición es muy importante, y muy eficaz (Deuteronomio 6:6).
Es necesario tener humildad para valorar
y practicar la catequesis.
Cada discípulo debe tener la meta de ser alguien “catequizado” en todo el consejo de Dios. Un “catequizado” no es alguien que simplemente ya oyó todas las enseñanzas. Es alguien que, por las muchas repeticiones, está listo para disertar sobre cualquiera de ellas. Podemos practicar la catequesis de diferentes maneras:
o Por la repetición oral de la enseñanza de los discipuladores a los discípulos.
o Por la memorización de textos bíblicos y la catequesis de los apuntes.
o Por la repetición oral del resumen de la enseñanza dada en los diversos encuentros.
o Por la lectura repetida de las escrituras, de los apuntes; u oír los audios con las enseñanzas.
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