“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia,y lavados los cuerpos con agua pura…” Hebreos 10:19:22
Desde el principio, cuando Dios creó al hombre, su deseo era relacionarse con él. Pero el pecado separó al hombre de Dios: El Señor ya no podía tener comunión con el hombre pecador. Sin embargo Dios no desistió de su propósito. ¡Aleluya! Él mismo proveyó el único medio para restaurar al hombre y reconciliarlo con Él: Jesucristo. Él es el nuevo, vivo y único camino de acceso a Dios. Esto es posible cuando el hombre se arrepiente, nace de nuevo y es justificado de sus pecados por medio de la sangre de Jesús.
Jesús es el único camino nuevo y vivo
para acercarnos a Dios
Hoy podemos llegar hasta Dios y tener una relación íntima con Él. La verdad es esta: que Dios ya no está más lejos de nosotros.
Algo que es muy importante comprender es que no llegamos a Él porque lo merezcamos, sino por medio de la sangre de Cristo. Jamás intentemos acercarnos a Dios basándonos en las buenas obras que podemos estar realizando. Dios no podría recibirnos de esa manera. Nuestro acceso a Dios no depende de que seamos buenos. Tampoco depende de nuestros sentimientos: sentirnos bien no garantiza el acceso a Dios. Que podamos acercarnos a Dios depende tan solo de la preciosa sangre de Jesucristo. Si estamos viviendo una vida en Cristo, andando en la luz como Él está en la luz, entonces tenemos comunión con Él. Podemos acercarnos a Él con libertad y plena certidumbre de fe, teniendo nuestros corazones purificados de mala conciencia, ¡Aleluya!
¿Qué hacer en la presencia de Dios?
Ningún hombre nos conoce mejor que nuestro Señor, por lo tanto no es necesario buscar alguna manera artificial para hablar con Él. Por el contrario, la única cosa que Él exige es que seamos sinceros, verdaderos. Hebreos 10:22 dice “acerquémonos con corazónsincero”. Él no se agrada de formas exteriores que no manifiestan lo que somos y sentimos en nuestro interior.
“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también
el Padre tales adoradores busca que le adoren…” Juan 4:23
Nuestra relación con Dios debe ser natural. No usemos palabras bonitas que no sean de corazón. Digamos lo que sentimos, declarémosle nuestro amor. Contémosle nuestras tristezas y debilidades. Compartámosle nuestras alegrías, agradeciéndole por todo lo que somos y todo lo que tenemos. Presentémosle nuestras ansiedades, preocupaciones y necesidades. Alabemos su nombre en todo tiempo y declaremos sus maravillas. Confesemos nuestros pecados, y busquemos conocer su voluntad por medio de las Escrituras. En definitiva, crezcamos cada día en la comunión y dependencia total del Señor.
Dios está buscando adoradores
en espíritu y en verdad.
Una de las cosas que puede entorpecer nuestra comunión es cuando no estamos en luz, cuando no hay una buena conciencia. Por eso es necesario, antes de ir a otros aspectos de nuestra cercanía con el Señor, abordar este tema. Quiera el Señor que estemos en plena libertad para relacionarnos con Él.
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