jueves, 18 de abril de 2013

Meditaciones de Ivan Baker.


COPIA A VARIOS COLABORADORES
SIMPLEMENTE PARA MANTENERNOS
COMUNICADOS.                                                    San Bernardo, abril 1987.  
                                                                          (De vacaciones con la familia)   
Muy amado hermano:
Quiero reiterar mi alegría y gratitud al Señor por el tiempo hermoso que pasé contigo y tu familia, en esos ratitos cuando pudimos estar juntos. Me alegra y agradezco también haber podido estar con toda la congregación ese domingo. Como te lo expresé personalmente, añoro tu amistad y apreciaría estar más cerca de ti en el futuro.
            Recordarás que te di un escrito (puño y letra) expresando mi carga en cuanto a algunos aspectos doctrinales y principios que Dios que volqué en mi mensaje a tu congregación. Desde ya, muchas gracias por la libertad que diste y que pude sentir entre ustedes. Fue realmente precioso. Todavía me suena en el oído la campechana recomendación de uno de tus fieles: ¡”déle nomás hasta la media noche”! Fue una fiesta estar entre ustedes.
            Cuando procuré leer el escrito que te envié, yo mismo tenía dificultad para entender algunas partes. Así que aquí va un limpio.

EL MENSAJE DEL DOMINGO.
            Te sintetizo el planteo principal:
            Hay dos clases de creyentes:
            a) Los que solo están para ser salvos, y
            b) Los que saben que su salvación es el medio para darles comunión con Dios, pero que Él les ha salvado para servir.
            Decía también que entre estos últimos también habría dos clases:
            a) Los que sirven al Señor conforme a sus costumbres y tradiciones, y
            b) Los que le sirven conforme a sus principios revelados y escritos en su Palabra.
           
¿CUÁLES SON ESOS PRINCIPIOS?
            Propuse cuatro:
            1. EL PROPÓSITO ETERNO DE DIOS. Destacado como columna vertebral de todo cuánto Dios se propuso hacer a través del hombre.
            2. LA GRAN COMISIÓN. Mateo 28: 18-20. Presentado como blanco de toda la obra redentora de Cristo. A la vez, razón de todo lo que sigue (Hechos en adelante) de toda la doctrina y práctica de los apóstoles y la Iglesia.
            3. EL MODELO. La Iglesia de Jerusalén. El Espíritu Santo siempre nos ilustra lo que Él quiere decir, con ejemplos. Para la construcción del tabernáculo, que era una casa temporal, Dios dio a Moisés tres cosas:
            a) Instrucciones precisas.
            b) Espíritu y sabiduría. Dio hombres que entendiesen las instrucciones; Éxodo 31: 1-6.
            c) Un modelo. “… hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte” (Éxodo 25:40).
            4. EL EJEMPLO DE JESÚS. Que debe ser imitado en nuestra forma de obrar. Literalmente: “Como yo hice con ustedes… ID y HACED DISCÍPULOS…” Para esto mismo los cuatro evangelios se nos presentan como el manual ideal.

MIS COMENTARIOS.
¿Estás de acuerdo con este planteo? Tienes derecho a preguntarme qué significa estar de acuerdo. Te propongo algunos conceptos esperando que después -lógicamente- me des tus comentarios.
1. No es suficiente para uno que sirve al Señor, orar, ayunar, evangelizar, etc. Para ser eficaz en su obra, es indispensable que tenga claridad y actúe de acuerdo con los objetivos, principios y métodos de Dios. Su convencimiento debe venir de Dios. Esto va a requerir oración, estudio de la Palabra y revelación del Espíritu Santo. La obra que debe ejecutar tendrá muchas dificultades y enemigos. Sus convicciones tendrán que ser firmes. No será suficiente entusiasmarse por el convencimiento de otro.
2. Debemos estar dispuestos a enfrentar un “derrumbe” si lo que hemos edificado no concuerda con los principios de Dios. No nos debe extrañar si descubrimos que Dios es ilógico. Más de una vez descubriremos que un “verdadero avance” significa volver atrás. Se ha dicho que “no podemos retener lo que nunca hemos ganado…”
3. Debemos estar dispuestos a actuar con paciencia. No hay atajos. Si hasta aquí hemos equivocado el camino, la única forma de acelerar es poner mejor atención para no volvernos a equivocar.
4. Debemos estar “pegados” a los que entienden mejor, los que están recogiendo el mejor fruto (“por sus frutos los conoceréis…”). Los que avanzan con los planos de Dios, los “peritos”. Ellos deben marcar el sendero. Parece muy espiritual decir que “cada uno debe buscar a Dios para saber como es la cosa”, pero este no es el camino de la luz. Este es el camino que más hemos transitado hasta ahora. Nos condujo a Babilonia: cada uno hace lo que bien le parece.
Pablo no enseñó así a sus discípulos (2ª Timoteo 2:2; Filipenses 4:9).
5. Debemos aprender a no malograr la obra por nuestras pretensiones. Debemos aprender a ubicarnos como “colaboradores” y no como “hacedores” (San Juan 15:1; 1ª Corintios 3: 5-9). ¡Una cosa es poner el huevo debajo de la gallina clueca, y otra es procurar hacer nacer el pollo!
Nuestra parte no es dar sed, dar hambre, convencer o convertir. Nosotros predicamos y por medio de la palabra del evangelio, descubrimos los que están hambrientos y acompañamos la obra que el Espíritu Santo está haciendo en ellos. Hasta donde Él interviene, nosotros podemos intervenir. Nada más. Debemos estar dispuestos a abandonar a todos los que no quieren ir todo el camino con Dios y dedicarnos a los que realmente están dispuestos. Haremos mucho más con una pequeña compañía de verdaderos discípulos que con un “montón de gente” que solo quiere ser entretenida.
Cuando no entendemos bien nuestro rol, estorbamos a Dios. Es muy importante vernos en relación a nuestra función como sacerdotes, reconciliadores, los que relacionan adecuadamente los elementos (el agua viva con el sediento, el hombre con Dios, el nuevo discípulo con la iglesia, el miembro con otro miembro, etc.) para que Dios haga la obra. Es maravilloso el descanso interior y la objetividad que adquirimos si entendemos esto.
Digo otra vez: no seamos pretenciosos; aprendamos a ser verdaderos colaboradores del grande y único “labrador” (San Juan 15:1).
6. No confundamos principios con enseñanza (doctrina). Los principios son cimientos. Debemos distinguir. Podemos caer en el error de predicar los principios como enseñanza para los discípulos, sin que ellos (los principios) hayan corregido y echado cimientos en la obra.

Creo que no solo debemos distinguir en el Logos (la Palabra permanente y eterna) los dos tonos en que se expresa: el kerigma, la proclama; la didaké, doctrina, sino también una tercera forma que toma el Logos: Fundamentos o los Principios de Dios. Es fácil, al leer Romanos 12:1; 1ª Corintios 12; Efesios 4; etc. entender que allí afloran principios, bases fundamentales que establecen los cimientos de la Iglesia.
Es evidente que estos principios conforman la “columna vertebral”, el “armazón” sobre el cual todo queda contenido, orientado, establecido. Son los principios los que establecen lo que debemos hacer y cómo lo debemos hacer.
Por ejemplo:
a) El propósito eterno. Este es el fundamento de los fundamentos. Todo lo que Dios está haciendo en el universo y en la Iglesia emana de aquí. Si Él quiere UNA FAMILIA, de MUCHOS HIJOS, a la SEMEJANZA DE JESÚS, debemos cuidar que todo lo que hacemos para Dios halle su inspiración en estos tres principios.
1. UNIDAD. Esto hace que abandonemos toda idea de unidad del grupo o una denominación y apuntemos seriamente a la unidad de todos los santos en la aldea, pueblo o ciudad, por más grande que sea. No tenemos otra alternativa. Puede considerarse difícil… imposible; pero es el soberano deseo de Dios y debe obedecerse. Entender esto y actuar de acuerdo con este principio es haber entendido a Dios.
Y no cualquier unidad, sino la que está señalada por Cristo y los apóstoles: Efesios 2; San Juan 17:21, etc. ¿Cuánto cuesta? ¿Cuánto tiempo lleva? ¿Lo veremos nosotros? No nos incumbe. Solo debemos obedecer el principio y usar toda la fuerza del Espíritu que está en nosotros para llevarlo a cabo.
2. MUCHOS (CANTIDAD). No existe tal cosa como “pocos… pero buenos.” Si son buenos se multiplicarán. Este principio nos obliga a estudiar en las Escrituras cómo se produce la multiplicación. Comprendemos la enorme capacidad reproductiva de la Iglesia cuando vemos que el Espíritu Santo ha capacitado a cada discípulo con la gracia de la reproducción.
- Es un don común a todos los santos: Efesios 4:12; 1ª Pedro 2:9; 2ª Corintios 5: 18-21; San Juan 15:16; 7: 38-39; Hechos 1:8 con 2:39, etc. En todos estos casos se alude a toda la Iglesia: “los santos”, “los reconciliados”, “nación”, “a cuantos el Señor llamare.” Es el don genérico, el don común que es dado a todos. 
- Claro que se trata de discípulos. Los verdaderos discípulos son los que tienen esta capacidad. Para decirlo en una palabra: es el “grano que ha caído en tierra…” (San Juan 12:24).
3. A LA SEMEJANZA (CALIDAD). Claro, aquí está la clave de todo. Aquí es donde engancha la frase anterior. Razonemos un poco.
¿Cuál es la clave de la unidad? Decimos que cada uno sea conformado a la imagen de Cristo. ¿Hemos pensado lo difícil que sería pretender unir lo que no ha sido formado?
El mandato es pastorear ovejas, no cabras. Y en cuanto a la multiplicación, ¿qué multiplicación podríamos obtener de obreros no formados? La iglesia se transformaría en un hospital lleno de enfermos, lisiados, bebés que nunca crecen. Qué problema. Así de importante es la edificación.
En realidad sabemos que es la UNIDAD DE UNA IGLESIA EDIFICADA A LA IMAGEN DE CRISTO, lo que produce la gran MULTIPLICACIÓN.
Dos cosas: edificación más unidad, hacen la verdadera, maravillosa multiplicación. ¡A esto debemos apuntar!
Ahora, nuestra pregunta sería: Si es tan importante la edificación de cada vida, ¿cómo debe hacerse? DIOS NOS HA DADO TODOS LOS RECURSOS.
1. NOS CAPACITÓ EN EL HOMBRE INTERIOR.
- Nos dio la mente de Cristo (1ª Corintios 2).
- Nos dio la naturaleza de Cristo (2ª Pedro 1).
- Nos dio el Espíritu de Cristo.
- Nos envió con la misma autoridad y misión como Él fue enviado (San Juan 20).
- Nos envió con todo su poder (Mateo 28:18).
- Nos prometió su presencia (Mateo 28:20).
2. NOS DIO DONES (CAPACIDADES).
- A cada uno (1ª Corintios 12)
3. NOS DIO HOMBRES CON MINISTERIOS ESPECIALES.
- Notar que es para esto mismo: Unidad y Estatura de Cristo (Efesios 4: 11-13).
4. CONSTITUYÓ COYUNTURAS.
Esta es la otra parte importantísima del ministerio señalado por Pablo en los versículos 11 al 13 de Efesios 4. Entre tantas cosas flojas y olvidadas, ésta está en el principio de la lista. Es increíble que hayamos pasado por alto un ingrediente tan importante, que es lo que dice Pablo en los versículos 15 y 16. Y él lo menciona tan normal y casualmente, como si fuera lo común en la Iglesia de aquellos tiempos. Pienso que sí, que era común, por eso eran “de un corazón y una alma” y eran tan eficaces en multiplicarse. Evidentemente los apóstoles habían edificado con eficacia las vidas de los primeros discípulos. Una somera lectura del libro de Hechos nos impresiona en cuanto a esto. Creo que aquí está el secreto de una Iglesia poderosa:
Ninguno estaba solo, aislado, sino que cada uno estaba unido, concertado. Es decir que se habían puesto de acuerdo para estimularse, consolarse, enseñarse, exhortarse al amor y a las buenas obras.
Allí estaba el crecimiento, el servicio, el hacer y cuidar discípulos.
La Iglesia primera era una potencia porque era UN CUERPO (no veinte) BIEN CONCERTADO y UNIDO ENTRE SÍ por TODAS LAS COYUNTURAS que se AYUDABAN MUTUAMENTE (el uno al otro) según la ACTIVIDAD PROPIA de CADA MIEMBRO (Según la gracia y la habilidad -dones- que el Espíritu Santo había repartido a cada uno. Este es el más importante lugar para la acción de los dones que fueron repartidos a cada miembro) RECIBE SU CRECIMIENTO (de la Cabeza que es Cristo: “Yo Soy la vid, mi padre es el Labrador...”) PARA IR EDIFICÁNDOSE EN AMOR.
Es notable, este es el único lugar en esta sección donde se menciona “crecimiento”. También es la única mención de “amor”. La mención “crecer en amor” debe tomarse particularmente. Todo lo anterior, la función de los ministerios debe impulsar, principalmente, la función de las coyunturas, que es donde se efectúa el perfeccionamiento de los santos y la EDIFICACIÓN EN AMOR. Es para meditar.
En cuanto al tema de la concertación, ver:
a) Las dos dimensiones que toma la acción mutua: Hebreos 10:24
- Amor
-Servicio (buenas obras)
En esto último está el hacer discípulos.
b) Su funcionamiento: Colosenses 3:16.
c) La gracia indispensable: Colosenses 3: 12-15.
(A la vez, el fruto de esta íntima relación de los miembros).
Esto, creo que nos ayuda a comprender los dones, los recursos y la gracia que Dios ha dado a la Iglesia por medio del Espíritu Santo para que seamos edificados a la imagen de nuestro maravilloso Señor y Salvador Jesucristo. “Aprended de mí, que soy MANSO y HUMILDE DE CORAZÓN…” Siendo ésta la clave de toda otra virtud, de la existencia misma de la Iglesia, de su unidad y de su maravillosa multiplicación.
Espero tus comentarios. Fue hermoso “perder” un par de horas para un amigo a quien quiero de verdad.
 Recibe un fraternal saludo y abrazo en Cristo:
                                                                            Iván. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.