jueves, 18 de julio de 2013

Comunión con Dios - 3. Andar en luz


“Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”
                                             Efesios 5:8

 “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.”
                                                                                                         Juan 3:19-21

  “Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.  Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” 
                                                                                                          1 Juan 1:5-9



Introducción
        El Señor nos ha hablado muchas veces  sobre la pecaminosidad que hay en nuestro corazón. Todo esto nos ha llevado a meditar delante del Señor, y a descubrir nuestra verdadera condición: tenemos pecados, y necesitamos victoria sobre ellos. Cuando descubrimos nuestra real y verdadera condición, podemos tomar alguna de las siguientes reacciones:

1- Esconder nuestra condición.
2- Disfrazarla y  tratarla superficialmente.
3- Confesar y  ponernos en luz.



1-      Esconder el pecado

    Esta es la primera reacción que todo hombre tiene delante del error, del pecado. Y ocurre instintivamente. Fue lo que hicieron algunos de estos personajes:

  • Adán: “tuve miedo y me escondí” (Gen. 3:9-11).
  • Caín: Génesis 4:8-10- se escondió.
  • Acán: Josué 7:1,10-11
  • David: 2 Sam. 11:12
  • Ananías y Safira : también se escondieron.


a)  La pregunta es: ¿escondernos de quién…? ¿De Dios? Sigamos analizando los ejemplos anteriores:

o        Adán:  Dios le dice: “¿Dónde estabas?” ¿Dios no lo estaba viendo? Luego le pregunta quién le había enseñado sobre su desnudez, y  si había comido del fruto. ¿Acaso no lo sabía Dios?
o        Caín:  Dios le pregunta dónde estaba su hermano Abel. También le pregunta qué había hecho. ¿No sabía Dios todo esto?
o        Acán – Josué 7:11 : ¿No sabía Dios quién había tomado botín del anatema y dónde lo había escondido?
o        David: ¿Quién le reveló a Natán lo que había cometido David?
o        Ananías y Safira: ¿Quién le reveló a Pedro lo que ocurría?

   Está claro que Dios sabía todo, y sobre todos.  Pero el Señor estaba aquí introduciendo un principio de sanidad para el hombre: la confesión, el andar en luz, la transparencia. Dios siempre nos da la oportunidad de confesar, antes de que nos descubran.


¿De quién escondemos el pecado? De los hombres, de nuestros semejantes.


   El pecado escondido puede traer daño a:

o        Una persona (David)
o        Una familia (Ananías y Zafira)
o        Una nación (Acán)
o        Una raza (Adán)

b) ¿Cuáles son las consecuencias de esconder el pecado?

o        Sentimiento de culpa
    A esto lo llamamos mala conciencia. Muchos que no limpian su conciencia se vuelven hipócritas, y terminan naufragando en cuanto a la fe. 1 Tim. 1:5,19; 3:9; Prov. 28:13

o        Dolencias físicas
Salmo 31:3; Prov. 3:5-8



C- ¿Cuál es el verdadero motivo para esconder el pecado?
Job 31:33-34

    Desde Adán hasta hoy, la preservación de la imagen es el verdadero motivo para ocultar nuestras faltas y pecados.


Se oculta el pecado para preservar la imagen

2-      Tratar superficialmente el pecado

        Muchos actúan como el hombre que edificó la casa sobre la arena. No profundizan, no van a fondo en el trato con el pecado. A veces se está dispuesto a llegar hasta algún punto de profundidad, pero no con la firme decisión de llegar al fondo del mal.   Aquí están encuadrados los que están dispuestos a poner algunas cosas en la luz, pero quieren mantener otras escondidas.

Algunas actitudes de superficialidad:

 A. Transferencia de culpa
    Esto es muy antiguo. La defensa de Adán y Eva son prueba de ello. Siempre estamos buscando alguien o alguna cosa donde lanzar nuestras culpas (2 Cor. 5:10; Heb. 4:13).

 B. Justificación del pecado
   Damos grandes explicaciones sobre las circunstancias y los factores que influenciaron ¿Qué estamos queriendo hacer? Explicar que el pecado fue casi inevitable (1 Cor. 10:12-13; Heb. 2:14-18; 4:13-16).

 C. Racionalización del pecado
   Freud, el padre del psicoanálisis, sostuvo que el sentimiento de culpa es condicionado por la religión. Decía que si eliminamos la religión, solucionamos la culpa.

   Hoy en día, muchos han eliminado la religión, pero sus conflictos y perturbaciones han aumentado.

 D. Utilización de escapismos
   Muchos buscan distracción. Se llenan de actividades, programas, entretenimientos, para escapar de su conflictiva realidad interior.

 E. Combate de los efectos del pecado con medicamentos
   Se utilizan tranquilizantes. Pero la sanidad viene por el confesar, por el andar en luz. El Espíritu Santo nos da la oportunidad de ajustar nuestras vidas. Las tinieblas son del reino de Satanás. No tengamos nada de él en nosotros.
    


3-      Confesar nuestros  pecados
     (1 Juan 1:5-9; Efesios 5:8-14; Juan 3:19-21)

     Los textos hablan sobre confesar, revelar lo que está oculto, escondido en las sombras.

A. ¿Qué es confesar?
  Andar en la luz es manifestarse, es volverse conocido, es mostrarse como uno es. Andar en luz es confesar, es decir la verdad, asumir la responsabilidad de sus actos.

   Confesar es decir, con convicción y arrepentimiento: “Yo pequé...”, “Tengo pecado”. Confesar es diferente de contar, pues la confesión siempre va acompañada de arrepentimiento.


  
B. ¿A quién confesar?
o       A Dios
o       A quien ofendí
o       Unos a otros

CorrecciónEl confesar solamente al discipulador
   Algunos confiesan, pero tienen miedo de ser expuestos ¿Qué se quiere preservar? ¿Qué se teme perder? ¿Qué ocurrió con David 3000 años atrás? No sabemos cómo era físicamente David, pero sabemos que pecó, y con quién pecó ¿Por qué? Fue el propio Dios el que lo expuso para siempre.

  
C. Solo hay perdón para el pecado confesado
                  La sangre de Jesús sólo purifica lo que está en luz. Solamente la confesión con arrepentimiento puede producir sanidad y perdón.

                    Cuando ocultamos nuestros pecados, solo buscamos nuestra propia justicia. Puede que hagamos penitencia, ayunos, oración, vigilias, etc.... Dios lo rechaza (Isaías 64:6; 43:24-26). Sólo  existe el perdón para lo que  es confesado, puesto en la luz. Nuestra justicia es Cristo. Temamos tener algo escondido. Pero no temamos colocarlo en la luz. La confesión es la herramienta que Dios estableció para curar nuestros conflictos, y purificar nuestras vidas.


Solamente hay perdón para el pecado confesado



  En el resto de este estudio vamos a tratar  tres aspectos de nuestra relación con Dios:
  • La oración
  • El ayuno
  • La lectura de la Palabra
  Que el Señor nos conduzca a la plena comunión con Él.

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