jueves, 25 de julio de 2013

Comunión con Dios - 11. Alimentándonos con la Palabra



“Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón...” Jeremías 15:16

 ¡Cuán especial es la Palabra del Señor! Ella es diferente de cualquier otra palabra que conozcamos. La Palabra del Señor tiene poder creador y vivificador. Fue por medio de ella que Él creó el universo y al hombre. Es más, Jesús mismo es la Palabra (Juan 1:1. “El verbo de Dios” en griego = “El Logos de Dios”= “La Palabra de Dios”)


La Palabra de Dios es alimento para nosotros.
Jesús mismo es la Palabra.


  La Palabra es alimento para nosotros, es fuente de vida. Por medio de ella crecemos en el conocimiento de Dios y de nuestro amado Jesús. Es por eso que la Palabra es otro importantísimo medio de comunión con Él. Debemos buscar que cada día nuestro corazón esté sediento por la Palabra de Dios, lleno de deseo por ella.
  ¡No existe una meta más alta, ni más atractiva, que la de llegar al pleno conocimiento del Hijo de Dios y de su voluntad! La llave se encuentra en las Sagradas Escrituras. El Señor desea revelarse. Espera que lo busquemos de todo corazón. Pero esto demanda disposición, diligencia y sacrificio.


¿Qué produce la Palabra de Dios en nosotros?

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Hebreos 4:12

 La Palabra de Dios es diferente a la del hombre. Nuestra palabra no produce nada (a veces hasta produce confusión). Pero la Palabra de Dios es poderosa, y produce vida en nosotros.


La Palabra de Dios es diferente a cualquier otra palabra.
Es poderosa y produce vida en nosotros.


 La Palabra de Dios:
o       Alimenta:
“El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”   Mateo 4:4

º  Vivifica y regenera:
 “Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado.” Salmos 119:50  
“...siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.”1º Pedro 1:23

o      Produce fe:
“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” Romanos 10:17

o      Consuela y da paz:
“...Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.” Romanos 15:4
“Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo.” Salmos 119:165

o      Guía:
“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.” Salmos 119:105

o      Guarda de pecar:
 “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.” Salmos 119:11


 ¿Cómo debe ser nuestro corazón delante de la Palabra de Dios?

o      Deseo ardiente:
“...desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación...” 1º Pedro 2:2

o      Amor supremo:
 “Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, y meditaré en tus estatutos.” Salmos 119:48

o      Temor:
“Inquirid en el libro de Jehová, y leed si faltó alguno de ellos; ninguno faltó con su compañera; porque su boca mandó, y los reunió su mismo Espíritu.” Isaías 34:16 
“Príncipes me han perseguido sin causa, pero mi corazón tuvo temor de tus palabras.” Salmos 119:161


 La lectura y la meditación diaria.

o      Lectura sencilla
 La simple lectura de las Escrituras ya de por sí es un alimento precioso. Debemos leer la Palabra diariamente, especialmente el Nuevo Testamento. Romanos 15:4; 1º Timoteo 4:13. Es muy útil tener un plan para la lectura diaria de las Escrituras.

o      Meditación.  Josué 1:8; 1º Timoteo 4:15; Salmo 1:2
 Meditar las Escrituras es leerlas pausadamente, en oración, pensando en ellas, buscando entendimiento y revelación. Necesitamos hacer esto diariamente, oyendo atentamente la voz del Señor.

“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.” Salmo 119:103

“Me anticipé al alba, y clamé; esperé en tu palabra. Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos.” Salmo 119:147-148

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