Jesús
fue el precursor de un movimiento espiritual, por tanto es importante
volver a refrescar algunas consideraciones acerca de lo que es un
movimiento, o por lo menos acercarnos lo más posible a ello.
Por
principio o por esencia no se puede definir un movimiento. No se
puede hacer porque definir algo es delimitarlo, y el movimiento se
lleva por delante todo límite, desborda todo tipo de
institucionalización.
El
movimiento es semejante a un río que corre con fuerza, que rompe
todos los diques y contenciones. Su lógica también es como un río
en el cual no es posible introducirse dos veces en las mismas aguas,
porque fluye constantemente.
El
movimiento es como la savia del árbol, como el impulso vital, la
savia no aguanta estructuras. El árbol intenta aprisionarla mediante
troncos, ramas, hojas; pero es inútil, la savia sigue su camino,
quiere más y por eso el árbol se ve obligado a hacer nuevas ramas,
nuevas hojas.
El
movimiento es el pulso vital, es el signo de vida, que surge al
margen de las instituciones establecidas y frecuentemente en
contraposición con ellas. El movimiento, por el solo hecho de serlo,
mantiene comportamientos no habituales durante su desarrollo.
El
pulso vital o la corriente que conforma el núcleo del movimiento
está formado por la conjunción de los principios que lo impulsan,
que lo motorizan.
El
movimiento es alérgico a todo tipo de estructuras rígidas porque
éstas siempre implican poner límites, poner freno al impulso vital,
o sea, a la esencia del movimiento. Si se pretende institucionalizar
todo el movimiento, éste desaparece, se congela.
La
institución no debe atrapar al movimiento, sino solo debe servir
para encauzarlo, colaborando para cumplir los objetivos del mismo. La
institución debe subordinarse al movimiento para que éste siga en
su cauce poderoso.
No
cualquier institución sirve, sino solo aquella o aquellas que
responden a los principios que dieron origen al movimiento.
Muchos movimientos mueren
porque son traicionados por las instituciones que deberían haberlo
encarnado. El movimiento se construye y gira alrededor de grandes
ejes, que son sus premisas, sus principios, los que expresan sus más
altas metas, intenciones y propósitos.
Los
movimientos surgen en un proceso de lenta gestación alrededor de sus
ejes, y este proceso, en un determinado momento encuentra la manera
de expresarse, de salir a la luz y emprender su trayectoria.
Los
movimientos se constituyen en protagonistas de grandes cambios, así
como la aurora que de repente ilumina el firmamento y amanece.
Para
que un movimiento mantenga su vitalidad es necesario que la
institución no lo asfixie. La institución debe ser instrumento del
movimiento o de la vida, pero siempre existe el peligro de que el
instrumento suplante al movimiento. Pero en la medida que éste
mantenga su vitalidad desbordará a la institución por todas
partes.
Nota: Al
referirnos a “institución” damos a entender toda actividad u
organización normada, reglada, que existe por encima, más allá de,
independientemente del ser humano. Legalización. Convertir algo en
institución.
Ruben Dri - presbítero católico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.