El
énfasis que tenemos en la formación ha hecho que no pongamos tanta
energía en lo carismático, y esto a veces nos desequilibra. La
Plenitud de Vida en Cristo (P.V.C.)
es una búsqueda de ese equilibrio.
En
la Iglesia existe una tensión entre el carisma
y el carácter.
Por un lado, están las iglesias pentecostales, donde hay un
sobreénfasis en el carisma, pero les falta doctrina y enseñanza,
les falta formación de carácter. Hay otras iglesias más
tradicionales que hacen un sobreénfasis en el carácter, pero no
manifiestan los dones y carismas. Ante esto, surge una pregunta:
¿Cómo tener las dos cosas? ¿Cómo proveerlas para la Iglesia? Por
eso,esquematizamos ambos elementos en este cuadro: “Plenitud de la
Vida en Cristo” (PVC)
Lo
que la Iglesia debe manifestar no es solamente un aspecto de Cristo,
o una característica, sino la plenitud de Cristo.
Jesús
tenía la plenitud del poder (P).
En Él había poder, gracia, dones, todo. Donde Él estaba, se
manifestaba ese poder. Aunque nunca manifestó el poder para atraer
personas, inevitablemente los milagros produjeron atracción (A).
Algunos piensan:“Yo voy a manifestar poder porque quiero atraer a
las personas”. No debemos hacer propaganda de que tenemos poder, y
así atraer a la gente. Ante
un milagro, Jesús
les pedía que no contaran nada. Pero era inevitable que lo contaran,
así que el testimonio corría.
Pero
Jesús no solo tenía la manifestación de la plenitud del poder del
Espíritu Santo. Además, tenía el Evangelio del Reino (E.R.).
Cuando ocurría una manifestación de poder, y por ese testimonio
luego venían las multitudes, Jesús les miraba y les decía: “Si
quieren venir en pos de mí, deben negarse a sí mismos, tomar la
cruz, y seguirme”. Con esto, Jesús seleccionaba (S)
a sus discípulos. El Evangelio del Reino ayuda a seleccionar
discípulos. La gente venía por el poder, pero Jesús les planteaba
el Reino. Entonces, algunos respondían porque no solo querían una
manifestación de poder, sino que querían seguir al Señor.
Cuando
profundizamos, vemos que Jesús no solamente tenía el poder del
Espíritu Santo y el Evangelio del Reino, sino que también tenía
una vida santa (V.S.).
Con esta vida edificaba (E)
a sus discípulos. La edificación venía por el ejemplo, por el
modelo, por la vida que tenía.
Resumiendo:
Tenía
el Poder, el Evangelio del Reino y una vida santa.
Estas cosas deben estar en nosotros. No puede haber un sobreénfasis
en un área, descuidando otras. Ninguno de estos puntos es excluyente
del otro.
Adonde
Jesús iba, predicaba el Evangelio, enseñaba la doctrina y sanaba a
los enfermos. Esto se repite muchas veces en los evangelios, era la
manifestación normal en su vida. Los apóstoles también: donde
iban, predicaban, enseñaban y sanaban. Había señales que
acompañaban a los discípulos.
Necesitamos los dones para el servicio
en la casa del Señor. No podemos edificar la Iglesia sin los dones.
Por eso, debemos velar para que todos estos elementos estén en
nosotros y en los discípulos.
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