Introducción:
A continuación, no pretendo hacer un estudio acerca de los hechos del cristianismo,
sino remitirme a ellos, ya mencionados en el libro Historia del Cristianismo de Justo
Gonzalez y sacar algunos pensamientos constructivos, acerca de esta porción de la
historia, a través del lente del verdadero evangelio, el evangelio del Reino de Dios, que
nos puedan ayudar de alguna manera a seguir avanzando en nuestra carrera hacia la
meta, hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Antes de comenzar, no quiero sino recordar juntos que: a los que aman a Dios, todas
las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Sú propósito son llamados.
Comencemos primero leyendo el relato, luego los pensamientos…
…los siglos que expresaron sus altos ideales en movimientos de reforma monástica y
papal, en la empresa de las cruzadas, y en la teología de los escolásticos, los expresaron
también en los edificios que dedicaron al servicio de Dios.
De igual modo que la “era de
los mártires” nos legó su testimonio escrito en sangre, la “era de los altos ideales” nos
ha dejado el suyo escrito en piedra. En una época utilitaria como la nuestra, en la que el
valor de las cosas se mide a base del provecho inmediato que puedan producir, aquellas
iglesias construidas por nuestros antepasados en la fe nos recuerdan que hay otros
modos de ver la vida y sus valores. Vistas desde nuestra perspectiva, aquella era y las
personas que en ellas vivieron dejan mucho que desear; pero vistas a la luz de aquellas
iglesias y de su testimonio, también nuestra era y nuestra dedicación dejan mucho que
desear.
Al iniciarse la “era de los altos ideales”, y durante buena parte de ella, la arquitectura
más común era la que los historiadores llaman “románica” (Arquitectura Románica).
A mediados del siglo XII surgió un nuevo estilo arquitectónico, al que se ha dado el
nombre de “gótico” (Arquitectura Gótica). Ese nombre le fue dado en una época en que
se pensaba que toda la Edad Media no había sido más que un período de barbarie, y por
lo tanto su principal logro artístico fue llamado “gótico”, es decir, procedente de los
godos. Cuando los historiadores cambiaron su opinión acerca de la edad media, ese
nombre estaba tan generalizado que ha continuado utilizándose, aunque no ya con un
sentido despectivo.
En las catedrales góticas, los altos ideales de la época se plasmaron en piedra, y dejaron
su testimonio para los siglos por venir. Casos hubo como el de la catedral de Beauvais,
cuya bóveda se desplomó cuando el ideal de la verticalidad llevó a los arquitectos a
tratar de elevarla más allá de los límites trazados por las leyes físicas. Y quizá ese
esfuerzo fallido fue símbolo de los tiempos, cuando los altos ideales de Hildebrando,
Francisco, y otros tropezaban con la resistencia de la naturaleza humana.
Historia del Cristianismo - Justo Gonzalez
Tratare de ser lo más claro y sincero posible acerca de lo que entiendo de parte del
Señor al seleccionar ciertos textos de la redacción anterior, para meditar acerca de
nuestro tiempo presente a la luz de estos hechos contextuales.
Quiera el Señor por su Espíritu Santo, librarnos de nuestra mente carnal y tener un
corazón tierno para continuar con la lectura; cabe aclarar, la disposición a cualquier
corrección o aporte posterior que enriquezca este sentir, estos pensamientos relatados
son bienvenidos…
…sin más…
… en una época utilitaria como la nuestra, en la que el valor de las cosas se mide a base
del provecho inmediato que puedan producir, aquellas iglesias construidas por nuestros
antepasados en la fe nos recuerdan que hay otros modos de ver la vida y sus valores.
Vistas desde nuestra perspectiva, aquella era y las personas que en ellas vivieron
dejan mucho que desear; pero vistas a la luz de aquellas iglesias y de su testimonio,
también nuestra era y nuestra dedicación dejan mucho que desear.
Haciendo hincapié a la última frase resaltada que hace el escritor (Justo G.), diría que
nuestra “era” y nuestra dedicación no solo dejan mucho que desear, sino también que
pensar.
Hoy la revelación que nos ha llegado es cristalina y pura, no menos responsable, sino
todo lo contrario. ¡Que mejor que saber específicamente cual es lo más preciado, lo que
más anhela alguien querido y regalárselo para complacer su corazón, cuanto más es el
hecho de saber específicamente que es lo que Dios espera de mí, de mi familia, de Sú
Iglesia amada y dárselo para complacer Sú Corazón!
En respuesta a este planteo, no puedo sino pensar en Pedro cuando junto con Juan se
encuentran con el cojo a la puerta del templo la Hermosa, y le ofrecen lo que tenían de
parte del Señor para aquel necesitado; podríamos decir que hoy tenemos mucho del
Señor para los necesitados, aún dentro de la familia misma de la Fe, pero necesitamos
hacer un repaso en nuestras prioridades, el lograr identificar a la luz del Propósito
Eterno de Dios, aquellas cosas que están haciendo pesado o que estorban el poder
alcanzar la meta y correr con más libertad hacia ella, con perseverancia y en respuesta a
Sú grande amor, en amor.
Dos expresiones que no se pueden pasar por alto ante lo resaltado son “testimonio” y
“dedicación”.
Sabemos que el ser discípulos es el primer paso para hacer discípulos, es importante
entonces cuando hablamos de “ser” que tengamos presentes el hecho del “testimonio”
privado, pero también el público, que vamos sembrando en el camino que nos lleva a la
vida. Juntos conformamos la iglesia del Señor y juntos testificamos al mundo de una
nueva forma de vida, es por ello que no debe hacerse insípido nuestro testimonio en
todas sus facetas. Sin olvidar que esto nos conlleva “dedicación”, es decir, un esfuerzo
personal y colectivo hacia un objetivo determinado, como lo es nuestro llamado a ser y
hacer discípulos, renovando cada día nuestro compromiso primero, nuestra visión y
misión en dependencia del Padre, quien en su beneplácito nos redimió y nos comisiono
en una tarea transformadora, gloriosa y sublime.
Pasamos a otro párrafo…
…en las catedrales góticas, los altos ideales de la época se plasmaron en piedra, y
dejaron su testimonio para los siglos por venir. Casos hubo como el de la catedral de
Beauvais, cuya bóveda se desplomó cuando el ideal de la verticalidad llevó a los
arquitectos a tratar de elevarla más allá de los límites trazados por las leyes físicas. Y
quizá ese esfuerzo fallido fue símbolo de los tiempos, cuando los altos ideales de
Hildebrando, Francisco, y otros tropezaban con la resistencia de la naturaleza
humana.
Justo G., nos da la justa ilustración acerca de lo sucedido en la catedral de Beauvis
(Francia), para decir que la resistencia de la naturaleza humana, siempre va a dar pelea
ante los “altos ideales” de Dios.
Hildebrando, el monje, que le había dicho a Bruno (obispo de Tula) que el aceptar el
papado de manos del Emperador sería ir a Roma “no como apóstol, sino como
apóstata”, entre otras cosas; Francisco, “el Pobrecillo Voluntario de Asís”, quien
encarnó en su vida misma la sencillez de aquel carpintero de Nazaret y la conservación
de una parcial “verdad”, cual sencillez y parcial “verdad” se ahogaron con los espinos
de la época; entre otros, pudieron sino más que dejar su marca en la historia
invitándonos a ser celosos para salvaguardar las verdades eternas, el tesoro que tenemos
en vasos de barro, de nosotros mismos, de las herejías, las presiones eclesiásticas,
familiares y de toda índole e indicio que busque atentar y atenuar nuestra Fe.
Veo edificios religiosos en fotografías de la historia, majestuosos e inimitables, y
recuerdo una historia de una torre mencionada en el capitulo 11 del libro de Génesis,
también con perdón de la expresión, veo grandes lapidas en tales edificios donde solo se
exalta la gloria humana, la creación de la criatura más que al Creador el cual es bendito
por los siglos. Amén.
Y no sería justo hablar juzgando su actitud, pues no somos nosotros hoy mejores, la sola
diferencia es que sus ojos estaban vendados y el Señor en Sú infinito amor se nos ha
revelado, es por eso que en temor y en humildad, debemos de hacer de nuestra vida, no
una “lapida”, sino una vida que se conserve en la presencia del Señor, impartiendo vida
al que no la tiene, colaborando con lo eterno, cumpliendo Sú legado con empeño
sagrado y dejar un testimonio digno que honre el nombre de nuestro Dios a través del
tiempo, de generación en generación.
Oración:
Señor, ayudanos a recuperar tus “altos ideales”, y avanzar paulatinamente hacia ellos de
modo que nadie quede afuera y que puedan ser aplicables en el tiempo. Danos una
“visión práctica” para llevarlos a cabo, y danos también la dicha de ser útiles en tus
manos. Libranos de nosotros mismos para caminar a tiempo y fuera de tiempo contigo,
Señor sea Tú propósito, nuestro propósito y consérvanos puros e íntegros en esta
sociedad tan ajena de Ti, tan infectada de vanos valores, que nada tienen que ver contigo
y en medio de ella brillar con Tú luz, extendiendo Tú Reino.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, Amén.
Maximiliano Aguirre
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