Extractado
de la nueva traducción del libro "El obrero cristiano normal"
- Capítulo 10, parte 1 - W. Nee
Todo
obrero del Señor debe confirmar el hecho de que la verdad es
absoluta. Esto es posible sólo cuando la persona es librada de su
yo. Muchos hermanos y hermanas no son absolutos en cuanto a la verdad
debido a que son influenciados por otros, por cosas y por
sentimientos personales. Cuando una persona no es absoluta con
relación a la verdad, ella sacrificará la verdad de Dios por causa
de la gente, de sí misma o sus propios deseos. Un requisito básico
para ser un siervo del Señor es que nunca podemos sacrificar la
verdad. Podremos sacrificar nuestras preferencias y nuestros deseos
propios, pero nunca podemos sacrificar la verdad. El problema de
muchos obreros radica en su relación natural con amistades,
conocidos íntimos y familiares; y por agradar a tales conocidos,
amigos y familiares, ellos comprometen la verdad. Dios no puede usar
a tales personas. Si la verdad es la verdad, esta no debe ser
comprometida por nada, ni siquiera por nuestros hermanos, parientes o
amigos íntimos. Supongamos que el hijo de un obrero cristiano
expresa su deseo de ser bautizado. Si el padre de este muchacho se da
cuenta que el bautismo tiene que ver con la verdad, él debe llevar
este asunto a los hermanos que guían en la iglesia para que ellos
decidan si su hijo está listo para el bautismo o no. Pero puede
surgir un problema si dicho
colaborador
asume que su hijo sí es apto para el bautismo, y al hacer esto,
sacrifica el grado absoluto que tiene la verdad. Él se deja
influenciar por la relación que tiene con su hijo y ya no es
absoluto a la verdad. Si lo fuera, él sería dirigido por la verdad
como es presentada en la iglesia y no mezclaría su relación
personal en dicho asunto. Consideremos otro ejemplo: Supongamos que
en cierta localidad se suscita una controversia. Ciertos santos
simpatizan con un grupo particular de hermanos y se ponen de su lado,
mientras que otros tienen preferencia por otro grupo de hermanos. En
vez de sentarse y calcular el precio de ser absolutos por la verdad y
seguirla, ellos se dejan influenciar y son dirigidos por sus propios
sentimientos. Esto no quiere decir que tales hermanos nunca hablen de
la verdad, sino que ellos no están entregados en forma absoluta a la
verdad. Ellos no la desechan por completo, aún se interesan en ella,
pero no son absolutos a la verdad. Ser absolutos a la verdad
significa que no permitimos que ningún sentimiento personal ni
ninguna relación familiar se interponga con la verdad. Tan pronto se
tomen en cuenta nuestras relaciones humanas en algún asunto
espiritual, estaremos comprometiendo la verdad. Tan pronto
involucremos
nuestras relaciones humanas en estos asuntos, la palabra de Dios y
Sus mandamientos serán reducidos por factores humanos, y
comprometeremos la verdad.
La
Biblia contiene muchos mandamientos y ordenanzas, las cuales
provienen de Dios, y Sus siervos necesitan predicarlas y anunciarlas.
Por un lado, ya es hasta aburrido considerar a los que sólo hablan
pero no practican lo que enseñan; por otro lado, no podemos ser
siervos de Dios si no somos capaces de predicar más allá de lo que
practicamos. Esto se debe a que la verdad es absoluta. La norma de la
Palabra divina no debe ser reducida al nivel de nuestros logros
personales. No podemos alterar la verdad de Dios buscando justificar
nuestras carencias. Esto es
lo
que significa ser absolutos a la verdad. Nuestro mensaje debe ir más
allá de nosotros mismos, más allá de nuestra propia capacidad
natural, de nuestros sentimientos y el interés personal que tengamos
en hablar. Éste es un requisito elevado para todos los siervos del
Señor. Debemos tener cuidado de no hacer algo de cierta manera para
que afecte a los hermanos y hermanas, pero cuando la aplicamos a
nuestra esposa o nuestros hijos lo hacemos de otra manera. La verdad
siempre es absoluta. Dios desea que confirmemos la verdad en su grado
absoluto. Si la Palabra de Dios dice algo, lo aceptamos tal y como
es, no importa quien esté involucrado. No podemos hacer acepciones
debido a que mantenemos relaciones personales con ellos. Si lo
hacemos, estaremos alterando el nivel de la verdad de Dios. No estoy
dando a entender que hablemos cosas que no sean verdad, sino que
estoy hablando de sacrificar el grado absoluto de la verdad. Tenemos
que aprender a confirmar lo absoluta que es la verdad, y aunque se
trate de algún familiar nuestro no podemos transigir en esto.
Nosotros estamos aquí para seguir a la verdad, no al hombre. Y
estamos aquí para confirmar este hecho: la verdad es absoluta.
Muchas
dificultades surgen en la iglesia debido a que los hijos de Dios
sacrifican la verdad. Cierta iglesia local se dividió porque un
hermano dijo: “Yo no tenía la intención de separarme de ustedes,
pero anoche sucedió algo en la iglesia y no me lo informaron a mí;
por esa razón, no me seguiré reuniendo con ustedes”. La verdad es
absoluta. Si dicho hermano tenía alguna razón para separarse de los
demás, lo debía de haber hecho aunque se le hubiera informado de
aquel incidente. Asimismo, ya que no existe ninguna razón
justificable para separarse de los hermanos, el hecho de no haber
sido informado no constituye un argumento aceptable para dividirse de
los demás. Si él fuese absoluto a la verdad, el hecho de recibir o
no recibir información, no tiene ninguna relevancia. Si su
separación se debió a la falta de información, eso significa que
el hombre ha sido puesto encima de la verdad. En otra localidad
surgió un problema sólo porque un hermano se ofendió debido a que
hizo una pregunta en una reunión y no obtuvo respuesta; por esta
razón quería tener la mesa del Señor y partir el pan apartado de
los demás. Si era correcto separarse, debía de haber comenzado otra
mesa mucho antes. Si no era correcto el separarse, entonces no
debería tomar como excusa el hecho que no recibió una respuesta a
su pregunta. Esto es lo que quiere decir ser absolutos a la verdad.
Si tener mesas separadas concuerda con la verdad, entonces debemos
tener mesas separadas aunque los hermanos estén muy ligados los unos
con los otros. Pero si tener mesas separadas no está de acuerdo con
la verdad, no debemos tenerlas aunque estemos ofendidos. Hermanos y
hermanas, ¿pueden ver esto? Para servir al Señor se requiere que
neguemos todos los aspectos de nuestro yo. Pero si mantenemos nuestro
orgullo, egoísmo o el pensamiento de que debemos ser respetados como
una condición para confirmar lo absoluto de la verdad, entonces nos
estaremos poniendo a nosotros por encima de la verdad de Dios y
estaremos dando a entender que nosotros somos más importantes que Su
verdad. Esta actitud nos descalifica para servir a Dios. En nuestro
servicio al Señor, tenemos que negar nuestro yo por completo. Ya sea
que nos guste algo o no, o que no nos agrade la manera en que se hace
algo en la iglesia o que nos sintamos heridos por algo en particular,
estas cosas no tienen nada que ver con el asunto. Si algo debe
hacerse de cierta manera debe de hacerse sin importar lo que
sintamos; debemos hacerlo aun si sufrimos mucho por ello. Incluso si
otros nos tratan mal, nos menosprecian o piensen que no valemos nada,
aun así tenemos que hacerlo. No podemos obligar a la verdad de Dios
a que siga cierto camino sólo porque nosotros queremos seguirlo. El
hombre es muy osado; siempre trata de obligar a que la verdad de Dios
lo siga a él.
Tenemos
que ver la gloria de la verdad de Dios. No debemos proyectar nuestros
sentimientos e introducirlos en la verdad. Si nos comparamos con la
verdad de Dios, no sólo debemos considerarnos insignificantes ante
ella, sino que debemos considerarnos como si no existiésemos. Si
mezclamos nuestro yo, aunque sea un poco, inmediatamente crearemos
problemas. Un hermano, que había sido criticado en otros lugares,
vino a la iglesia y se sintió muy contento de estar entre nosotros.
Él pensaba que había sido criticado injustamente en los lugares
donde había estado antes, pero nunca había tocado realmente la
verdad delante del Señor, sólo había sido impresionado
agradablemente por algunos hermanos. Tal hermano era muy
indisciplinado en su conducta. Poco tiempo después, otro hermano le
dijo: “Hermano, tú has sido muy suelto en tu manera de ser”, y
procedió a mencionarle algunas faltas en su conducta. Ésta fue una
palabra de verdad dicha en amor. Pero cuando este hermano oyó eso,
se alejó muy ofendido, y dijo señalando en su enojo: “Con razón
tanta gente está en contra de esta iglesia. Merece ser criticada”.
Hermanos y hermanas, este hermano no era absoluto en relación con la
verdad. Si lo hubiera sido, no habría dicho esto cuando se le
exhortó. Debido a que no era absoluto a la verdad, cambió de tono
apenas fue reprendido.
¿Qué
significa ser absolutos en relación con la verdad? Significa hacer a
un lado nuestros sentimientos, no hacer caso de nuestras relaciones
naturales y no tomar en cuenta a nuestro yo. La verdad es absoluta.
Nuestros sentimientos, relaciones, experiencias y tropiezos
personales no deben interferir con la verdad. Ya que la verdad es
absoluta, lo correcto es correcto y lo incorrecto es incorrecto.
Cierto hermano que es líder en muchos lugares, ha tomado nuestro
camino y decidió
tomar
la misma posición con respecto al testimonio de la iglesia. Si el
camino que nosotros seguimos es el correcto, no cambiará por el
hecho de que este hermano esté con nosotros o no. Si el camino que
tomamos está equivocado, no puede corregirse solamente porque este
hermano lo haya tomado. El hecho que este camino sea el correcto no
tiene nada que ver con que este hermano lo siga o no. Aun si él cae,
el camino sigue siendo el correcto porque la verdad es absoluta. Sin
embargo, muchos siguen a este hermano y piensan que si este hermano
está en lo correcto, el camino que él elija también debe ser el
correcto y que si el hermano está equivocado, el camino que él siga
también está equivocado. ¿Sus ojos están puestos en la verdad o
en cierta persona? Esto no quiere decir que debamos ser descuidados
en cuanto a este asunto; nunca debemos ser descuidados. Debemos
mantener el testimonio de Dios. Este es un hecho. Al mismo tiempo
debemos saber que si este camino es el correcto o no, no depende del
hombre, sino de la verdad. ¿Esto quiere decir que si algunos
cristianos pecan, dejaremos nosotros de ser cristianos? ¿Significa
acaso que cuando muchos hijos de Dios caen, dejaremos nosotros de ser
creyentes? ¿Quiere decir esto que cuando muchos hijos de Dios
pierden su testimonio, Nosotros ya no seremos creyentes? No, hermanos
y hermanas, la verdad es absoluta. Incluso si muchos cristianos
fallan, el Señor sigue siendo digno de nuestra confianza, y nosotros
debemos seguir confiando en Él. Aun si muchos hijos de Dios pecaran,
nosotros seguimos siendo hijos de Dios; no debe haber ningún cambio.
Esto no significa que ahora los hijos de Dios tengan libertad para
pecar o que los cristianos tengan libertad para fallar. Lo que quiere
decir es que la verdad es absoluta. Si creer en el Señor es lo
correcto, debemos creer en Él aun cuando otros no crean. Si es
correcto ser cristianos, debemos ser cristianos aun cuando todos los
demás hayan caído. El asunto no depende de lo que otros hagan, sino
de si ésta es la verdad o no. Muchas divisiones en la iglesia,
muchos problemas en la obra y muchas disputas entre los obreros se
acabarán cuando pongamos a un lado las relaciones, sentimientos y
problemas personales.
Ser
absolutos a la verdad no es un asunto pequeño. No podemos ser
indiferentes a esto. Si somos descuidados en cuanto a este asunto, lo
seremos en todo. A fin de confirmar la verdad, tenemos que renunciar
a nosotros mismos. Si no tenemos tal corazón y hábito por la
verdad, tarde o temprano tendremos problemas. Algunos hermanos dicen:
“Le doy gracias a Dios por traerme a esta reunión. He recibido
mucha ayuda”. Esto no significa que tal hermano sea absoluto por la
verdad. Tal vez sólo se sienta emocionalmente ligado a este lugar,
pero cuando algo desagradable le sucede, puede cambiar de actitud y
pensar que está en el lugar equivocado. No obstante, la verdad
siempre es absoluta. Si este es el lugar correcto, lo es; y si no lo
es, no lo es. No puede ser el lugar correcto solamente cuando le
parezca bueno a tal hermano, y deje de ser el lugar correcto cuando
no le parezca bueno a él. Si él opina que es correcto o incorrecto
dependiendo de la manera en que los demás lo tratan, entonces ¡él
debe ser lo más importante que existe en el mundo! ¡Para él la
verdad no es importante; él es importante! Él no es absoluto por la
verdad. Muchos de los problemas surgen de esto. Dios demanda que
seamos disciplinados a tal grado que en todo podamos ponernos a un
lado a nosotros mismos y a nuestros sentimientos. Poco importa si nos
sentimos contentos u ofendidos; nuestra dirección no debe ser
afectada por nuestros sentimientos personales. Si Dios afirma que
esto es lo correcto, ciertamente lo es. Si Dios afirma que no es, no
lo es. Si Dios afirma que este es el camino correcto, tenemos que
seguir este camino aun si todos los demás rehúsan seguirlo; no lo
tomamos porque sea muy agradable o porque cierto hermano lo toma. Si
este es el camino correcto, debemos tomarlo, incluso si ninguno de
los hermanos lo tome. La verdad es absoluta, y ningún ser humano
debe influenciarnos de ninguna forma. Si introducimos el elemento de
consideración humana, estaremos afirmando que el hombre es más
importante que la verdad.
Todo
juicio que hagamos debe basarse en la verdad y no en los individuos.
Cada vez que la base del juicio se cambia de la verdad al individuo
estaremos comprometiendo el camino de Dios y Su verdad. La base de
todo juicio es la Palabra de Dios y su fundamento es la verdad.
Además, debemos actuar siempre de la misma manera sin importar si
los demás nos tratan bien o mal. Siempre que nos enfrentemos a una
situación debemos indagar cuál es la verdad de Dios; no debemos
dejarnos guiar por nuestros propios sentimientos. Nunca debemos
introducir nuestros conceptos ni nuestros sentimientos personales en
la obra de Dios. Si la verdad de Dios nos indica que debemos
separarnos por completo, debemos cortar los lazos aun con nuestros
mejores amigos, pese a que tal vez hayamos tenido mucha amistad con
tales personas o incluso hayamos convivido con ellos por muchos años.
Cuando lo absoluto de la verdad nos llama a separarnos, debemos
obedecer. Los afectos humanos no tienen cabida aquí. En cambio, si
la verdad nos indica que no debemos separarnos, no debemos hacerlo,
aun cuando diariamente estemos discutiendo e irritándonos unos a
otros. Si solamente estamos juntos por razones personales, no
conoceremos cuál es la verdad y no podremos avanzar.
Hermanos
y hermanas, este es un asunto muy básico. El camino que tenemos ante
nosotros está estrechamente relacionado con las lecciones que
recibamos de parte del Señor. Si nos centramos en lo grande e
importantes que somos, sacrificaremos la verdad. A fin de confirmar
la verdad de Dios, debemos mantener a raya a nuestro yo. Todos
poseemos nuestro propio temperamento y sentimientos, pero no podemos
alterar la verdad de Dios por causa de nuestros sentimientos y
temperamento. Ningún ministro de Dios debe sacrificar, ni
comprometer, la verdad divina por causa de su propio bienestar. Si
consideramos la verdad de Dios de una forma muy baja, no tendremos
futuro espiritual con Dios. Cuando un juez preside en un tribunal,
debe ser absoluto para con la ley. Un crimen debe ser declarado
crimen y un hombre inocente debe ser declarado inocente. Ningún juez
debe declarar inocente a un culpable sólo porque sea amigo o
familiar suyo; si hiciera esto, se crearía desorden. La ley es
absoluta; no debe tomar en consideración los sentimientos
personales. Sería terrible si un acusado fuera declarado culpable
sólo porque el juez lo considere enemigo suyo. Todo juez debe
confirmar la ley. Del mismo modo, nosotros debemos creer en Dios,
servirle y confirmar Su verdad. No debemos mezclar nuestros
sentimientos personales en esto. Espero que recuerden que todos
nuestros sentimientos personales deben ser negados. Todos debemos
experimentar el trato del Señor. Debemos decirle: “Señor, yo no
soy nada; Tu verdad es absoluta”. Si hacemos esto, no habrá más
disputas ni problemas en la obra. Una gran ventaja que tendrían los
colaboradores al confirmar la verdad de Dios, es la gran libertad que
tendrían entre ellos cuando compartan la palabra o laboren. Todo se
haría como debe de hacerse sin preocuparse de las reacciones de
otros. Si todos viéramos el carácter absoluto de la verdad, sólo
nos preocuparíamos por una cosa, y ésta es, saber si algo fue hecho
según la voluntad y decisión de Dios o no. Si lo hacemos así no
temeremos. Pero si no somos absolutos por la verdad, nos será
difícil avanzar, pues siempre que se suscite algo nos detendremos a
considerar cuál será la reacción del hermano Wang, la opinión del
hermano Chow y las acciones del hermano Liu. Ya que los tres tienen
distintos temperamentos, tendremos que hacer un poco de compromisos
por aquí y otro poco por allá. Eso sería terrible. La verdad sería
sacrificada. Si esta es la manera en que hacemos las cosas, no
seremos capaces de hablar con franqueza ni de tomar decisiones por
temor a ofender a los hombres. Y si éste es el caso, se suscitarán
problemas entre nosotros. Pero si un grupo de hombres sólo se
interesa por la verdad de Dios y rechaza por completo los métodos
humanos, ciertamente esa será una bendita compañía de hombres. Si
ellos rechazan firmemente toda manipulación y diplomacia de los
hombres, y no hacen compromisos ni tratan de mitigar nada por manos
humanas, sino que hacen todo estrictamente según la voluntad de
Dios, podemos asegurar que ese grupo estará bajo la plena bendición
de Dios. Si entre los colaboradores podemos tomar el camino de la
verdad en forma absoluta, podremos decir lo que hay que decir y hacer
lo que debemos hacer. De lo contrario, habrá muchas consideraciones,
diplomacia y reformas, y la iglesia dejará de ser la iglesia.
Tenemos
que resolver este asunto sobriamente delante del Señor. Este es un
asunto muy serio y crucial. Debemos tener presente que en la obra del
Señor no hay cabida en absoluto para las emociones o sentimientos
personales. Aun si nuestros sentimientos personales pudiesen
influenciar positivamente a otros para que reciban la verdad, aún
así, en la obra, no debemos darle cabida a ningún sentimiento
humano. Podemos influenciar a una persona a recibir la verdad al
invitarla a comer, pero eso no está bien. La verdad es absoluta.
Podemos hacer algo con una buena intención, a fin de mantener la
verdad, pero la verdad no necesita de la ayuda humana para
mantenerse. La verdad tiene su propia posición, su propia autoridad
y su propio poder, y no requiere de la intervención humana para
permanecer firme. No necesitamos ayudar a la verdad ni brindarle la
mano, ni debemos temer que alguien la pueda rechazar. Lo único que
tenemos que hacer es aprender a honrar la verdad de Dios, seguir el
camino de Su verdad y nunca comprometerla en ninguna manera.
CUIDADO CON LA VERDAD ABSOLUTA
ResponderEliminarToda persuasión se nutre de un mensaje sencillo, claro y contundente. Resulta mucho más fácil convencer a alguien si nuestro objetivo está argumentado de forma sólida y expresada sin artificios. Por ello, es recomendable utilizar el mínimo de palabras, pero que éstas sean muy bien escogidas. Sin embargo, esto no quiere decir que sea necesario ir con la verdad absoluta a cuestas.
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