martes, 6 de noviembre de 2012

Divorcio y recasamiento.


Divorcio y recasamiento.  


1- Consideraciones preliminares:

  Para formar una doctrina tenemos que ver todo lo que la Biblia dice sobre el tema, pero siempre debemos comenzar en el Nuevo Testamento, pues la Iglesia está fundamentada en la Doctrina de los Apóstoles. Por lo tanto, en cuanto al divorcio y nuevo matrimonio primero veremos lo que Jesús dice, y después lo que los apóstoles enseñaron.
 
  Para comprender bien el asunto tenemos que ver primero los textos claros (aquellos que no dan margen para distintas interpretaciones), y después ver los textos oscuros para poder interpretarlos a la luz de los claros.

  Nunca debemos partir de un caso y luego ir a la Escritura, sino que después de tener una posición clara, debemos analizar cada caso a la luz de la Escritura.

  Hemos seguido un orden de textos que nos ha ayudado, pues comenzamos con Jesús y los textos claros, después los apóstoles y los textos claros, y luego los textos oscuros.


2-  Qué dice Jesús:

  “Y se acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar a su mujer. El, respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?  Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla.
  Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento;  pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios.  Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,   y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno.  Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
   En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo,  y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.”
                                                                                                                   Marcos 10: 2-12
 
  En este pasaje está bien clara la posición del Señor. Los fariseos vienen a tentarlo, y Él les muestra claramente que quien se separa y se casa de nuevo, comete adulterio. No hay necesidad de interpretación, el texto está claro. Algunos en este texto quieren encontrar apoyo para la parte inocente, pues solo habla del que repudia y se casa de nuevo, pero no habla sobre el que fue repudiado. Pero veamos el próximo texto:

  “Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera.”
                                                           Lucas 16:18

  El Señor deja claro que, tanto el que repudia como el que es repudiado, si se casa de nuevo, comete adulterio. El texto no da margen para interpretaciones dudosas, es bien explícito.



3.-Qué dicen los apóstoles:

  “Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.  Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera.”
                                                                                                                       Romanos 7:2-3

  Aquí Pablo, el apóstol, está dando un ejemplo, mostrando con una realidad visible una realidad espiritual. Algunos dicen que no podemos tomar este texto, pues el tema no es el matrimonio. Pero creo que podemos, pues el apóstol jamás ejemplificaría una realidad espiritual con una falsedad o una suposición. Por lo tanto, Pablo muestra claramente su comprensión sobre lo que es un matrimonio, y que es indisoluble. Además este mismo texto es citado por el apóstol, en 1 Corintios 7:39, y en este capítulo sí habla sobre el matrimonio.


  “Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.”
                                                                                                1 Corintios 7:10-11

  Vemos que el apóstol dice que el Señor ordena, y no él (esto es muy fuerte). ¿Qué es lo que el Señor ordena? Que no se separen, pero si se fueran a separar, que no se vuelvan a casar. Está muy claro, pues el apóstol expresa lo que recibió del Señor. Solo existen dos opciones: quedar casados hasta que la muerte los separe, o separarse y quedarse solos. No hay una tercera opción.


  “Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos. Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios.”
                                                                                                                 1 Corintios 7:12-15


  En este texto Pablo deja bien claro que no es el Señor el que ordena, sino él. ¿Acaso tendría el coraje de agregar algo, o de cambiar lo que el Señor mandó? No, de ninguna manera. Lo que el apóstol hizo fue aclarar situaciones complicadas, de hermanos casados con incrédulos,  pues el mandamiento del Señor era tan fuerte en cuanto a que no se separaran que algunos permanecían sufriendo con hombres o mujeres que no querían convivir más con ellos. Entonces el apóstol - para estos - dice: “Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre”. En ningún momento dice que se pueden casar de nuevo. Si el apóstol estuviera diciendo que permite el nuevo matrimonio mientras el cónyuge vive, claramente estaría yendo en contra de lo que el Señor dice. No puedo creer que el Señor dijera algo y el apóstol permitiera otra cosa.


 4-  Textos oscuros:
  “3 Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?  4 El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, 5 y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? 6 Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. 7 Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? 8 El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. 9 Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. 10 Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse. 11 Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado. 12 Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba.”
                                                             Mateo 19:3-12
 
    Aquí Jesús es probado por los fariseos (dejamos de lado los textos de Mateo 5, pues dicen lo mismo que Mateo 19). El versículo 9 es el más polémico. No podemos interpretarlo aisladamente. Eso sería deshonestidad para con la palabra de Dios.

  Versículo 3: Los fariseos vinieron para probar a Jesús. Todas las veces que Jesús fue confrontado por los fariseos, Él los ridiculizó, y nosotros siempre nos ponemos del lado de Jesús; pero me parece que en esta situación no. Aquí muchos se ponen del lado de los fariseos. Si analizáramos con cuidado veremos que es más una trampa de los fariseos, como en otras situaciones, pero la respuesta de Jesús está en los versículos 4, 5 y 6, y no en el 9.

     La pregunta de los fariseos estaba basada en una disputa entre dos escuelas rabínicas, la de Hillel y la de Shamai.  Pero la preocupación de Jesús era defender la indisolubilidad del matrimonio. Jesús estaba del lado del Padre, no estaba con Hillel ni con Shamai. La respuesta de Jesús es clara y contundente: “Lo que Dios unió, no lo separe el hombre”. Para la pregunta que le fue hecha, esta fue la respuesta, o sea no hay opción, no se puede separar por cualquier motivo o por motivo alguno.

   La respuesta fue tan contundente y fuerte que los fariseos echaron mano de Moisés, como se ve en el vers. 7: “¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?”. Si ellos tenían que traer a Moisés a la conversación, es porque la respuesta de Jesús dejaba de lado lo que Moisés había dicho.  En el versículo 8 da una respuesta esclarecedora: “Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres”. Y agrega algo de mucha importancia: “mas al principio no fue así”. Jesús una vez más declara que está con el Padre desde el principio, y que está rescatando toda la verdad. Hubo desvío, pero Él está allí para restaurar la verdad del Padre como fue en el principio.

   Entonces Él hace la declaración del versículo 9, que tiene que ser interpretada a la luz de todo lo demás que hemos leído, y de todo el contexto que estamos analizando en el capítulo 19. Aquí Jesús usa la misma expresión del Sermón del Monte: “Pero yo os digo...”. Todas las veces que Él usó esta expresión,  fue mucho más allá de la exigencia de la ley. Era siempre más duro y radical. Si nos fijamos en todo el contexto, veremos que Él es más radical que Moisés.
 
   Por lo tanto, no puedo interpretar este texto de otra forma, pues Jesús cerró la puerta cuando la preguntaron: “¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?”            Después cerró la puerta cuando le invocaron a Moisés, ¿y ahora Él se retiraría y diría que es lícito repudiar y casarse de nuevo? No lo puedo creer, por causa de todo el contexto y por causa de lo que está escrito.

 Veamos el versículo 9.
  “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.”
 
   Aquí tenemos algo extraño y simple al mismo tiempo. Extraño, porque en la mayoría de las traducciones (N. del T:  por ejemplo, versiones en español: NVI y Biblia de las Américas) se usa la palabra adulterio en las dos ocasiones, pero en el griego original hay dos palabras bien distintas: allí se usa porneia y después moicheia.

 “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación (porneia), y se casa con otra, adultera (moicheia); y el que se casa con la repudiada, adultera(moicheia).”
 (N. de T. En nuestra versión española Reina-Valera 1960 se distinguen estas dos palabras).

Porneia: Es un término amplio. Cualquier relación ilícita.

Moicheia: Es específica para el adulterio.

  La interpretación de este texto debe ser acorde al contexto. Si la relación entre un hombre y una mujer fuera ilícita, o sea que estuvieran en porneia, la separación es necesaria y ese matrimonio es ilícito. Es el caso de aquellos que están conviviendo como matrimonio, en alguna de las siguientes situaciones:
1) Los dos son solteros: están en fornicación. Se deben separar y están libres para casarse con el otro, o con cualquier otro soltero.
2) Uno es soltero y el otro es casado: deben separarse, y el soltero está libre para casarse con otro soltero. El casado deberá quedarse solo, o reconciliarse con su antiguo cónyuge.
3) Los dos ya estaban casados con otros: en este caso, los dos están en adulterio. Deben separarse y quedarse solos, o reconciliarse con los antiguos cónyuges.
 
   Jesús cerró completamente la puerta sobra la cuestión. Pero solamente los discípulos son aptos para entender y aceptar esto.

   La propia reacción de los discípulos deja claro que Jesús fue radical en la cuestión. Ellos dijeron: “Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse”. Llegaron al punto de encontrar que era mejor no casarse, pues la condición era solo una: una vez casado, casado hasta la muerte. No hay opción de un nuevo matrimonio mientras el primer cónyuge está vivo.
 
   Pero la respuesta de Jesús a este planteo de los discípulos es contundente, pues Él dice: “No todos son capaces de recibir esto (que queden solos por causa del Reino de Dios)...Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos.”

Conclusión: El matrimonio es de orden creacional de Dios, no tiene nada que ver con doctrina o ceremonia. Muchos pueden decir que no se casaron “en el Señor”, que fue antes de la conversión. Y ahora que están “en el Señor” pueden casarse de nuevo. Este es el peor de los sofismas porque se basa en el egoísmo, en la independencia y en los deseos de la carne.

  Si alguien se casa, como Dios lo determinó en la creación, Él llama a eso “una sola carne”. Este decreto en la creación es inviolable. Si no fuese así, todos los casamientos realizados “en el mundo” serían inválidos, y todos los hijos serían bastardos.

  Cualquier sofisma en este sentido es infantil y ridículo.

  Como el mundo está todo arruinado, y la Iglesia confundida, es necesario que haya una enseñanza y una restauración de la verdad, antes de tratar los casos complicados. De todas formas, es necesario que se trate cada caso con mucho celo por la Palabra de Dios, y amor por la vida de las personas.

                                                                                                                    Mario Fagundes.

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