lunes, 15 de abril de 2013

LA ACTITUD DEL EDIFICADOR - G. Klainerman


¿Con que actitud debemos hacer la obra?

Vamos a mirar para responder a esta pregunta, la actitud del apóstol Pablo.

(Col 1.24)
Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;

En este versículo vemos a un hombre que va más allá de la simple respuesta al Evangelio. Este pasaje no nos muestra a un hombre casi vencido, luchando con las debilidades de su carne.

En este pasaje vemos aun hombre que va más allá de si mismo, vemos a alguien que camina en victoria y muestra una actitud hacia la obra, hacia los otros.

No dice “padezco por mi carne” sino que dice “padezco por vosotros”.

A esta actitud debemos apuntar.

Debemos madurar, debemos tener victoria sobre el viejo hombre y responder al llamado de colaborar con la edificación de la Iglesia.

No puede ser que pase el tiempo y sigamos luchando con los mismos pecados, con las mismas debilidades. No puede ser que no maduremos, que siempre nos veamos como “labranza de Dios” y nunca como “colaboradores de Dios” (1Cor 3.9).

No debemos dejar de mirar nuestro modelo, nuestro maestro, Jesús.
Jesús vivió en santidad y padeció por causa de llevar adelante los propósitos del Padre.
En nosotros se debe dar la misma ecuación espiritual:

Debemos ser santos que padecen por causa de llevar
los propósitos del Padre adelante.

Actualmente parecería que no es así. Nuestros padecimientos se reducen a la lucha con nuestras concupiscencias, con nuestros deseos carnales, con nuestras pasiones, con nuestros deseos mundanos. Padecemos luchando con “nuestras ganas de pecar” y nunca nos entregamos de lleno a la obra del ministerio.

Este versículo nos habla del padecimiento que verdaderamente nos hace parecido a Jesús: “El padecimiento que es por otros”.

Cabe aquí la pregunta: ¿Estas padeciendo por otros? ¿O tu sufrimiento es solo por tu carnalidad, tu necesidad y tu debilidad?

Padecer por otros es un rasgo de madurez espiritual y
conformidad verdadera a Cristo.

En el contexto del pasaje (Col 1.25-29), padecer es sufrir procurando edificar a otros a la imagen de Jesús. Es padecer trabajando para que Cristo sea conformado en las vidas de los discípulos.

Colaborar para presentar perfecto en Cristo Jesús a otros es un arduo trabajo que nos hará padecer, pero se nos dice que lo debemos hacer con “gozo” y no “renegando”.

Al mirar este pasaje Jorge Himitian nos dice de alguna manera que si uno “quisiera ser mal pensado” podría decir que lo que Pablo está diciendo aquí es una herejía porque dice que “el sacrificio de Cristo no fue suficiente, no fue completo para la redención de los hombres”. Pablo está diciendo que “falta que Cristo siga padeciendo por la Iglesia” y que “Pablo era el que tenía esos sufrimientos”.

Debemos mirar este versículo a la luz del propósito Eterno de Dios.
Jesús obtuvo en la cruz la victoria total y completa para la salvación del hombre. Pero una vez salvo, el hombre entra en un proceso de santificación, de edificación, de conformación a la imagen de Jesús y somos llamados a colaborar en este proceso.

El cuerpo edifica al cuerpo”. Como discípulos colaboramos en la edificación de otros discípulos y esto conlleva esfuerzo, trabajo y padecimiento.

¿Estas padeciendo por otros? ¿Estas padeciendo por la Iglesia

¿Estas haciendo padecer a otros? ¿Estas haciendo padecer a la Iglesia?

Podríamos decir que si no padecemos por otros, si no padecemos la Iglesia, entonces, estamos haciendo padecer a otros, estamos haciendo padecer a la Iglesia.

Los que no maduran, terminan siendo un estorbo en el trabajo que tiene la Iglesia de llevar adelante el Propósito Eterno de Dios y de formar esa Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga que debe recibir al Señor en su segunda venida.

Algunos no pueden colaborar en la edificación de otros porque “no pueden ni con ellos mismos”. Están prisioneros de su propio egoísmo y rebeldía.
Algunos se aman tanto que ven como un “padecimiento extraordinario” el renunciar a su vieja vida y no pueden ver que el llamado y la radicalidad del Evangelio va aún mucho más allá y nos pide que “padezcamos por otros”.

Cuanto antes nos demos cuenta de que el servicio en la vida cristiana no se debe centrar en mí, sino que se debe centrar en el Señor y en los demás, antes vamos a madurar y ser verdaderos discípulos.

Debemos fijarnos que el 1er y el 2do mandamientos nos hablan de Amar a Dios y de amar a los hombres respectivamente ¿Dónde entramos nosotros en esto? En el papel de servir. Estamos para servir.

Tener en cuenta esto nos llevará a ser coherentes en el servicio de la casa de Dios. Estaremos muertos a nosotros mismos y la vida de Cristo fluirá través de nosotros.

Cuando miramos a Pablo vemos que en el y en sus colaboradores había un principio espiritual muy fuerte. 

Esto lo vemos en  2Cor 3.11-12

2Co 4:11 Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 12 De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida.

¿Podemos pensar así? ¿Estamos dispuestos a pensar así?

Pensar que en mi debe actuar la muerte para que en otros actúe la vida.

“Perder yo para que otros ganen”.
Si lo pensamos, es algo que ocurre en la naturaleza: “Vemos una madre sacrificándose por su hijo. Lo vemos en los animales y en los humanos”. Los padres se sacrifican por los hijos en lo natural es así y en lo espiritual debe serlo también.

- A través de tu desvelo, otros deben encontrar descanso.
- A través de tu búsqueda de la verdad, otros deben hallar la verdad.
- A través de tu insistencia en la oración, otros deben encontrar respuestas.
- A través de tu inversión, otros deben ganar.
- A través de tu desgaste, otros deben encontrar renuevo.
- A través de tu abnegación, otros deben encontrar abundancia y paz.

Cristo nos muestra este principio en 2Cor 8.9

Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.

Vemos que en “su entrega” está “nuestra victoria”. En “su padecimiento” está “nuestra libertad”. En “su muerte” está “nuestra vida”. En su “hacerse pobre” “nosotros fuimos enriquecidos”.

Vemos también que esto es algo “forzado”, es decir, Jesús busco que esto sea así. El “se hizo pobre siendo rico”.
Nosotros también debemos “dejar que la muerte actúe en nosotros para que en otros actúe la vida”. Es algo que debemos procurar, sabiendo que es un principio espiritual para participar en la edificación de la casa de Dios a la manera de Dios.

¡Con esta actitud se edifica la casa de Dios!
¿Te parece mucho? ¿Te parece imposible e incoherente? ¿Te parece una locura?

Debemos “tragar saliva” y reconocer que este es el Evangelio. Debemos reconocer que así actuó Jesús y así lo entendió Pablo.

Somos llamados a con gozo padecer para que otros sean edificados.

Veamos otros pasajes que nos hablan de esto y lo confirman:

2Co 12:14 He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.15 Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos.

Flp 2:17 Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros.


1Ts 2:8 Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.


Hermanos, la obra no se puede “hacer de taquito”.
 No puedo edificar a otros con lo que me sobra. Debo entregarme por completo.

Una de las grandes causas de al falta de frutos en nuestras vidas y en la Iglesia es por la falta de entrega a la obra que se nos ha encomendado.

2Ti 2:10 Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna.

En este pasaje Pablo dice: “TODO lo soporto por los escogidos” ¿Qué precio estás dispuesto a soportar por causa de los escogidos? ¿Cuánto estas dispuesto a padecer para edificar a otros? ¿Cuánto estás dispuesto a invertir en la edificación de la Iglesia?

Pablo tenía carga por la Iglesia. Su compromiso con la visión se veía en su entrega a la edificación de los santos.

El estaba dispuesto a todo para salvar a los hombres (1Cor 9.22).

NUESTRO COMPROMISO CON LA VISIÓN SE VE EN NUESTRA ENTREGA Y DISPOSICION A SUFRIR EN LA EDIFICACIÓN DE OTROS




Col 1:24 Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia.

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