jueves, 22 de noviembre de 2012

Advertencia a la Iglesia


Advertencia a la Iglesia
Ze María Penna, San Pedro, 3 de mayo de 2012.

(Esta es una transcripción de una palabra dada en un charla informal. Por tanto, se
han respetado algunas repeticiones y giros propios del lenguaje oral. En pocas
ocasiones, se han corregido frases para facilitar la comprensión).
Introducción
Me gustaría compartir con ustedes algo que está en mi corazón. En nuestro corazón,
el mío y de Carlos. Cuando estuve en 1999 en San Luis, en aquellos días yo recién
estaba entendiendo sobre el Reino de Dios, coyunturas y ligamentos, sobre el
Propósito Eterno de Dios. Yo era un pastor evangélico, y comencé a entender esas
cosas, éramos una congregación de unas 300 personas en Belo Horizonte. Ahora la
congregación ya creció mucho, ya pasamos los mil; Timoteo tiene 600 hermanos, y
hemos alcanzado muchas otras ciudades de allí en Minas Gerais.
En aquel tiempo, en el inicio, oímos hablar mucho sobre la restauración de la iglesia.
Aquellas cosas que escuché en el principio sobre el Propósito Eterno, coyunturas y
ligamentos en el cuerpo de Cristo, el Evangelio del Reino, tomaron mi corazón; porque
yo era un pastor evangélico, con una visión evangélica (bautista). Estas cosas tomaron
también mi vida, y yo me entregué completamente a lo que estaba recibiendo en
aquellos tiempos.
Se oía hablar mucho sobre la restauración de la iglesia en ese tiempo, pero los años
fueron pasando. Ya hace dieciséis o diecisiete años que entendí esas cosas, y hoy
estamos viviendo las mismas cosas. Pero estamos comenzando a recibir una
advertencia del Señor para nuestras vidas. Vemos en la historia que Dios siempre
advirtió a su pueblo para que no se desviase de su propósito, de su voluntad.

Una advertencia a Israel
Si abrimos Deuteronomio cap. 32, habla del cántico de Moisés. Cuando comencé a
leer este cántico, Dios trajo un gran despertar en mi corazón para entender esa
advertencia que Dios le hace a Israel. Dios hace una gran advertencia a Israel, para que
no se desviara de su propósito. Me gustaría leer con ustedes todo este cántico de
Moisés, pero no tengo tiempo.
Dios mandó a Moisés que cante este cántico profético, que tiene tres escenas
diferentes:
1. Lo que recibiría el pueblo si se sujetaba a Dios.
2. Les advierte contra el desvío.
3. Les habla de la cura.

En el final Dios se rinde prácticamente y les dice: “En el fin, a pesar del desvío, yo los
voy a rescatar”.
En el v. 29 dice así: “ojala fuesen sabios que comprendieran esto, y se dieran cuenta
del fin que les espera”.
En el cántico de Moisés, Dios mostró proféticamente toda la trayectoria del pueblo
de Israel en la Tierra, hasta el fin; habla de la diáspora, del cautiverio en otras
naciones. Y habla inclusive de la elección de la Iglesia:
v.21: “Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios; Me provocaron a ira con sus
ídolos; Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, los provocaré a
ira con una nación insensata”.
Dios hace una referencia de la Iglesia, una promesa de causar celos usando a otro
pueblo; y todos sabemos cómo fue el fin de Israel, a pesar de toda advertencia
(recuerden que esta advertencia Dios la dio a Israel cuando estaba en lo mejor de su
vida, en el momento que estaba entrando en la tierra, estaba poseyendo una promesa,
recibiendo una promesa y apoderándose de todas las promesas de Dios). En ese
momento, el mejor de la vida de Israel, el Señor trae ese cántico a través de la boca de
Moisés, y les habla del riesgo y del peligro del desvío de la verdad.
Un análisis de la iglesia de Efeso
Ahora a nosotros como Iglesia, ¿Dios nos ha advertido también? Sí, me parece que
Dios hoy nos advierte. Veamos Apocalipsis 2. Ahí vemos que el apóstol Juan en la isla
de Patmos escribe a las siete iglesias, siete cartas a las siete iglesias, llamadas “las siete
iglesias de Apocalipsis”. Esas iglesias existían en aquel período y estaban distribuidas
en forma de una herradura: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y
Laodicea.

El Espíritu Santo lleva a Juan hablar a las siete iglesias que existían en aquella época,
pero si ustedes analizan bien estas siete iglesias, también es una palabra profética
mostrando toda la trayectoria de la Iglesia sobre la faz de la Tierra: desde el período
apostólico hasta cuando vuelva el Señor sobre las nubes a buscar a su Iglesia.
La primera carta que él escribe es a Éfeso. Esta fue a la iglesia que mejor expresaba la
vida de los apóstoles. Cuando nosotros preguntamos cuál sería la Iglesia que más
expresaba la vida de Cristo, la gente naturalmente piensa en la iglesia de Jerusalén.
Otros dirían Antioquía, donde había profetas y maestros, y el Espíritu Santo tenia
libertad para actuar. Pero a mi entender, la iglesia que expresaba mejor la madurez, el
amor, la fe de esa primera época era la iglesia de Éfeso. Una iglesia madura, que creció
mucho. Cuando Juan escribe a la iglesia de Éfeso, él comienza a hablar de la vida de
aquella iglesia. Y hace énfasis en la vida común de la iglesia. Si ustedes leen, van a
percibir algo muy interesante, habla de las cualidades de la iglesia: “conozco tus obras,
conozco tu labor, tu perseverancia, que no puedes soportar a hombres malos, que
probaste a los que dicen ser apóstoles y no lo son y los hallaste mentirosos, tienes
perseverancia, soportaste pruebas por causa de mi nombre, (mucha prueba, mucha
tribulación, pero soportó la prueba por causa del nombre de Jesús), no desmayaste, te
mantuviste firme”. Una iglesia que el Señor honra por todo lo que ella representa de
comunión, de vida de relación, vida de compromiso, vida de perseverancia. Una iglesia
con unas cualidades impresionantes, con buenas intenciones inclusive. Pero el Señor le
dice: “tengo una cosa contra ti, solo una cosa, que ustedes abandonaron, dejaron el
primer amor.”
Yo estuve pensando en ese primer amor, cuando el Señor escribió la primera carta a
Éfeso. El apóstol Pablo también escribió siete cartas. Juan escribió las siete cartas de
Apocalipsis. Pablo durante su vida también escribió siete cartas a siete iglesias. Y él
escribe también a Éfeso. Y habla de la fe y del amor que existían en aquellos hermanos.
Ef. 1:15 “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y
de vuestro amor para con todos los santos...” Era una iglesia reconocida como llena de
mucha fe y de mucho amor, que tenia la aprobación del Señor en su vida natural.
Los peligros que enfrentaría esta iglesia
Pero cuando el apóstol Pablo estaba yendo en dirección a Jerusalén, él sabía que de
allá no volvería más, que quedaría preso. El Espíritu Santo le decía claramente que
moriría. Y manda llamar a los presbíteros de la iglesia de Éfeso. Reúne a los presbíteros
de la iglesia, -tal vez el número de presbíteros era de 40 ó 50. No sabemos cuántos
pero sabemos que era una iglesia grande- y les dice: “Y ahora, he aquí, yo sé que
ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá
más mi rostro. Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre
de todos; porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios.” (Hechos 20:25-27)
Porque Pablo estuvo tres años en Éfeso predicando el evangelio del Reino. “Por
tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto
por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia
sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos
rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres
que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.” (Vs.28-30)
Pablo llama a los presbíteros de Éfeso y les hace una exhortación, una advertencia.
Dice que después de su partida entrarían lobos rapaces, que no perdonarían al rebaño.
Pero luego va más lejos, porque dice “de vosotros mismos se levantarán hombres que
hablen cosas perversas”. El apóstol Pablo no dice que se levantarían hombres
perversos hablando perversidades, sino hombres serios, hombres comprometidos,
hombres que por el nombre de Jesús habrían sufrido persecución, tribulación,
soportarían la prueba, serían perseverantes, habrían trabajado con fervor, con mucho
entusiasmo, con mucha fe. Pero Pablo les dice “de entre vosotros se levantarán
hombres que hablen cosas perversas”. Hombres serios que hablarían cosas perversas.
Hoy tenemos muchos hombres en medio de la iglesia, hombres comprometidos con la
palabra de Dios, con Dios, pero infelizmente muchos están hablando cosas perversas.

Tal vez en español la palabra perverso tiene una connotación de inmoralidad sexual;
pero en hebreo significa torcer, desencaminar, desviar, oponerse, conspirar contra los
propósitos y planes salvadores de Dios. Desviar del camino cierto, corromper la mente.
Hay muchos líderes que conocemos, a quienes no podemos acusar de inmoralidad,
de desvío de dinero, o de avaricia, pero muchos están hablando cosas perversas.
Cuando hablan de divorcio y recasamiento, están hablando cosas perversas, y Pablo
dice que arrastrarán al rebaño, llevarán al rebaño tras ellos.

Timoteo en Éfeso
Ahora, cuando el apóstol Pablo estaba en Éfeso, puso a Aquila y Priscila para que
cuidaran de la iglesia allí. Pero también mandó que Timoteo cuidara de la iglesia de
Éfeso. Timoteo llevó un buen tiempo de su vida cuidando de esa iglesia.
Veamos 1 Tim. 1:3: “Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a
Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina,”
El apóstol escribe a Timoteo y le da una directiva, y él lo dejó para dos finalidades,
según mí entender:
1. Amonestar a algunos, (ciertas personas, en portugués) porque ya existían
ciertas personas que estaban enseñando cosas perversas, enseñando otra
doctrina.
1:4 “ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas
más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora.”
En la iglesia ya existían ciertas personas que estaban perjudicando, pervirtiendo a la
gente, arrastrando a los discípulos.
En una iglesia cercana a Éfeso
Es muy interesante que el apóstol Juan estuvo preso hasta el año 96, cuando
Domiciano era emperador de Roma. Cuando Domiciano murió, surgió un nuevo
emperador que dio amnistía a todos los presos políticos. Juan sale de Patmos y va a
Éfeso; allí escribe el evangelio después de Apocalipsis, después la primera, segunda y
tercera carta. Cuando él estaba en Éfeso, inclusive María estaba con él; él siguió
cuidando de la madre de Jesús y estaba allá con ella. Ella murió en Éfeso.
Cuando Juan escribe la tercera carta, la escribe para Gayo. Había tres presbíteros en
aquella iglesia. Yo estuve investigando, y esa “señora elegida” era una iglesia que
estaba en una ciudad vecina a Éfeso, dependía de Éfeso, estaba bajo su autoridad.
Cuando él escribe, escribe para Gayo, Demetrio y Diótrefes, que eran los tres
presbíteros de aquella iglesia. Era una iglesia grande, tenía tres presbíteros.
Ya en aquella iglesia tenían a un tal Diótrefes que quería ejercer la supremacía del
presbiterio. Un hombre que estaba desviando a los hermanos de la verdad. Juan honra
la vida de Demetrio, honra la vida de Gayo, pero dice: “Mira, Diótrefes ha causado
muchos problemas.” Leamos el vers. 9:”Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual
le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe.” Tal vez era una cuarta carta,
pero Diótrefes no quería que los hermanos la leyeran. Despreció el ministerio
apostólico, el ministerio de Juan.
V.10: “Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con
palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los
hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia”. O sea,
a los hermanos que recibían la verdad y querían el apostolado de Juan, no se lo
permitía.
V.11: “Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero
el que hace lo malo, no ha visto a Dios.
V.12: Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma; y también nosotros
damos testimonio, y vosotros sabéis que nuestro testimonio es verdadero”.
El presbiterio de la iglesia estaba dividido. Con Diótrefes causando mucho problema
en la Iglesia.
La advertencia de Dios a la iglesia
Volvamos a la 1ª carta a Timoteo. Él habla también de otra cosa: exhorta a los
hermanos para que no se ocupasen de fábulas y genealogías sin fin, que solo
promueven discusiones. La Iglesia de Éfeso no recibió la advertencia.
En Belo Horizonte Dios nos está advirtiendo. Ha hablado muy serio con nosotros, que
debemos quedarnos con pocas cosas bien aprendidas, bien practicadas, bien
repetidas, para ser bien transmitidas a otros. Estamos ocupándonos con pocas cosas
que son fundamentales. Porque ¿cuándo comienzan los ministerios de los llamados
“estrellas”, los que andan en las nubes en el espacio sideral, aquellas jirafas que comen
de las copas de los árboles? Nosotros estamos aprendiendo que debemos ser como
ovejitas que comen pasto.
Tenemos que entender que esas fábulas comienzan con hombres queriendo ejercer
una autoridad en la iglesia basada en mensajes, en predicaciones. El Señor nos dio una
orden. La tarea más noble de un apóstol, de un presbítero, es hacer discípulos. Hacer
un discípulo no es predicar el evangelio desde el púlpito a las masas. Es ganar a una
persona y formar a esa persona. Dios nos está exhortando a quedar en esas pocas
cosas. Porque había en ese tiempo en Éfeso personas que querían ocuparse en fábulas
sin fin, en genealogías, para descubrir los misterios del Reino de Dios. Y despreciaban
las pocas cosas. Aquellas pocas cosas que recibieron en el principio, por ejemplo que
Dios quiere tener una familia de hijos semejantes a Jesús. ¿Cómo quiere que lo
hagamos? Siguiendo la estrategia de Dios: el servicio de todos los santos ¿Cuál es el
servicio de los santos? Ser testigos y proclamadores del Evangelio. ¿Cómo se desarrolla
ese servicio? Concientizando, equipando, relacionando, y movilizando a los santos para
el trabajo. Pocas cosas. Esa es la base, el fundamento que recibimos del Señor, y
nosotros no vamos a dejar perder esas cosas.
Dios nos está advirtiendo. Dios advirtió a Israel, pero Israel no escuchó. El Señor dijo
“si ellos supiesen lo que les espera, me oirían”. Aquí el Señor está exhortando a la
iglesia de Éfeso, y a nosotros a través de ella. Nos está corrigiendo. Pero además habla
de otra cosa. Pablo advierte a Timoteo para que advierta a la iglesia:
“Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de
buena conciencia, y de fe no fingida,” (1ª Tim.1:5)
Muchos hombres caen ahí. Son personas solas, aisladas. Se vuelven hipócritas. ¿Qué
es un hipócrita? El antónimo es sincero. Cuando los escultores hacían las estatuas de
los reyes, a veces estaban un año con un solo trabajo, con el cincel. Muchas veces se
les iba la mano un poco más pesada, y se partía la nariz, luego de mucho trabajo
paciente. Entonces tomaban un poco de cera, y tapaban el agujero. Luego venía el que
había encargado el trabajo, inspeccionaba la estatua, y cuando llegaba el momento de
pagar, preguntaba: “¿sin cera?” De allí surge la raíz de la palabra sincero. Hombres que
comienzan a andar solos, a actuar solos, a pensar solos, van perdiendo la visión. Y para
mantener el rebaño, tienen que inventar cosas. Porque Dios nos llamó para pocas
cosas. Estamos viviendo un tiempo en que Dios nos está advirtiendo.
La última advertencia a Efeso
Ahora, el Señor se vuelve a la Iglesia treinta años después. El Espíritu Santo lleva a
Juan a escribir a Éfeso. Y Éfeso ya ha caído. El Señor le dice:
“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde
has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y
quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”. (Apoc.2:5)
El candelero es lámpara, es testimonio. El Señor dice “quitaré tu testimonio de este
lugar”. Hoy en Éfeso solo quedan ruinas. No existe más esa iglesia. Se pulverizó. Son
musulmanes todos. Porque no se arrepintieron. No volvieron a practicar las primeras
obras. El Señor les dice “recuerda de dónde has caído”. El apóstol Pablo advierte aquí
en 1ª Timoteo. ¿Cuándo cayeron? Cuando comenzaron a producir sermones, fábulas,
genealogías sin fin, comenzaron a entrar en discusiones. Cuando hombres comenzaron
a tener primacía en la iglesia. Cuando dejaron entrar el espíritu del nicolaísmo. El Señor
dijo: “Odio a los nicolaítas”. ¿Quién era Nicolás? Posiblemente, uno de los que fueron
elegidos diáconos en Jerusalén. No lo podemos afirmar, pero algunos estudiosos dicen
que podría ser él. Y tal vez Nicolás estaba en aquella reunión, en la que Pablo exhortó a
los ancianos de Éfeso por el peligro de hombres que hablarían cosas perversas para
arrastrar a los discípulos. Es impresionante que aquí en Éfeso existían las obras de los
nicolaítas, pero algunos años después en Pérgamo ya era doctrina. Se había
transformado en algo legítimo. La iglesia se desvió de la verdad, se perdió. Y nosotros
estamos bajo mucho temor de Dios, porque el apóstol Pablo escribe a Éfeso, y treinta
años después Juan escribe a Éfeso. Treinta años es el tiempo para comenzar la
decadencia de un mover de Dios. Lo más difícil no es recibir una visión, lo más difícil es
mantener una visión. Mucho más difícil es mantener la visión. Y Dios nos dio una
visión, amados.

Las primeras pocas cosas
Les quiero decir que cuando escuché estas cosas por primera vez, yo era un pastor de
una iglesia evangélica. Fueron estas cosas pocas y simples que impactaron mi corazón.
Yo quedé impresionado cuando oí hablar del Propósito Eterno, que Dios quiere una
familia de hijos parecidos a Jesús. Con hijos obedientes, sujetos, con maridos que
aman a sus esposas, esposas que se sujetan a sus maridos. Pero no tenemos ambiente
en la iglesia para estas cosas, si deseamos muchas cosas. Tenemos que mantenernos
en las pocas cosas. Para mi entender, cuando hablamos del Reino de Dios, se resume
en tres cosas: hijos que se someten a sus padres, maridos que aman a sus esposas,
esposas que se sujetan a sus maridos. Esta es la mayor expresión del reino de Dios.
Cuando miras la primera familia, ¿cuál fue el resultado? Un hombre flojo, una mujer
insujeta, un hijo muerto, y el otro asesino. Pero Dios quiere restaurar ese hogar. Con
pocas cosas. Pero no hay espacio. Queremos muchas cosas, andar en las nubes. Pablo
quedó tres años en Éfeso. Y les dice “les pasé todo el consejo de Dios”. ¿Y cuál es el
consejo de Dios? Son las cosas relacionadas con todas las áreas de nuestra vida:
finanzas, trabajo, relación con Dios, relación con los hermanos, familia, carácter
personal, principios elementales de la fe en Cristo, desarrollo del Propósito Eterno.
Esto resume nuestro papel como discipuladores, como líderes. ¿Para qué llenarnos de
tantas cosas?
Yo fui pastor de iglesia evangélica muchos años, y tenía congregaciones grandes.
Pero nunca formé un discípulo. Nunca. Hoy miro a la iglesia en Belo Horizonte, y ¡tengo
discípulos hoy! Gente que agarré en las calles, y hoy está formada en Cristo. Estamos
formando líderes, presbíteros de la congregación. Amados, ¡qué más queremos que
esto! El Espíritu Santo nos está advirtiendo para que no erremos el camino. Él advirtió
a la iglesia de Éfeso, pero ella no escuchó. Así como él advirtió a Israel; vean la
advertencia que Dios hace a Israel, mostrándoles toda la trayectoria que tendrían en el
futuro. Pero Israel no oyó. Y hoy también el Señor está advirtiendo a la Iglesia.
También mostró el futuro de la Iglesia aquí en las cartas. ¿Cómo lo vamos a hacer? Yo
me siento bajo mucho temor este tiempo. Temor de Dios. Porque en Belo Horizonte
estamos ya con diecisiete años de existencia. Pero Salvador ya tiene treinta años. Otras
localidades, veintinueve. Está llegando el momento de la declinación, de entrar en la
caída. ¡Pero no vamos a caer! Vamos a mantenernos en la visión que Dios nos ha dado.
Si hemos perdido alguna cosa, ¡volvamos! Paguemos el precio que tengamos que
pagar, ¡pero volvamos! Para que Dios nos apruebe. No nos interesan los aplausos de
hombres, queremos que Dios nos aplauda, nos honre. Yo me siento advertido, me
siento disciplinado por Dios. Dios nos está corrigiendo.
Yo les quiero decir que estoy debajo de mucho temor estos días. Porque comienzo a
mirar lo que sucedió a Israel. ¿Cuándo cayó Israel? Aquel día cuando Jesús entró en la
ciudad montado en un burrito, y los niños y personas simples clamaban “¡Bendito el
que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna!” Las autoridades, los fariseos, pedían que
se callen. Porque estaban usando una expresión que era para el Mesías. Pero Jesús
dice: “Si ellos callaren, las piedras clamarán”. Y Jesús se vuelve a Israel y dice: “Vuestra
casa os es dejada desierta, hasta el día en que digáis: ¡Hosanna, Bendito el que viene
en nombre del Señor!”. Ahora, Israel es una nación como cualquier otra.
Amados, queremos volver atrás. Y ver dónde caímos. Queremos ver de dónde hemos
caído. Queremos que Dios nos ayude, que tenga misericordia de nosotros. Que nos
corrija, nos discipline. Porque queremos recibir la aprobación de Dios cuando
lleguemos allá, en el fin.

Daniel Divano: El último día de vida de Iván (él murió el viernes 30 de diciembre) yo
estuve con él desde las 10 de la mañana hasta la 1:30 de la tarde. Él falleció a las 8, ó 9
de la noche. Por supuesto que ni imaginamos que ese era el último día de su vida. Pero
a la mañana leímos juntos las siete cartas de Apocalipsis. Él me pidió que yo las lea.
Cuando terminamos de leerlas, Iván me miró y me dijo: “- Daniel, este es Dios
advirtiendo a la Iglesia de hoy, sobre cómo son sus juicios. Cómo van a ser sus juicios a
la Iglesia. A lo que hay que prestar especial atención, es a las advertencias que Dios le
hizo a las iglesias, para no equivocarnos”. Él lo tomaba como una bondad de Dios para
la Iglesia de hoy, de conocer cómo va a ser juzgada. Porque hay posibilidad de que ese
juicio no llegue, si son atendidas las advertencias. Esa fue la última palabra que recibí
de Iván.

Oración final: Padre nuestro, te pedimos que nos ayudes a mantener esta visión que
nos diste, de una Iglesia simple, con cosas simples. Espíritu Santo de Dios, llévanos a
arrepentirnos de todo aquello que no es sencillez, de lo que no pusiste en nosotros. No
queremos hacer crecer la iglesia confiando más en nosotros mismos que en tu poder,
Señor. Ayúdanos, Señor, ten misericordia de nosotros. Que podamos ser sensibles para
no salirnos del camino. Que podamos seguir en pos de la meta, del Propósito Eterno.
Llévanos a la sencillez, a las pocas cosas. Llévanos a producir lo que tú quieres que
produzcamos: discípulos, vidas. Ten misericordia de tu iglesia, Señor. Somos
instrumentos en tus manos. Abre nuestros ojos. Que podamos entender lo que tu
Espíritu nos está mostrando a cada uno. Abre nuestros oídos. Que podamos conducir a
tu Iglesia conforme a tu Voluntad, a tu dirección. Amén.

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