sábado, 12 de abril de 2014

La Parábola de las diez vírgenes - Marcos Moraes





Querido rey de gloria, nosotros  no somos aptos para este libro, ni para hablar, ni para oír, más hemos experimentado del poder de tu Espíritu para que nos ayudes, y confiamos que hoy una vez más tú nos socorres. Bendito sea tu nombre Señor.

Vamos a abrir en Mateo 7: 21-23, esta son unas palabras que la iglesia nominal más necesita oír hoy, nunca, yo me imagino que nunca en otra época hubo como hoy, tanta gente, y en tan grande cantidad, que dice Señor, Señor, y no hace la voluntad del Padre, hallo que nunca fue como hoy.
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino aquel que cree en mi misericordia”.

Parece que yo siempre hablo erradamente, ¿no? Es porque quedo pensando lo que dice los libros de teología, me entienden, ahí en vez de leer lo que dice la biblia, digo lo que está en los libros de teología, y me enredo.

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.

Este mensaje fue aquello que nosotros comenzamos a entender treinta años atrás, cuando comenzamos a vislumbrar que había un evangelio que no era aquel evangelio de ofertas que nosotros vivíamos, hoy sin embargo, ya habiendo vencido esa etapa, el Señor nos confronta con la parábola de las diez vírgenes en Mateo 25.

Vamos a abrir en Mateo 25, no vamos a predicar sobre Mateo 7, pensamos que eso de ahí es una etapa vencida hace muchos años, ¿no?

Antes de leer la parábola, me gustaría decir algunas cosas, después entramos en la lectura.

Primero quería que los hermanos reparasen conmigo el contexto de donde está esta parábola, en que días Jesús habló esta parábola, que estaba aconteciendo, principalmente cual era el comportamiento de Jesús en esa etapa. Si usted tomara y da una leída a todo el libro de Mateo, de extremo a extremo, usted va  a observar una drástica mudanza de la postura de Jesús a partir de la entrada triunfal en Jerusalén. 

Desde el capítulo 21, Mateo describe la entrada triunfal, y poco después de la entrada triunfal, usted ya ve a un Jesús que el evangelio humanista no gusta de ver, el evangelio humanista gusta de ver solo el evangelio con Jesús con los niños colgados de su cuello, el evangelio con Jesús lleno de amigos que están sobrecargados, el evangelio humanista solo quiere ver eso.

Ese Jesús que entra en el templo y sale dando puntapiés para todo lado, a ese Jesús, a nadie le gustaría tenerlo, no; y si alguien quisiera o intentara imitar a ese Jesús de ahí, también sería echado fuera de la iglesia.

Yo pienso que había un espíritu de urgencia en los últimos días de Jesús, yo veo a Jesús a partir de esa época, a partir de esa hora, a Jesús luchando con todas sus fuerzas, contra todo tipo de engaño y religiosidad, que había en Israel y que podría inclusive alcanzar a sus discípulos, Jesús sale allí golpeando en aquella gente, derribando mesas, un escándalo, un Jesús que hoy sería considerado maleducado.

Después, ya tuvo el tema de la higuera, la higuera no da fruto, ¿qué culpa tenía la higuera?, diría un humanista, estaba ahí la higuera, él la miró, estaba con hambre y no encontró fruto, y él le dice: “nunca más salga fruto de ti”.

Comienza a hablar parábolas, todas ellas de profundas advertencias, cuando llega al capítulo 23, él va sobre los fariseos, con un lenguaje que hasta entonces, él no había usado en aquella medida, en frente de todo el mundo él dice: “¡Ay de vosotros, ay de vosotros, hipócritas, sepulcros blanqueados!”.

Jesús da un cambio de rumbo aquí.

En el capítulo 24 nosotros vemos el sermón profético sobre su venida, y según mi lectura, lo que yo he observado, cuando llega al capítulo 25, él no cambia el tono, el tono continua siendo de una fuerte advertencia.

Yo considero amado a la parábola de las diez vírgenes, la parábola más importante para nuestros días.

Antes de leer quiero añadir una a dos cosas más, tengo tres a cuatro años que yo siento una presión del Espíritu de Dios para ir hacia esta parábola, y yo por buen tiempo me resistí, yo resistí inclusive porque la lectura rápida de esa parábola, ya me incomodaba mucho, pasaba mis ojos por este texto, y ya me perturbaba, y si iba a sumergirme en un negocio de eso, entonces yo me quedaba resistiéndome.

Varias veces yo sentía que yo tenía que hacer una reunión en Salvador, y tomar esta parábola, y que los hermanos lo lean, y decir a los hermanos, ahora vamos a orar, más yo nunca lo hice; hasta que el año pasado estando en los Estados Unidos, los hermanos de allá están en el estado de Massachusetts, están también en varias ciudades allá, y yo estaba yendo en todos aquellos lugares, y en una tarde de sábado, en el primer encuentro que yo estaba teniendo, fue llegando la hora de la reunión, y yo estaba allí hablando con el Señor, “y Señor, como es con esta reunión, está llegando la hora de la reunión y aun no has colocado nada en mi corazón” y me comencé a quedar nervioso, “y Señor, ¿voy a inventar una predicación aquí? ¿cómo voy a hacer?”. Y me fui quedando así, llegaban los hermanos y ya se estaban sentando en el local, era una sala muy grande, los hermanos se estaban sentando, y yo dije: “Señor y allí, los hermanos van a querer que yo les comparta, y tu aun no me has hablado nada todavía, ¿qué es lo que tengo que hacer aquí?”; y un vez más el Señor me dice: “la parábola de las diez vírgenes”; “y yo no sé lo que voy a decir”; “lea”; “entonces vamos a leer”.

En aquella tarde, allí nosotros conversé a los hermanos, miren hermanos no sé ni lo que voy a hacer aquí, solo sé que el Señor me mandó leer esta parábola.

Y allí en aquella tarde junto con aquellos hermanos leímos esa parábola, y el Señor allí mismo comenzó a hablar mucho a nuestros corazones allí, y después salimos por todas las ciudades de alrededor, leyendo la misma palabra que compartimos.

Tamaño impacto está produciendo sobre mi estas palabras de Jesús, que el año pasado yo hice una cosa que nunca había hecho, tomé mi agenda y marqué para ese año pasar por el mayor número posible de ciudades en el Brasil, para compartir esa palabra.

En Abril, en un periodo de 20 días pasé por 14 ciudades, hice un esfuerzo y estoy haciendo un esfuerzo que en aquella época de mi mayor vigor físico yo no hacía, tal urgencia que yo siento en mi corazón respecto de esta parábola.

Por hoy día, he oído y he dicho: “Hermanos el Señor está haciéndonos una invitación, está mandándonos un aviso, yo vine aquí amados a dar un aviso de parte del Señor”, así he dicho en cada ciudad por donde yo he pasado.

Hay muchas cosas en nuestra teología que tal vez usted lea y sepa que hacer, nosotros no somos seguidores de teologías, Jesús habló, vamos a leer, tenemos que creer y sujetarnos. ¿Amén?

Ahora vamos a hacer la siguiente propuesta, vamos a pasar bien lentamente al leer esta parábola, procurando ir paso a paso, a través de preguntas que nosotros tenemos que responder para nosotros mismos esas preguntas, preguntas muy simples que necesitan de respuestas muy simples, destituidas de cualquier sofisticación, de oratoria, de interpretación, sea lo que fuera.

Y antes de leer, ya paso a hacer la primera pregunta.

La primera pregunta es: ¿Cuál es el tema de esa parábola?

Entonces voy a sugerir a los hermanos que leamos la parábola con una atención, buscando expresar de alguna forma que cosa es en resumen, cual es el tema de la parábola, no todo lo que ella significa, sino simplemente el tema fundamental, el tema principal de la parábola. ¿Amén?

Entonces vamos a leer Mateo 25:

“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a encontrarse con el novio. Y cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Las necias al tomar sus lámparas, no llevaron aceite consigo, sin embargo las prudentes además de sus lámparas llevaron aceite en sus vasijas. Y tardándose el novio, fueron todas tomadas por sueño, y se durmieron. Más a medianoche se oyó un grito: Es el novio, salid a su encuentro. Entonces se levantaron todas aquellas vírgenes y prepararon sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se están apagando. Mas las prudentes respondieron: No, para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden y compradlo. Y saliendo ellas para comprar, llegó el novio; y las que estaban preparadas entraron con él para las bodas; y se cerró la puerta. Más tarde vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, Señor, ábrenos la puerta! (¿ustedes ya vieron esa historia en otro lugar? Señor, Señor) Más él respondió: En verdad os digo que no os conozco. Vigilad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”.

Entonces amados, ¿cuál sería el tema de esta parábola? Dos o tres hermanos que están aquí, ya oyeron dos a tres veces, nosotros conversamos sobre esta parábola, yo les pediría a estos hermanos que no respondiesen, para dar oportunidad a los demás a razonar.

Vamos a ver, que es lo que ustedes dicen: ¿Cuál es el tema de esta parábola? A ver, por allí dicen: prudencia, vigilancia (está incluido, más no es el tema), la vuelta de Jesús (está más cerca esa respuesta), obediencia (está incluido, más no es el tema de la parábola), salvación (si vamos juntando lo que uno dice y otro dice, ya nos vamos a acercando), arrebatamiento (está por el perímetro), el casamiento, las bodas (eso es la mitad del tema). 

El casamiento de la Iglesia con Cristo, las bodas del cordero y………
Voy a resumir, si quisiera dar un título a este tema sería, las bodas de Cristo y quien entra y quién no entra, ese es el tema de la parábola.

El casamiento del novio, y quienes son los que van a participar, y quienes se van a quedar afuera, ese es el tema.

Si usted quiere participar de ese casamiento, no hay parábola más importante para usted que ésta.

Deje de lado esta parábola, y usted corre el riesgo de quedarse  afuera.
El casamiento, las bodas del cordero, ¿y quiénes serán los participantes de esas bodas? 

Vamos para la segunda pregunta¿De quién Jesús está hablando aquí?

Una pregunta sencillísima, ¿quiénes son las diez vírgenes? ¿Quién? ¿Están seguros? Quién esté seguro diga amén, entonces tenemos un problema serio aquí, yo también digo amén, más nos quedamos con un problema…………..

En la matemática de Jesús, la mitad de la iglesia está quedando afuera, y no está hablando aquí de religiosos, está hablando de iglesia. Obviamente que Jesús se está refiriendo a la iglesia, ese lenguaje es muy obvio, diez vírgenes. Si Jesús estuviese hablando de la iglesia y de los impíos, aquí sería cinco vírgenes y cinco prostitutas. Vírgenes en las escrituras, es un tipo de aquello que fue purificado.

Marcos, ¿tú estás diciendo que hay gente purificada que va a quedar afuera?

Mira, yo no puedo decir aquí para usted afirmaciones que no están en la biblia, yo no voy a hacer una afirmación categórica. Ahora, usted tiene que mirar lo que Jesús está diciendo, que hay vírgenes que van a quedarse afuera.

Tercera pregunta¿cuál es la diferencia entre las cinco insensatas, necias, y las cinco prudentes? ¿Cuál es la diferencia de las dos? La reserva de qué….del aceite, ¿solo eso?, si, solo eso.

La única diferencia entre las que no entran y las que entran es el aceite, eh, ese tema del aceite como es de importante ahora ¿no?

¿Qué haría usted sin ese aceite?

Ese aceite se volvió la cosa fundamental.

¿Quiere usted participar de las bodas?

Hermanos, la condición es el aceite, consigue y junta ese aceite, o usted se va a quedar afuera, dice Jesús.

Qué doctrina loca, ¿no? Menos mal que no es mía, es de Jesús.

Cuarta Pregunta: Bien, la próxima pregunta, ¿qué es ese aceite?

¿Qué dicen por ahí? Fe y vigilancia; más la vigilancia es para tener el aceite, la vigilancia no es el propio aceite, los que vigilan van detrás del aceite, más la vigilancia no es………el aceite.

Hermanos, todas las veces que aparece la palabra aceite en la Biblia, ya sea en el Antiguo o ya sea en el Nuevo, es el Espíritu Santo, ahí no hay como equivocarse, todas las veces que aparece la palabra aceite, no tenga dudas, está hablando del Espíritu Santo; Dios no va a hacer o traer confusión.

Usar el aceite como figura de algo en una ocasión, y usar como otra figura en otra ocasión.

Aquí, mis queridos, es el Espíritu Santo, la cosa aquí tiene que ver con el Espíritu Santo.

Bueno, llegamos hasta aquí, ya sabemos cuál es el tema, casamiento, quien entra y quién se queda afuera, ya sabemos a quién Jesús se está refiriendo, a la iglesia; está hablando de que algunos en la iglesia participan y otros no; ya sabemos cuál es la diferencia entre uno y otro, la diferencia es el aceite; ya sabemos que ese aceite tiene que ver, obviamente con el Espíritu Santo.

Ahora, tenemos que detenernos y meditar un poquito.

Nosotros estuvimos viendo, ya no sé si fue ayer o si fue hoy, hoy en la mañana, sobre el Espíritu Santo, como la iglesia ha errado, como hemos errado, cuando siempre que se habla del Espíritu Santo, para nosotros se está hablando de milagros, dones y unción; milagros, dones y unción.

Podríamos ver aquí una lista enorme de todo en donde el Espíritu Santo participa, él envía gente a la obra de Dios, es él quien trae revelación, es él el que ilumina nuestros ojos, es él quien da conocimiento de Cristo, es él el consolador, él es quien da poder para testificar, él es quien convence al pecador, él es quien da los dones, él es quien trae a Cristo Jesús para dentro de nuestro corazón, es él quien hace todo.

Pues bien, en esta parábola, ¿a cuál obra o manifestación del Espíritu Santo Jesús se está refiriendo aquí? Porqué si fuera todo que tiene que ver el Espíritu Santo, hermanos, no va a entrar ninguno. Imagina que si yo tengo que tener toda revelación, yo tengo que manifestar todos los dones, yo tengo que tener todo conocimiento de Cristo, tengo que andar siempre consolado y consolar todo el tiempo a todo el mundo, no entra ninguno.

¿A cuál obra del Espíritu Santo, Jesús se está refiriendo, cuando él habla de aceite aquí? Aprendí con mi primer querido discipulador Moacir que una parábola no es alegoría, una parábola tiene un sentido fundamental.

Queridos, el sentido común, nos obliga a entender que ese aceite aquí, obviamente tiene que ver con el tema de la parábola. El tema de la parábola aquí, no son los dones; el tema de la parábola aquí no es unción para predicar, poder para testificar; el tema de la parábola aquí no son los milagros.

¿Cuál es el tema de la parábola entonces? Casamiento, y ese aceite tiene que ver con la obra que el Espíritu Santo hace en la novia, para que ella sea novia, como una novia es y debe ser.

¿Cómo es una novia? ¿Cómo son los novios, dos novios? ¿Qué es lo que ellos más gustan de hacer?

Si son novios, y no quieren estar juntos, ustedes creen que ese casamiento va a ser exitoso.

Un novio, una novia, es aquel, aquella, que desea al otro, que desea.

El primer elemento de una unión entre un hombre y una mujer es el deseo; cuando dos novios están juntos, ¿qué es aquello sobre lo que más hablan?; mejor dicho, ¿cuál es el único tema de ellos? “Ya nos vamos a casar”, sobre el día del matrimonio, “cuantos días faltan”, “donde va a ser la luna de miel”; no piensan en otra cosa, eso es novio, esa es novia.

Yo creo de todo mi corazón que ese aceite tiene que ver con la parábola; ese aceite es la obra que el Espíritu Santo está haciendo en la iglesia para que ella verdaderamente tenga un corazón de novia, ella solo piensa en ese matrimonio, ella solo quiere conversar con él sobre eso, ella no tiene otro interés, ella quiere estar con el novio, la pasión de ella es el novio, la vida de ella está tomada por ese tema.

Cuando el Espíritu Santo hace esa obra en la novia, el Espíritu y la novia dicen: “Ven”.

Yo nunca entendí ese texto, solo con esta parábola estoy entendiendo lo que significa, el Espíritu y la novia dicen “ven”, porque la novia que está diciendo: “ven, ven, ven”, es la novia que está deseando y reuniendo de ese aceite del Espíritu, y está permitiendo al Espíritu Santo producir en su vida ese deseo intenso por Cristo que domina toda su vida.

La novia que tiene el aceite es aquella novia en quien el Espíritu Santo está haciendo esa obra.

El Espíritu Santo está paseándose en la iglesia y quiere hacer esa obra en cada corazón, algunos no están dejando, aquellos que están permitiendo esa obra que el Espíritu de Dios está haciendo en la iglesia, ellos se están proveyendo de  ese aceite, ellos no serán tomados por sorpresa.

Yo dije para ustedes al inicio, que yo anduve un tiempo huyendo de esta parábola, y quiero explicarles porqué.

Mi hombre natural al leer esta parábola, queda más o menos así, “oh Señor, ahora tú no estás exigiendo demasiado, ¿no?, está quedando pesado”, yo descubrí que en una parte de mi corazón había escondido algo más o menos así, voy a explicar mejor.

Las insensatas son vírgenes y se quedan afuera, ¿por qué razón antes fuimos a leer Mateo 7?, para hacer este paralelo. 

Cuando años atrás, comenzamos a entender el evangelio del reino, yo salí por todo lugar que podía, a donde me invitaban para ir, el texto fundamental que leía era Mateo 7, porque Jesús ahí descalifica a gente que está engañada, a gente que piensa que va a ser calificada, y está descalificada, más Jesús es drástico, y Jesús termina diciendo: “Apartaos de mi los que practicáis iniquidad”.

Como la casa del Señor está llena de iniquidad misturada con reuniones solemnes, ese mensaje que predicamos 30 años atrás basada en Mateo 7, era un mensaje bastante………, vamos a decir así, más fácilmente aceptable, porque cuando se llegaba a un lugar y decía: “Mira, si usted tiene mentira en su vida, si usted tiene engaño, si usted tiene adulterio, si usted tiene fornicación, y usted comienza a invocar el nombre de Jesús usted no va a ir a ningún lugar, porque no todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino aquellos que hacen la voluntad de mi Padre que está en los cielos”.

Muchos entendieron, y se libraron del engaño de la religión y se sujetaron a Cristo. Ustedes conocen centenares por el Brasil y afuera, que comenzaron a entender esto y se sacudieron, y se sujetaron, muchos abandonaron de prácticas inmorales hasta incluso prácticas que no son inmorales, pero que no son aprobadas por Dios, del tipo como el de que no se sujetan al marido, o que no aman a la esposa, que no se sujetan a los padres, todo eso a los ojos del Señor es iniquidad.

Mas aquel mensaje era un mensaje hasta cierto punto, uno dice así, más digerible, porque cualquiera que tenga una poco de conciencia, oye este mensaje y dice: “Realmente Dios no está obligado a aceptarme a que yo esté jugando con iniquidad”.

Es más fácil entender que los mentirosos, adúlteros, deshonestos, fornicarios no pueden heredar el reino de Dios, pero aquí no se habla de pecado, no hay ni una mención de iniquidad, y es por eso que yo huía de esa parábola, porque yo sabía que mi corazón iba a decir: “Señor, cómo es esto”. La gente dejó toda la iniquidad allá, dejó la iniquidad allá atrás, ahora viene aquí en la iglesia, está todo correcto, todo ordenadito, las contribuciones, asiste a todas las reuniones, todo correctito, ¿y va a quedar afuera, solo porque no tiene aceite? ¿Se quedará por falta de aceite?

Nuestro hombre natural puede hacer esos cuestionamientos, más nuestro espíritu, unido al Espíritu del Señor, no va a hacer esos cuestionamientos.

Nosotros ya vimos hace poco que el noviazgo involucra un deseo intenso por el otro; mas hay otro elemento importantísimo, indispensable para que sea un verdadero casamiento.

Los dos elementos fundamentales en la psicología, vamos a decir así, del casamiento son: deseo y entrega; desear y pertenecer.

Quiero hacer una declaración pública aquí, yo tengo una dueña, la verdad es que yo tengo tres dueños, yo tengo un amo y Señor absoluto, yo tengo a Rejani que es mi dueña, y después de Rejane yo tengo a la iglesia, a quien Dios me dio, yo soy de ella, la iglesia es mi dueña, pero Rejane está antes.

Cuando me casé con Rejane, yo me di para Rejane, mis mayores preocupaciones son con ella, yo sufro cuando alguien está mal en la iglesia, pero yo no aguanto ver a mi mujer con algún problema, yo quedo todo descabezado, si mi mujer está enferma, si mi mujer está triste, si yo hice alguna cosa por la que ella se entristeció, yo me quedo todo perdido.

Mis mayores cuidados pertenecen a ella, mis sentimientos de hombre pertenecen a ella. A mí por ejemplo me gustan las mujeres, desde niñito descubrí que me gusta la mujer, gracias a Dios ¿no?, porque hoy en día eso está quedando así  medio…., yo gusto de mujer, voy a decir que me gusta demasiado la mujer, demasiado. Solo que de este asunto, Rejane se adueñó de ese asunto.

Ese tema de que a mí me gusta las mujeres, pertenece a ella, ella es la dueña de ese tema, ella es dueña de mis ojos, ella es mi dueña. Nunca, los que conocen a Rejane saben que Rejane nunca hizo algún movimiento posesivo, porque cuando yo me casé con ella, yo me di a ella.

Ahora, yo les hago una pregunta a ustedes, no, antes de hacer una pregunta, déjenme hacer una afirmación; yo no sería loco de entregarme de esa manera para Rejane, de pertenecer tan entrañablemente a aquella mujer, si yo no tuviera la más absoluta certeza de que del lado de ella no habría la misma cosa.

Yo no me casaría, no; quien se casa sin eso, hay un sobrenombre para ese sujeto, “bobo”.

Él está todo apasionado, y ella……; pero yo la amo a ella, me muero por ella, pero ella……..toda indiferente, sería un gran bobo.

Ella es mía en todos los sentidos, ella tiene una sonrisa que me desarma totalmente, aquella sonrisa es mía, solo para mí es esa sonrisa.

Pero si no fuera así, yo me casaría con ella, esa fue la principal lección, una de las principales lecciones que yo pasé a mis hijos, mis hijos fueron creciendo y vieron eso, fue una de las catequesis más fuertes que hubo en casa.
Mira hijo, un día tú te vas a querer casar, usted tiene que hacer lo siguiente: Cuando tú quieras escoger una mujer para casarte, te voy a dos condiciones a considerar, primero, que sea igual a su madre, si no fuera igual a su madre, ni te acerques. Un día Felipe trajo a su novia y le dijo a su madre: “Madre, fue lo más parecido a ti que encontré en la iglesia”, je, je, je

El muchacho aprendió la lección.

Y otra cosa que les dije a mis hijos toda la vida fue: No se casen con una  mujer a la que no vean que no está lista para ir con ustedes a donde usted fuera; no se casen con una mujer a la que no ven que ella va a ser suya, no se entreguen a ella.

¿Qué hallan ustedes? ¿Fue buena instrucción? ¿Es sabio o está exagerado? ¿No tiene que ser así? ¿o tiene que ser bobo y entregarse a una mujer que después va a usar la pasión de él, la entrega de él? ¿es justo eso? ¿Amén? Amén.

¿Y con Jesús debería ser diferente? Jesús desea, desea, como ningún novio nunca deseó. Jesús se entrega, se entrega, se entrega, como ningún novio nunca se entregó

Jesús es amoroso, misericordioso, paciente, pero no es un bobo; Jesús no se va a casar con ninguna novia que no estuviera del mismo modo que él.
Porque Jesús después de toda la historia que oímos aquí, revisamos aquí, que tiene años de revisión, después de todo eso porque Jesús se casaría con una novia indiferente, que prefiere distraerse con el mundo, que prefiere la vida de esta tierra, que prefiere casar, comprar, vender, comer, no está hablando de pecado, no; va a ser como en los días de Noé dice Jesús, comían y bebían, se casaban y se daba en casamiento, no habla de pecado.

La cuestión no es pecado, la cuestión es para que usted vive, la cuestión es para quien usted vive, y cuál es la razón de su vida.

Cuando yo comencé a conocer mejor al Señor, comencé a asombrarme con cosas que son normales para nosotros en la iglesia, que se ven; los hermanitos lo hacen frente a los pastores, y los pastores ríen.

Aquel hermanito, aquella hermanita que usted conoce desde pequeñito, ahora está de novio, lo ve a usted y le presenta a la novia: “Marcos, te presento a mi novia”, “que bueno, ¿quiénes son tus padres?, en medio de la conversación, viene esa pregunta que es de costumbre, ¿y para cuando es el matrimonio?
¿Cuántas veces usted ha oído una respuesta como esta: “para el mes del año que viene”? “Si Jesús no viene antes, espero que todavía no venga”.

No es para reír, ese es el espíritu de la novia necia; el Espíritu y la novia dicen “ven”; la imprudente, mundana dice: “No vengas, quiero casarme primero, que aún no venga”.

Y si ese espíritu ronda en nuestro medio, ¿cuántas veces hemos oído una conversación de estas?

¿Para qué vivimos? ¿Para quién vivimos? La novia prudente está tomada del Espíritu peregrino, dice: “yo no soy de aquí, no me interesa nada de aquí, yo ya no quiero nada aquí, yo no espero nada de aquí. Señor ven, llévame de aquí, porque aquí hay muchas cosas que no son parecidas contigo.

Y no hay casamiento, no hay riquezas, no hay nada que asegure su corazón, un corazón de novia para con Jesús.

El fin de la parábola desenmascara a la virgen necia, vamos a darle una mirada al fin de esta parábola, vamos a ver como Jesús está plenamente justificado, vamos a ver como esa novia imprudente está desenmascarada.

“Y las necias dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se están apagando. Mas las prudentes respondieron: No, para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden y compradlo. Y saliendo ellas para comprar…..”

¿Qué es lo ellas quería ahora? Aceite, no tenía más.

¿Por qué ellas están desenmascaradas?

El corazón de ellas está desnudado, todo lo que ellas quieren es salvación, única y exclusivamente es ser salvas, ellas no quieren al novio. Ellas no quieren quedarse del lado de afuera, porque ellas saben que del lado de afuera están las tinieblas y el crujir de dientes, ellas quieren entrar, pero no es por causa del novio, el único interés de ellas es el de ser salvas.

Si ellas quisiesen al novio, ellas estarían llenas de aceite, porque querer al novio es estar llenas de aceite.

Y ellas desesperadas, porque están viendo que se están quedando afuera, la vida de ellas nunca fue centrada en conocer al novio, amar al novio, andar con el novio, descubrir los deseos de su corazón, procurar agradarlo, la vida de ellas nunca estuvo centrada en eso.

Ellas permanecieron años en la iglesia por un único motivo, no quedarse afuera, más no era por el novio.

Ahora amados, yo entiendo una palabra que nuestro querido Ivan Baker, en los últimos cinco a seis años en la vida de Ivan había algunos temas en que él repetía, repetía y repetía; y una de las cosas que Ivan más repitió, yo cuento para ustedes, y les voy a decir así: “hay mucha gente en la iglesia que tienen un corazón así, el corazón de ellos expresa este sentir, el sentir de ellos es: “¿Hasta dónde yo puedo disfrutar o gozar de este mundo, de esta vida, sin perder mi salvación?”.

Algunos en la iglesia quieren discutir hasta dónde va la libertad, el tema es hasta cuanto puedo usar mi libertad sin perder la salvación; corazón de la virgen necia.

El corazón de la virgen prudente no está haciendo esa pregunta, ella quiere saber que le agrada al novio, cómo puedo vivir para mi novio.

La virgen sabia está centrada en amar y agradar al novio.

¿Cómo está nuestro corazón? Algunos no andan detrás de riquezas, pero su corazón clama por el aplauso de los hombres.

Una vez un hermano amado, altamente estimado por mi corazón, llamado Daniel Divano, vive en Buenos Aires, nos contó la historia de un músico que dedicó gran parte de su vida a estudiar piano, fue progresando, progresando, hasta que él terminó teniendo como profesor al maestro que había en aquellas especialidades que él estaba tocando; y él entrenó, entrenó, entrenó, hasta que un día recibió una invitación para dar un gran concierto.

Dicen que este músico tocó de tal manera, que todos se maravillaron; cuando terminó el concierto, el público se levantó, aplaudió y aplaudió; pero algunos se extrañaron porque él no sonreía, y él fue quedándose mudo, cabizbajo, fue saliendo. Salió casi llorando del escenario.

Y un amigo se acercó y le dijo: ¿Qué pasó? Tú interpretaste maravillosamente, hace años que no se ovacionaba tanto a un concertista. Y el músico le dijo: “Mi maestro estaba sentado en la primera fila, y él se dio cuenta donde yo erré, y no me aplaudió”.

¿Dónde está nuestro corazón? ¿En recibir las honras de los hombres o el recibir agrado, la sonrisa de nuestro amado, la aprobación de él, la satisfacción de él?

La novia del libro de Cantares, ella entendía la parábola de las diez vírgenes, ella entendía lo que era un casamiento, ella decía: Yo soy de mi amado, y él es mío, él colocó una bandera en mi vida, puso su bandera sobre mí, el amor.

¿Usted sabe qué significaba la bandera? Principalmente en los tiempos bíblicos, las banderas eran colocadas en los palacios, significaba que ahí moraba el hombre que gobernaba sobre todo aquel país. Más las banderas hasta hoy son usadas en las guerras.

Una de las imágenes más populares en los Estados Unidos, es de una guerra, que ni me acuerdo cual fue, donde hay cinco a seis soldados clavando una bandera en el suelo. El ejército norteamericano conquistó Iwo Jima y colocaron esa bandera, y aquella foto es una foto emblemática del poderío militar de los Estados Unidos.

Los hombres clavan sus banderas después de derramar sangre, sobre una tierra llena de sangre, van y clavan sus banderas.

Jesús hizo una cosa parecida, pero al contrario, Jesús derramó su sangre, solo que esa sangre solo estaba alrededor de la cruz, y cuando yo vi esa sangre, yo me volví de él, y él tomó la bandera y me dijo: “Marcos ahora tú eres mío”

Yo soy de mi amado, y ahora él es mío.

Señor, que en estos días, tú nos des la gracia de alegrar tu corazón de novio, siendo como verdaderas novias, que quieren estar con su Señor, que aman la voz de su Señor, que ansían por encima de todo el día del casamiento, no principalmente para ser salvas, sino para poderte ver, besar tus pies, recibir tu abrazo, agradecerte profundamente, oh Señor haz eso en nuestra vida.

Llena nuestra vida de ese óleo, de ese aceite, para que el espíritu esté actuando en nuestros corazones, y que produzca un único sentir: “Ven, ven, ven”

Ten paciencia con nosotros, Señor; no desistas de nosotros, sabemos que somos difíciles, ten paciencia, y que tu Espíritu nos instruya todos los días.
Señor, bendito sea tu nombre. Amén

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