lunes, 25 de febrero de 2013

Qué hemos hecho con el Espíritu Santo - M. Moraes


Qué hemos hecho con el Espíritu Santo     

(Traducción y transcripción adaptada de un mensaje dado por Marcos de Moraes, de una serie de mensajes en un Retiro de pastores y líderes, en Porto Alegre, junio de 2010.)

Introducción
En estos días hemos procurado hablar sobre lo que recibimos en el principio, hace 30 o 35 años atrás, atentos a aquellas cosas que Dios desea que revisemos. Mirando las cosas que entendemos y practicamos, hemos visto cómo los paradigmas dificultan mucho este caminar. Debemos estar atentos para tener una mente libre de paradigmas.

El asunto que Dios me indica para esta mañana, es un tema que yo no quería hablar. Yo decía: “Dios, no me mandes hablar de esto”. Pero tengo que hacerlo. Tengo 6 páginas aquí y voy a explicar por qué. El tema que tengo que hablar es con referencia a qué hemos hecho con el Espíritu Santo de Dios. Algunos de los puntos que mencionaré son fruto de las conversaciones con mis compañeros en los últimos años.

Vamos a tratar este asunto porque creo que está lleno de paradigmas. Lo quiero hacer con mucho cuidado, y con la paz de que estoy en medio de los hermanos. Lo que voy a decir no es con respecto a tal o cual ministerio, a esta u otra ciudad, sino que estoy hablando de cosas que noto en todos lados.

Voy a abordar tres puntos, y quiero en cada punto dejar primero bien claro lo que no estoy diciendo, para luego poder decir lo que quiero decir.

Estos tres puntos son tres equivocaciones muy visibles en nuestro medio con relación al Espíritu Santo. Estos tres errores estorban y limitan la obra del Espíritu Santo.


1º) Cuál es el lugar que el Espíritu Santo tiene en la Iglesia. Cuál es el alcance de su ministerio

Lo que no estoy diciendo:
  • que no creo en milagros;
  • que no debemos buscar los dones del Espíritu;
  • que no es necesaria la unción del Espíritu;
  • que el Espíritu Santo es una cuestión secundaria.

No es esto lo que pienso, lo que creo o lo que quiero afirmar.

Un hermano considerado como apóstol en Brasil, estaba dando apoyo a unos hermanos de EE.UU. Él quería que estos hermanos se vincularan con él. Pero no fue así. Después de un tiempo, estos hermanos pidieron relacionarse con nosotros. Entonces este hermano fue allá a hablar con los presbíteros, y les dijo: “La Iglesia de Uds. necesita la cobertura de dos ministerios”. Luego les dijo el por qué: “Ellos tienen la Palabra, y nosotros tenemos la unción del Espíritu”, refiriéndose a nuestro ministerio y al suyo respectivamente. Les aclaró diciendo: “Si Uds. reciben solo a estos hermanos, van a tener la Palabra pero se van a quedar sin la unción del Espíritu”.

Cuando yo me enteré, me quedé pensando: “¿Qué visión es esa? ¿Es posible estar lleno de la Palabra sin la unción del Espíritu?”. Enfáticamente, no. Hablan así porque piensan que la unción es otra cosa, totalmente separada de la Palabra. Esto es un grave error.

¿Cómo pueden decir que no tenemos la unción, siendo que hablo en lenguas todos los días, y hace años recibí una sanidad por el don de fe que actúa en mí? ¿Cómo pueden decir esto, siendo que hemos multiplicado discípulos en los 5 continentes? ¿Con qué poder lo hacemos? No piensen por favor que me estoy defendiendo a mí o a mis compañeros. Yo solo quiero defender la verdad, y quiero defender aquellas cosas que entiendo que tengo que decir. El primer error serio que yo veo es en relación al alcance de la actuación del Espíritu Santo en la Iglesia.

Si conseguís un libro sobre el Espíritu Santo, seguramente va a hablar de milagros y de cosas sobrenaturales. Sucede que al hablar del Espíritu Santo se enfatizan los dones, los milagros y las cosas sobrenaturales, cosas visibles a los ojos.

Con este énfasis, hemos convertido al Espíritu Santo en un fabricante de espectáculos, debilitando la comprensión de su inmensa importancia. Con este énfasis, hacemos del Espíritu Santo un refugio para aquellos que aman lo sobrenatural, pero esquivan el andar en obediencia, humildad y sujeción al Cuerpo de Cristo.

Esto sucede a causa de tener paradigmas errados. Creer que cada vez que interviene el Espíritu Santo debe haber milagros y cosas sobrenaturales, es un error.

¿Cuál es la verdad acerca del Espíritu Santo? Es muy simple. Todas, absolutamente todas las cosas en la Iglesia son realizadas por el Espíritu Santo. Él está presente en todas las dimensiones de nuestra vida personal y de nuestra vida como Iglesia.

El Espíritu Santo es el agente de la Trinidad. El Padre determina, el Padre quiere exaltar al Hijo, pero el Espíritu Santo es el que “se arremanga” y lo viene a hacer. Jesús estuvo en la Tierra durante 33 años, pero el Espíritu Santo hace más de 2.000 años que se encuentra obrando en la Tierra. El Espíritu Santo está con nosotros, en nosotros, sobre nosotros.

El Espíritu Santo es nuestro Maestro, es quien nos enseña las palabras de Cristo. Es el que nos trae vida, porque es el que aplica la palabra de Cristo a nuestro corazón.

El Espíritu Santo es el que nos consuela. Todos hemos recibido consolación del Espíritu en medio de pruebas, problemas, flaquezas, frustraciones, incomprensiones, calumnias, desánimos, depresiones. En todas estas cosas somos más que vencedores porque el Espíritu Santo nos ha consolado. Si no fuera por el Espíritu Santo, ya hubiéramos desistido de este Camino hace mucho tiempo.

Es más: el Espíritu Santo es el que unge nuestros ojos, es el que nos da el conocimiento de Dios. Pablo oraba pidiendo espíritu de revelación. ¿Qué es esto? ¿Es un espíritu llamado Revelación? No, es la obra de revelación que realiza el Espíritu Santo. Jesús nos es revelado por el Espíritu Santo. Participamos de Cristo aunque no le vemos, por la obra del Espíritu: ¿Alguien sabe la altura de Jesús? ¿Cómo es su nariz? ¿Cómo puede ser que vivamos todos los días con una persona que nunca hemos visto? Esto sucede porque el Espíritu Santo hace que Jesús sea la cosa más real de nuestra vida. Debemos proclamar: “El Espíritu Santo está en mí, y me muestra a mi Señor todos los días”.

El Espíritu Santo es el mejor regalo, el mejor tesoro que podemos haber recibido. Por eso no tengo envidia de Abraham o de Moisés. Tengo lástima de ellos, pues ellos no lo tuvieron.

El Espíritu Santo no solo nos revela a Cristo, sino que trae a Cristo para que more dentro de nosotros. Cristo vive en nosotros. ¿Cómo es esto, si Él está sentado a la diestra del Padre? Por el Espíritu Santo, que trae al Padre y al Hijo para que habiten en nosotros.

Dijo Jesús a los discípulos: “El Espíritu Santo está con vosotros, y estará en vosotros”. ¿Cómo dice “está con vosotros”? Ellos no lo habían percibido, pero el Espíritu Santo había habitado con ellos durante tres años, porque el Espíritu estaba en Jesús. Al estar con Jesús, estaban con el Espíritu Santo. Cada vez que veían a Jesús, estaban en contacto con el Espíritu Santo. Dicen las Escrituras: “Cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con Espíritu Santo y poder, y cómo anduvo haciendo bienes”. Jesús nos dice que eso mismo sucederá con nosotros, pues el Espíritu estará en nosotros. También dijo: “No los voy a dejar solos, les enviaré el Consolador”. Cuando ellos entendieron esto, quedaron pasmados. Juan en su carta dice: “En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros, al enviar su Hijo al mundo, para que nosotros vivamos por medio de Él” ¿Cómo podemos vivir nosotros por medio de Jesús? Por el Espíritu Santo que habita en nosotros.

El alcance de la obra del Espíritu Santo es aún mayor. Es solo andando en el Espíritu que vamos a vencer las concupiscencias de la carne. Esto es más importante que los milagros. Entonces, ¿por qué toda vez que leemos un libro acerca del Espíritu Santo habla de dones y milagros? Debemos enfatizar el llamado a andar en el Espíritu para no satisfacer los deseos de la carne.

El Espíritu Santo hace más todavía: trae la presencia de Cristo a nuestro medio. Cuando nos unimos, Cristo está en medio nuestro, y eso es una obra del Espíritu Santo.
Es el que manifiesta los dones; más aún, es el que nos ayuda a orar, porque ni eso sabemos.

Para ser testigos, necesitamos al Espíritu Santo. Muchos apilan libros que hablan del poder sobrenatural del Espíritu Santo, pero no los veo hacer discípulos. ¿Qué está sucediendo? ¿Qué cosa rara es esta?

Pero no termina ahí. Si el Espíritu Santo solamente te da poder para que te pares delante de una persona y hables, no va a pasar nada, nadie se va a convertir. También tiene que ir y convencer al sujeto de que lo que vos le estás diciendo es verdad. Él tiene que hacer todo.

No podemos imaginar ni una circunstancia en la Iglesia donde el Espíritu Santo no sea el agente poderoso y amoroso que hace las cosas.

Sin embargo, Él no quiere que pongamos la atención sobre sí. El Espíritu Santo no quiere destacarse. Su tarea, su función, es revelar a Jesús. El Espíritu Santo no quiere que pongamos nuestros ojos en Él, sino en Jesús. No hay ni un versículo en toda la Biblia que nos induzca a poner nuestros ojos en el Espíritu Santo. No obstante, hay libros dando vueltas por ahí, que están estableciendo paradigmas al respecto.

Ni siquiera en el Padre debemos poner los ojos. Al ver al Hijo, vemos al Padre. El Padre es igual al Hijo. Debemos mirar a Jesús. ¿Por qué invertir la orden de Dios? ¿Cuál es el sentido? ¿Cuál es la razón para hacer osadas aseveraciones que no están escritas en la Palabra de Dios? Hay muchos que hablan del Espíritu y de la Unción, pero nunca apuntan a Cristo. Son pobres al anunciar a Jesús. Yo me pregunto: ¿Para qué sirve esta unción?

Una unción que no está a disposición de la gloria de Cristo Jesús, no es unción.

Esto es lo que yo veo en las Escrituras.

Debemos convencernos: cuanto más nos definamos y decidamos a poner nuestros ojos en Cristo, más el Espíritu Santo va a operar en nuestras vidas.

Esto es así porque lo que más quiere el Espíritu Santo es llevarnos a amar a Cristo. Es su función principal. En el A.T. hay una analogía de lo que estamos hablando. En Gén. 24 relata que Abraham quiere una novia para Isaac. Abraham es aquí un tipo del Padre. Isaac es un tipo del Hijo. Rebeca es un tipo de la Iglesia. ¿Está cerrado el cuadro? No, falta el Espíritu Santo, que está representado por Eliezer, el siervo, el cual lleva tesoros para la familia de Rebeca, para conquistarla a ella y a los padres también. Lo hace para mostrar las riquezas de Isaac. Vemos aquí el servicio de Eliezer. Es una figura de la obra del Espíritu al servicio de la revelación de Jesús.

¡La Trinidad es maravillosa! Jesús se humilló y luego fue exaltado. El Espíritu Santo no se despojó, pero está obrando para exaltar a Cristo. Entre ellos no hay competencia. No hay disputas en el seno de la Trinidad. Cada uno cumple su función feliz, en plenitud, en gozo.


2º) Fórmulas que eliminan la dependencia del Espíritu.

Veamos primero lo que no estoy diciendo:
- no digo que Dios no dio a la Iglesia autoridad sobre las enfermedades, los espíritus malignos, etc.
- no estoy diciendo que no debemos, o que no podemos, ordenar a las enfermedades que salgan de las personas.
- no digo que la oración no deba ser revestida de fe y osadía.

Si no tienes fe y osadía para orar, ni ores, deja a otro que lo haga. Yo hago eso, no me siento obligado a tener fe todas las veces.

Hay una gran diferencia entre hablar por fórmulas, y hablar inducido por el Espíritu Santo.

No debemos dar una orden sobre una enfermedad o una situación sin antes oír la voz del Espíritu diciéndonos: “Habla, porque yo voy a actuar”.

No importa si son muchas o pocas las veces que escuchamos esta “voz del Espíritu”, pero podemos tener la certeza de que cada vez que suceda, la orden que demos se va a cumplir.

No vemos que Jesús haya dado órdenes y que las cosas no ocurrieran. Ni Pablo, ni Pedro. Cuando ellos daban una orden, se cumplía. ¿Por qué sucedía? Porque para ellos la orden no era una fórmula a repetir todas las veces, en todas las oraciones.

Yo no concibo una oración dando una orden sobre una enfermedad, y que la persona no se sane. Sin embargo, en la gran mayoría de las ocasiones, se ordena sobre las enfermedades y no sucede nada.

Quizás pueda suceder alguna vez que nada pase, pero debería ser la excepción. Tal vez a Pedro le pasó alguna vez que dio una orden y no se produjo el milagro, pero no era lo común.

Nosotros transformamos en una fórmula el dar órdenes en las oraciones. Pero muchas veces no sucede nada, y no nos preocupamos por eso.

Al actuar así, estamos banalizando la actuación poderosa del Espíritu Santo en medio de la Iglesia.

¿Por qué no podemos simplemente rogar, suplicar humildemente al Señor por las situaciones, dejando esa autoridad para aquellos momentos en que el Espíritu Santo dice con toda claridad que demos la orden, porque va a suceder lo que Él nos indica?

¿Por qué no hacemos así? Yo creo que es así como Jesús hacía. Entró en el estanque de Siloé, y sanó a uno. Estaba lleno de gente, pero sanó a uno solo ¿Por qué no oró por los otros? Jesús estaba siendo guiado por el Espíritu. Él esperaba oír su voz.
Yo no estoy hablando de tener más fe solamente, sino que quiero enfatizar que el Espíritu Santo tiene una forma de actuar, y nosotros debemos oír y sujetarnos a la forma de actuar que Él tiene. El Espíritu Santo nos quiere guiar.


3º) La manifestación del Espíritu Santo en las reuniones de los santos.

Cuando nos reunimos, ¿cómo se manifiesta el Espíritu?

Vamos a mirar primero lo que no estoy diciendo:
  1. - que no debe haber predicaciones en nuestras reuniones.
  2. - que no debe haber alabanzas.
  3. - que la música no es importante en nuestra relación con Dios.
  4. - que la alabanza no tiene un lugar importante en la vida de los discípulos.

Siento gratitud a Dios por la adoración que tenemos en la Casa de Dios, y por los amados que nos han dado tantos cánticos a través de estos años.

Quiero aclarar que no se debe interpretar con todo lo que voy a decir que nosotros no queremos saber nada con la alabanza y la adoración en las reuniones. No es así.

Vamos a la fuente. Lo que no proviene de la fuente, que es la Palabra de Dios, no lo debemos abrazar.

(1Cor 14.26)
¿Qué hay entre vosotros hermanos cuando os reunís? Uno hace la apertura. Uno o dos dirigen la alabanza. Después uno predica. Alguien da los anuncios al terminar”.
¿Así está escrito en este pasaje? Por supuesto que no.

Yo quiero abrir mi corazón sabiendo que estoy en confianza con los hermanos. Tengo una gran carga por lo que estoy viendo. A veces voy a reuniones, reuniones grandes, y me siento un loco, porque no entiendo la dinámica que lleva la reunión, y me digo: “¿Cómo puede ser que la reunión sea así?”. Todo el mundo está feliz, contento con la reunión, y yo estoy triste por la reunión. Esto me sucede porque pienso en este texto de 1Corintios: 
¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.” 

¿De qué habla el texto? Habla de diversidad de manifestaciones. De todo tipo de manifestaciones. De múltiples participantes. Uno, otro, otro, otro, otro, etc. El texto deja claro una viva y dinámica dirección del Espíritu Santo en la reunión de la Iglesia, el énfasis en la libertad de cualquier forma de liturgia.

Decimos que somos “carismáticos”, pero nos estructuramos de tal manera que terminamos limitando la libertad del Espíritu para dirigirnos en las reuniones. Yo entiendo que debe haber un orden, pero entiendo que también debe haber una apertura a la obra del Espíritu. Si no es así, esa búsqueda de orden se termina convirtiendo en una regla de cómo deben ser las reuniones.

Cuando estábamos bajo una denominación muy tradicional, la reunión era un “velorio”. Luego, entramos en una nueva dinámica. Era visible. Los cánticos ya no eran aburridos. Comenzó la efusividad, la espontaneidad, la alabanza, la alegría. Cantamos, saltamos, y ahora la predicación era de una hora, ya no de veinte minutos.
Así fue: parece que salimos de un “estado de infancia”, en el que la reunión era un velorio, entramos en una “bendita adolescencia”, pero creo que nunca llegamos a la madurez que Pablo propone en este pasaje. Yo pido perdón, pero quiero creer en lo que dice este pasaje. Lo veo tan claramente expresado que no puedo dejar de incomodarme.

La liturgia rígida está cada vez más establecida, y respaldada por apóstoles de renombre. Y yo no lo puedo aceptar. Voy a retiros de pastores, y me siento como un pez fuera del agua. A veces pienso que estoy loco. Veo a todo el mundo contento, y yo no me siento bien. Todos dicen que están viendo la Gloria de Dios en la reunión, y yo no la veo.

Si alguno de mis mayores me dice que estoy equivocado en lo que veo en cuanto a este pasaje, voy a tener paz y me voy a sujetar. Al preguntar a mis mayores, me han dicho que lo que estoy viendo tiene su raíz nada más y nada menos que en la Palabra de Dios, y que por lo tanto, no estoy equivocado en lo que pienso.

Me han dicho también que este pasaje está orientado a pequeños grupos y no a grandes grupos, como una congregación. Pero yo no pienso así, y es más: si hay una reunión en la que, por ser grande, no podemos aplicar esto, entonces no deberíamos tener tal reunión.

Yo creo que si hay orden y madurez, se puede realizar esta práctica. Es verdad que si la reunión es muy grande, de miles, se complica. Por eso debemos encontrar una dinámica de reunión correcta, como dividir la Iglesia en sectores por ejemplo, para facilitar la participación. Entonces, con sectores, con algunos cientos de personas, ya se puede poner en práctica 1Corintios 14:26.

Lo que sucede es que hay que animarse a hacer los cambios necesarios para permitir las dinámicas correctas.

Muchos dirán:“Ya dijiste lo que no te gusta pero, ¿cuál es tu propuesta concretamente?”. Les voy a decir algunas cosas de nuestro testimonio en todo esto. Luchar contra este paradigma en nuestras reuniones, es luchar contra una corriente poderosísima. Es una costumbre que impera en todo lugar. Este tipo de liturgia está presente en toda la Tierra. Por eso son muy difíciles los cambios.

Alguno me ha criticado, diciendo que yo solo creo en un único tipo de reunión. Y me siento mal juzgado por esta afirmación, porque es justamente lo contrario. Porque contra lo que me estoy revelando es justamente que a todo lugar que he ido durante 30 años, lo único que he visto es un solo tipo de reunión. No entiendo por qué me dicen a mí que creo en un solo tipo de reunión, cuando son ellos los que creen esto.

Vamos a la propuesta:
  1. Yo propongo las Escrituras. Propongo que ante todo se enseñe insistentemente la importancia de la profecía en la Iglesia.
Antes de entrar en lo que dice 1Cor 14:26, Pablo habló mucho acerca de la profecía. Pablo deja bien en claro que la profecía es el principal de los dones, y pedía “sobre todo que profeticéis.” Las profecías deben tener el lugar número uno en nuestras reuniones, por causa de lo que está escrito en 1Cor 14:1.
Sin embargo, menos del uno por ciento de los hermanos profetiza en las reuniones.

Una reunión llena de profecía es una reunión rica, y una reunión sin profecía es una reunión pobre.

¿Por qué profecía? Sencillo: “el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.”. ¿Cuál es el nombre del Espíritu Santo? El Consolador. Debemos entender que cada uno de nosotros necesita permanentemente de consuelo, y lo que va a traer ese consuelo es la profecía.
La profecía es mucho más importante que una sanidad. Si alguien se sana en una reunión, todos están maravillados. Pero cuando alguien profetiza, a veces no damos valor a esas palabras. Cuando alguien es sanado, es curado en un cuerpo que luego va a morir, y que solo va a servir para abonar la tierra. En cambio, la profecía edifica a Cristo para la eternidad en la vida de los oyentes. Yo propongo que se dé el valor que merece la profecía, tal cual Pablo le da.

Que se enseñe a los hermanos la sencillez de la profecía. No hay nada más simple que profetizar. El Espíritu Santo aquí, allí, allá, va poniendo impresiones en los corazones de los hermanos.

El problema es que los hermanos no están siendo enseñados a exponer con libertad y sencillez esas impresiones que el Espíritu imparte.

La participación de los hermanos es lo que la palabra de Dios enseña. La participación de todos, el sacerdocio de todos los santos es la voluntad de Dios. Debemos procurar esto: aún si la reunión es grande, debemos intentar que suceda. Debemos luchar para que la reunión se amolde al patrón bíblico. Ahora, requiere visión y convicción.

  1. Yo propongo hermanos, que el silencio no nos incomode. Les cuento un testimonio hermoso: Estuve en una reunión donde había 1.500 hermanos reunidos, todos orando con reverencia. En un momento se levanta un hermano, da una palabra y luego se sienta. La Iglesia permanece toda en silencio, meditando esta palabra. ¿Qué les parece? ¡Hermoso! Sin embargo, para nosotros silencio es sinónimo de “falta de Espíritu Santo”. Cuando hay un espacio de silencio en una reunión, alguien enseguida mete alguna cosa, nos desesperamos y comenzamos a decir:“toma el micrófono, toca esa guitarra, ¡haz algo!”. Nos incomodan los espacios vacíos.

Yo propongo hermanos, que el silencio no nos incomode.

Que en nuestro corazón nos humillemos. Llegar un día a la congregación y dar libertad para que no haya estructura (primero esto, segundo aquello, tercero lo otro, etc.).

  1. Propongo que los músicos, cuando deban tocar una canción, al terminar, paren y dejen entrar al silencio, dando lugar a la meditación y a la participación. Que los músicos dejen en manos del Espíritu Santo la reunión de la congregación. Yo estoy hablando de una reunión donde hay gente madura, como lo es generalmente.

Por nuestros paradigmas, por nuestra liturgia, el máximo grado de participación que logramos es cuando los músicos siguen tocando y todos balbucean una oración. Pero nadie levanta la voz en oración, nadie tiene una profecía, ninguno propone una canción.
Ese tipo de reunión es un paradigma, y está instalada como si viniera de parte de Dios. Pero yo no creo que sea la voluntad de Dios.
Si queremos entrar en aquello que Dios nos propone, debemos revisar y asegurarnos de lo que estamos haciendo.

Años atrás, cuando quisimos procurar esta libertad, hubo reuniones en que no pasó nada. Las reuniones eran un desastre, y cuando volvía en el auto a mi casa yo estaba triste. Pero el Espíritu me dijo: “¿Por qué vos estás triste si yo estoy feliz? Yo decía: “¿Feliz con esta reunión?”. Dios me dijo: “Sí, estoy feliz con esta reunión porque yo estoy contento con el corazón de Uds. Estoy feliz con el deseo de obediencia de Uds.”

En un retiro de pascua, éramos 1.800 personas. Llamamos a un hermano de Argentina para que nos comparta. Durante la reunión este hermano estaba sorprendido y nos decía: “En 30 años que llevo de convertido, nunca vi una reunión así”. Poco a poco fuimos aprendiendo a no fabricar nuestras reuniones.

Una vez fui invitado a estar con los hermanos de San Pablo. La primera reunión fue pura música, canciones y canciones, fue un barullo. Luego di la palabra y les hablé largamente acerca de la profecía. Hablamos del impacto de cuando hablamos o leemos lo que Dios nos pone en el corazón, y la diferencia que se produce cuando lo hacemos simplemente como una formalidad. Hay un impacto que la profecía causa. Hay una fe que se manifiesta en ese momento.

Después de instruir a los hermanos, a la noche, en la siguiente reunión dijeron:“Ahora vamos a practicar”. Entonces les pedimos a los músicos que se coloquen en un costado, y les dijimos que si alguien cantaba una canción ellos acompañaran, pero que no tomaran el frente en la reunión. La reunión fue muy mala. Fue un desaliento total. Yo me quedé sentado mirando para abajo sin hacer nada. Para ser sinceros, el retiro entero fue un desastre.

Al terminar, un hermano muy hermoso se acercó y me dijo: “Muchas gracias hermano por esto, porque pudimos ver cuál era nuestra verdadera realidad. Ahora sabemos cuál es la realidad de nuestra Iglesia. Los hermanos no tienen nada para decir. El Espíritu Santo no está actuando en los hermanos. Si ponemos música y les pedimos que levanten las manos y canten, lo hacen; y nos jactamos de las grandes cosas que está haciendo el Espíritu entre nosotros. Pero ahora entiendo que no es verdad”.

Amados, yo creo que hay mucho para aprender con relación a esto. Lo que más frustra mi corazón es el sentimiento de estar solo en esto.

Debemos luchar contra nuestros propios paradigmas y nuestras propias comodidades. Porque es así, es mucho más fácil que alguien agarre la guitarra, empiece a tocar y listo. Alabar así es fácil, oír la voz del Espíritu Santo es otra historia.
Debemos luchar porque a veces conseguimos algo, pero con el tiempo tiende a caerse, y los paradigmas vuelven a levantarse. Debemos estar atentos.

Yo creo que si damos lugar a Dios, y buscamos sujetarnos a Él, vamos a ir aprendiendo cómo hacerlo.

Repito: No estoy diciendo que no debe haber predicaciones en las reuniones, que no debe haber alabanza, o que la música no es importante.

Lo que más me anima es la certeza de que, tanto las reuniones más pobres como las más efusivas, serán procurando agradar al Señor y dar el primer lugar al Espíritu Santo.

Yo propongo una liturgia: La liturgia del Espíritu Santo. La liturgia de esperar al Espíritu Santo. Propongo un corazón que diga: “No sé cómo tiene que ser la reunión. Por favor ayúdanos, Espíritu Santo”.

jueves, 21 de febrero de 2013

Coyunturas y ligamentos. Iván M. Baker


COYUNTURAS Y LIGAMENTOS
Ivan M. Baker
Mis pensamientos están volcados a: ¿Qué es una iglesia sin coyunturas y ligamentos? ¡El contraste es tremendo!
Sin coyunturas y ligamentos cada uno está libre de andar según su propio criterio. Nadie recibe realmente la ayuda que necesita para toda su vida espiritual; primeramente para entender la palabra de Dios. Cada uno entiende según su propio juicio y de sus limitaciones personales.
El ministerio eficaz proviene de consultar continuamente, de compartir, escuchar razones, explicar, convivir y relacionarse con otra vida.
Una vida con todo lo que tiene, necesidades, virtudes, dones y toda su fuerza espiritual se une a otra que está dotada de los mismos atributos, pero con ángulos distintos, con profundidades diferentes. Lo que es fuerte para uno, es débil para otro; lo que uno entiende el otro no lo entiende, pero al compartir hacen que fluya el río de vida, el río de gracia, de sabiduría y de entendimiento.

Todo esto es posible a través de dos vidas que se unen y fluyen juntas.
Es como la teoría de Pascal: ¿Cómo podemos hacer que estanques que tienen diferentes niveles alcancen el mismo nivel? Colocamos un caño bien abajo conectando todos los estanques y así el agua busca su nivel en cada uno.
El que no tiene recibe, el que tiene da y todos quedan nivelados. ¿Por qué? Porque tienen una conexión. Esta conexión significa estar relacionado, compartir juntos y tener intercambio constante. Cada uno compartiendo con otro lo que está faltando. Vidas que estén juntas, vidas conectadas por el amor de Cristo.
Una corriente vital y celestial corre a través de los miembros del cuerpo. La diferencia entre los estanques y las vidas, es que Dios no quiere nivelar cada uno a la mitad, o con un poco, sino que quiere llenar todos los recipientes.
Pascal habla de una conexión y la teoría nos muestra lo indispensable para la conexión: "La fuente es Cristo"; lo que fluye en nosotros es Él y su plenitud nos llena a todos; Él nos da gracia sobre gracia.
Nadie está completo en sí mismo, todos somos vulnerables.; todos somos buenos en algunos aspectos y limitados en otros; tenemos muchas virtudes y fallas, aciertos y errores. Yo no soy totalmente capaz de entender todo lo que tengo. Necesito mirarme a través de mi hermano, necesito compartir con él la gracia que tengo y la gracia que él tiene; compartir el conocimiento que tengo con el conocimiento que él tiene; los dones que el Señor me concedió a mí y los dones que el Señor le concedió a él.
Se entiende que tendremos relacionamiento hombres con hombres y mujeres con mujeres.
Los ministerios específicos fueron puestos "para"... si estudiamos bien la frase veremos que fueron puestos para relacionar correctamente los santos y para el servicio de ellos mismos. Quiere decir que el relacionarlos es parte de la obra de los ministerios específicos. El objetivo es la edificación del cuerpo de Cristo, por eso, es imposible edificar el cuerpo de Jesús sin unirlo a través de coyunturas y ligamentos. 

El crecimiento viene por la intercomunicación de los miembros, por el fluir de la gracia que cada miembro recibió y que pasa para otro y viceversa, dando y recibiendo, enseñando y siendo enseñado, corrigiendo y siendo corregido, animando y siendo animando, amando y siendo amado, consolando y siendo consolado, entendiendo y explicando, recibiendo y compartiendo.
Compartiendo gozo, paz, sabiduría, entendimiento, corrección, revelación, advertencia, control, honra, consuelo.
Lo que involucra todo, y que es la base fundamental para vivir en el Reino de Dios y que Dios estableció, son los relacionamientos de amor entre los miembros que se ayudan mutuamente según la operación propia de cada miembro.
Esto es, según el don de cada uno, según la medida de gracia, según lo que cada uno ha recibido de Dios.
Todo este ministerio, toda esta ayuda, toda esta corrección, todo este fluir de este río de amor nos hace fuertes, sabios y santos. Establece, orienta, pone fundamentos, santifica, guarda, impulsa, enseña y corrige.
La razón por la cual todo esto sucede es porque nos colocamos donde Dios nos quiere, es decir, relacionados. 





lunes, 18 de febrero de 2013

La clave del exito... E.M.Bounds


LA CLAVE DEL ÉXITO
DEL VERDADERO PREDICADOR

Permítasenos mirar a menudo a Brainerd en los bosques de América, vertiendo toda su alma delante de Dios por los paganos perdidos, sin cuya salvación nada podría hacerle feliz. Oración secreta, ferviente, oración creyente, ésta es la raíz de toda piedad personal.
Un conocimiento competente del idioma donde un misionero vive, un temperamento suave
y persuasivo, un corazón que se da a Dios en comunión secreta, estos son los meritos que,
más que todo conocimiento, o todo otro don, nos prepararán para llegar a ser los
instrumentos de Dios en la gran obra de la redención humana.
                                                                                        Hermandad De Carey, Serampore


Hay dos tendencias extremas en el ministerio: una es encerrarse en sí mismo, fuera de
toda comunicación con el pueblo, tal como lo hicieron los monjes y los ermitaños de
antaño, los cuales se encerraron alejándose de los hombres para estar más cerca de Dios
(creían ellos). Pero, naturalmente, fracasaron. Porque nuestra comunión con Dios es de
utilidad cuando podemos emplear sus inapreciables beneficios en bien de los demás.
Nosotros, también, muchas veces nos encerramos en nuestro estudio, junto a la polilla
de los libros, incluso de la biblia, y nos convertimos en “hacedores de sermones”; notables
en literaturas y en pensamientos y, sin embargo, descuidando lo más importante: nuestra
comunión con Dios por medio de la oración, inclusive, la oración intercesora por nuestro
prójimo y vecino.

Los predicadores que son grandes pensadores y grandes estudiantes debieran, sobre
todo, ser los mas grandes hombres de oración, o si no serán los mas grandes apóstatas,
profesionales sin corazón, racionalistas, menor que el último de todos los predicadores en la
estima de Dios.

La otra tendencia es la de popularizar enteramente el ministerio. Esto esta muy bien,
pues nos ayuda a conectar con nuestros hermanos y a no vivir aislados; pero existe el
peligro de dejar de ser hombres de oración, absorbido por el mecanismo de las actividades
de la iglesia. El desastre y la ruina semejante no puede computarse por la
aritmética terrenal: según lo que el predicador es en oración delante de Dios, por si mismo,
por su pueblo, así es su poder por el bien real de los hombres, su verdadera fructificación,
su verdadera fidelidad hacia Dios y hacia el prójimo. Y es que es imposible, para el
predicador, guardar su espíritu en armonía con la naturaleza divina de su llamamiento sin
mucha oración.
Además, eso de que el predicador, por la fuerza del deber y fidelidad laboriosa hacia
la obra y la rutina del ministerio, pueden conservarse en buen estado de idoneidad es un
serio error. Aun el hacer sermones incesantes como un arte, o como un deber o como un
placer, endurecerá e indispondrá el corazón, por negligencia en la oración. Igual que el
positivista pierde a Dios en su observación empírica de la naturaleza, el predicador pierde a
Dios en su sermón.

Únicamente la oración puede refrescar el corazón del predicador, guardándolo en
armonía con Dios y en simpatía con el pueblo; levantando su ministerio fuera del frio aire
de una profesión y fructificándolo y haciéndolo rodar con la facilidad y el poder de una
unción divina.

Spurgeon dijo:
“enteramente, el predicador es, sobre todos los demás, distinguido como un
hombre de oración. El ora no como un cristiano ordinario: él ora más que un cristiano
ordinario; de otro modo seria descalificado para el oficio que ha emprendido. Si vosotros,
como ministros, no sois llenos de oración, debéis ser compadecidos. Si llegáis a ser flojos
en la devoción sagrada, no solo vosotros necesitaréis compasión, sino también vuestra
congregación. Y el día viene en el cual seréis avergonzados y confundidos. Todas nuestras
bibliotecas y estudios son mera vacuidad comparadas con nuestras cámaras secretas de
oración. Nuestros tiempos de ayuno y oración en el Tabernáculo han sido, verdaderamente,
días grandes. Nunca, las puertas del Cielo habían sido mantenidas más abiertas; nuestro
corazón, nunca se ha sentido más cerca de la Gloria Celestial”.

El ministerio de la plena oración no es como la levadura al pan, para ser un sabor
agradable, sino que la oración debe ser el cuerpo, formar la sangre y los huesos de nuestro
ser. No es un deber pequeño, puesto en un rincón; ni una ejecución fragmentaria hecha de
los fragmentos de tiempo que han sido arrebatados de los negocios y otros empeños de la
vida… sino que significa que lo mejor de nuestro tiempo y fuerza deben de ser dados a
Dios por medio de la oración fervorosa. No quiere decir que la comunión secreta quede
absorbida en el estudio o abismada en las actividades de los ministerios ministeriales; sino
que la comunión secreta primero, el estudio y actividades después, ambos deben de ser
refrescados y hechos eficientes por la comunión secreta.

La comunión no es el pequeño atavío prendido sobre nosotros, mientras estuvimos
atados a las faldas de nuestra madre; ni una acción de gracias de un cuarto de minuto hecha
sobre una comida de una hora: emplea mas tiempo y apetito que nuestras más grandes
comilonas o más ricas fiestas.

Debe penetrar tan fuertemente en le corazón y vida como penetro en “las lagrimas y
clamor” de Cristo (He. 5:7); debe desarrollar el alma en un agonía de deseo como lo hizo
Pablo y ser un fuego como la oración ferviente y efectiva de Santiago; aquella cualidad que,
cuando la ponemos en el incensario de oro delante de Dios, obra poderosas y revoluciones

espirituales.
Por tanto, que hace mucho en nuestra predicación debe de darse mucha importancia.

Pues el carácter de nuestra oración determinara el carácter de nuestra predicación. Esto es,
oración ligera hará predicación ligera, mientras que una oración fuerte hará fuerte la
predicación.

El predicador debe de ser preeminentemente un hombre de oración; su corazón tiene
que guardarse en la escuela de oración. En todo ministerio importante para bien, la oración
ha sido siempre una ocupación seria.

 Ninguna erudición puede suplir la falta de oración.

Ningún celo, ni diligencia, ni estudio, ni dones, suplirán su necesidad…

Hablar a los hombres acerca de Dios es una gran cosa, pero hablar a Dios acerca de
los hombres es aun más grande. Nunca hablara bien y con éxito verdadero a los hombres
sobre Dios quien no haya aprendido bien a hablar a Dios acerca de los hombres.


Tomado del Libro el predicador y la oración. E. M. Bounds

Link para conseguir el libro: http://www.fuentedegracia.org/recursos/predicadorylaoracion.pdf

lunes, 4 de febrero de 2013

Humildad: Hermosura de la santidad. A.Murray


HUMILDAD: LA GLÓRIA DE LA CRIATURA 

Y depositaron sus coronas delante del trono, proclamando: Tú eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque todas las cosas Tú las creaste, sí, a causa de tu gana vinieron a existir y fueron creadas" (Apocalipsis 4.10, 11).
Cuando Dios creó el universo, Él lo hizo con el único objetivo de hacer la criatura participante de Su perfección y bienaventuranza y, así, mostrar en ella la gloria de su amor, sabiduría y poder. Dios deseaba revelarse a Sí dentro y por medio de los seres creados, comunicándoles tanto de Su propia bondad y gloria cuanto ellos fueran capaces de recibir. Pero esa comunicación no significaba dar a la criatura algo que ella pudiera poseer en sí misma, una vida o bondad de las cuáles tuviera la responsabilidad y la disposición. De forma alguna! Pero como Dios es eterno, omnipresente y omnipotente, y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder, y en quién todas las cosas existen, la relación de la criatura con Dios solamente podría ser una relación de interrumpida, absoluta y universal dependencia.
Tan correcto como Dios, por su poder, creó una vez, así también, por el mismo poder, Dios nos sostiene cada momento. La criatura no tiene solamente su mirada hacia atrás, para el origen y para los inicios de la existencia, y reconocer que todas las cosas vienen de Dios; su principal cuidado, su virtud más elevada, su única felicidad, ahora y por toda la eternidad, es verse a sí misma como un florero vacío, en lo cual Dios pueda habitar y manifestar Su poder y bondad.
La vida que Dios entregó es concedida no de un golpe, pero cada momento, continuamente, por la operación incesante de Su grandioso poder. La humildad, el lugar de la dependencia de Dios, es, por la propia naturaleza de las cosas, la primera obligación y la virtud más elevada de la criatura, y la raíz de toda virtud.
El orgullo, o la pérdida de esa humildad, entonces, es la raíz de todo pecado y mal. Fue cuando los ángeles
ahora caídos comenzaron a mirar para sí mismos con  autocomplacencia que fueron llevados a la desobediencia, y fueron expulsados de la luz del cielo hacia las tinieblas. Y también fue cuando la serpiente exhaló el veneno de su orgullo, el antojo de ser como Dios. En el corazón de nuestros primeros padres, que ellos también se cayeron de su posición elevada para toda la desgracia en la cual el hombre está, ahora, hundido. En el cielo y en la tierra, orgullo auto-exaltación  es la puerta, el nacimiento y la maldición del infierno.
Por eso, nuestra redención tiene que ser restaurada de la humildad perdida, la relación original y la verdadera relación de la criatura con su Dios. Y, por lo tanto, Jesús vino a traer la humildad de vuelta a la tierra, hacernos participantes de esa humildad y, por ella, salvarnos. En los cielos, Él se humilló para hacerse hombre. Nosotros vemos la humildad En él a dominarse a Sí aún en los cielos; Él la trajo, de allá a la tierra, "Así se humilló, haciéndose obediente hasta a la muerte". Su humildad dio a su muerte el valor que ella hoy tiene y, entonces, se hizo nuestra redención. Y ahora la salvación que Él concede es, nada más, nada menos que una comunicación de Su propia vida y muerte, Su propia disposición y espíritu, Su propia humildad, como el suelo y la raíz de Su relación con Dios y Su obra redentora. Jesucristo tomó el lugar y cumplió el destino del hombre, como una criatura, por Su vida de perfecta humildad. Su humildad es nuestra salvación. Su salvación es nuestra humildad.
Así, la vida de los salvos, de los santos, tiene necesariamente de exhibir el sello de liberación del pecado y llena  de restauración de su estado original; toda su relación con Dios y con el hombre tiene que ser marcado por una humildad que permee todo. Sin eso, no se puede permanecer verdaderamente en la presencia de Dios o experimentar de su favor y el poder de su Espíritu; sin eso no hay fe, o amor, o regocijo o fuerza permanentes. La humildad es el único suelo en lo cual la gracia se enraíza; la falta de humildad es la suficiente explicación de todo defecto y fracaso.
La humildad no es sólo una gracia o virtud como otras; ella es la raíz de todas, pues solamente ella toma la actitud correcta delante de Dios, y permite que Él haga todo. Dios nos hizo seres de tal modo racionales, mientras más discernamos la naturaleza real o la necesidad absoluta de una orden, tanto más lista y llena será nuestra obediencia a ella.
El llamado a la humildad ha sido muy poco considerado en la Iglesia porque su verdadera naturaleza e
importancia ha sido muy poco comprendida. Humildad  no es algo que presentamos a Dios o que Él concede; es simplemente el sentido del completo  de ser nada que viene cuando vemos como Dios verdaderamente es todo, y en lo cual damos camino a Dios para ser todo. Cuando la criatura percibe que esta es la verdadera nobleza, y consiente ser, su mente y sus afectos  la forma, el recipiente en el cual la vida y la gloria de Dios están para trabajar y manifestar a sí mismas, ella ve que humildad es simplemente conocer la verdad de su posición como criatura y permitir Dios tener Su lugar.
En la vida de los cristianos serios, aquellos que recogen y profesan la santidad, la humildad tiene que ser la
marca principal de su vida. Es frecuentemente dicho que eso no es así. No podría ser una razón para eso el hecho de que, en la enseñanza y ejemplo de la Iglesia, la humildad nunca tuvo el lugar de suprema importancia que le pertenece? Y que eso, por su parte, es debido a la  negligencia de esta verdad: fuerte como es el pecado como un motivo para humildad, hay una influencia más amplia y más poderosa, la cual hace los ángeles, la cual hizo Jesús  la cual hace el más santo de los santos en los cielos tan humildes: que la primera y principal marca de la relación de la criatura, de su bienaventuranza, es la humildad y el nada-ser que permiten que Dios sea todo?
Tengo La certeza de que hay muchos cristianos que confesarán que su experiencia ha sido muy parecida con la mía en esto: que por mucho tiempo conocemos el Señor sin percibir que la mansedumbre y la humildad de corazón deben ser los aspectos distintivos del discípulo así como fueron del Maestro. Y, además de eso, que esa humildad no es algo que vendrá por sí misma, pero debe ser hecha el objeto de especial antojo, y oración, y fe y práctica. Al estudiar la Palabra, veremos cuáles instrucciones distinguidas y repetidas Jesús dio A Sus discípulos en ese punto, y como ellos eran lentos en comprenderlo. Vamos, inmediatamente en el inicio de nuestra meditación, admitir que no hay nada tan natural para el hombre, nada tan insidioso y oculto, nada tan difícil y peligroso como el orgullo.
Vamos a sentir que nada, a no ser una espera determinada y perseverante en Dios y Cristo revelará como
estamos carentes de la gracia de la humildad, y cuan débiles somos para obtener lo que recogemos. Vamos estudiar el carácter de Cristo hasta que nuestra alma sea llena de amor y admiración por Su humildad. Y vamos a creer que, cuando tenemos la percepción de nuestro orgullo y de nuestra impotencia para expulsarlo, el propio Jesucristo vendrá para dar esa gracia también como parte de Su maravillosa vida dentro de nosotros.

Tomado del Libro: Humildad: Hermosura de la santidad - Andrew Murray

http://www.tesoroscristianos.net/autores/Andrew%20Murray/Humildad,%20La%20Belleza%20de%20la%20Santidad.pdf

domingo, 3 de febrero de 2013

De la boca de los niños perfeccionaste la alabanza.




C.Lancioni
Cuando hace muchos años compramos a una de nuestras hijas su primera biblia ilustrada para niños, había en la contratapa, un dibujo que me cautivaba; ocupando las ultimas dos hojas había una ilustración del rey David, recostado en el césped mirando hacia el cielo en una noche oscura, con un cielo tachonado de estrellas, junto a el su arpa y en su rededor algunas ovejas descansando  A veces buscaba esa pequeña biblia solo para observar por un momento aquel retrato.

Aquel dibujo siempre me impresionaba, creo que el autor logro captar y expresar un momento de gran intimidad y solemnidad, un momento de comunión con el Dios eterno.

Creo que muchos de los salmos se escribieron en este ámbito  donde David logro captar en la soledad, bajo la inspiración del Espíritu Santo, algunas certezas de quien y como era Dios, estas captaciones se transformaron para nosotros en Palabra de Dios.

Sal. 8:1 ¡Oh Jehová, Señor nuestro,
Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Has puesto tu gloria sobre los cielos;

8:2 De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza,
A causa de tus enemigos,
Para hacer callar al enemigo y al vengativo.
8:3 Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,
La luna y las estrellas que tú formaste,

Su nombre es anunciado en todas sus obras, toda la tierra esta llena de su gloria, la bóveda celeste, el cielo nocturno adornado de estrellas, cada ser vivo, en cielos, tierra y mar, anuncia su majestad.
Fibonacci: La perfección matemática con la que la creación se construye.

Sin embargo en medio de este escenario inmenso ninguna voz se escucha: no hay lenguaje,ni palabra, ni es oída su voz...Sal 19:3

Sus obras mismas expresan su grandeza:
Ro. 1:20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.

Ro. 1:18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; 
1:19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.

  • Dos características que exasperan a Dios: impiedad e injusticia

G763 ἀσέβεια -asebeia: Ausencia de amor y dedicación a Dios, antónimo de piedad, entendiendo la piedad como la inclinación del alma a darle a Dios amor y reverencia. Alguien piadoso es quien ama a Dios, en consecuencias busca agradarle.

G93 ἀδικία -adikia: Injusticia, no dar a alguien lo que merece, contravención de las leyes divinas.


Sal 2:1 ¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos traman cosas vanas? 2 Se presentan los reyes de la tierra, y los gobernantes consultan unidos contra Jehova y su ungido, a diciendo: 3 "¡Rompamos sus ataduras! ¡Echemos de nosotros sus cuerdas!"

Sal. 74:23
No olvides las voces de tus enemigos; el alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.

Cuando recién nos convertimos escuchábamos con mi esposa una canción de las pocas que había en aquel tiempo, parte de la letra decía:

¿Donde estas? Que la gente se muere sin ti, y de tus fieles pocos te siguen, y te injurian, te rebajan a su condición  y espera de ti una reacción y tu no hablas, ¿Donde estas?

Luego de escuchar aquella canción nos quedábamos incómodos un poco perplejos (estaba bien o mal aquella expresión) preguntándonos que estaba queriendo comunicar el autor.

Mientras meditaba en estos pasajes me acorde de aquella experiencia, reza el salmo: el alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente, la voces de la humanidad: argumentan, se quejan, se defienden rezongan y maldicen su suerte, reclaman sus derechos, invalidan los caminos de Dios.

Sin embargo frente a este alboroto, Dios calla, puede el humillar a los soberbios, dar explicaciones de todos los porqués  manifestar la majestad de su augusta persona, sin embargo hace silencio, tal como calló y soportó con paciencia las argumentaciones desacertadas de Job y sus amigos, soporta con paciencia las injurias de las criaturas que creo con amor.

Injuria: Sistema español, que define la injuria como "la acción o expresión que lesionan la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación"
  • Hay una escena muy intensa descrita en el evangelio de Mateo cap. 21:
Mat. 21:12
Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
13 y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

Despues de todo aquel alboroto:

14 Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó.

15 Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron,

16 y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis:
De la boca de los niños y de los que maman
Perfeccionaste la alabanza?

17 Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí.
Los mercaderes de la religión crujían los dientes, los religiosos se indignaban, los muchachos adoraban.

La palabra usada alli para muchacho en el hebreo es Griego es pais, significa niño, infante, también es usada para siervo o esclavo, pequeño.

Aquellos muchachos desautorizados para opinar, frente a los teólogos de la época.
Los que entendían, sacerdotes familiarizados con los oficios de la casa de Dios, los escribas versados e interpretes celosos de la ley, estaban ciegos, y los niños podían ver lo que ello no, el Mesías anunciado y deseado estaba presente.

Dios hace hablar a los niños, como una exclamación agradecida del que recibe un regalo precioso, no puede dejar de expresar lo que siente.

8:2 De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza,
A causa de tus enemigos,
Para hacer callar al enemigo y al vengativo.

Delante de las potestades celestiales, delante de los hombres jactanciosos y entenebrecidos, Dios elige ser representado por los niños
  • Como Dios tiene afinidad con la sencillez:
El acontecimiento mas grande de la historia estaba ocurriendo, los nacimientos de los hijos de principes y reyes aparecen en primera plana de los diarios, pero este nacimiento fue revelado solo a algunos hombres y mujeres muy sencillos, ninguna voz fue oida en el Sanedrín, ni en la corte.

Pastores cuidando el rebaño:
Lc.2:6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento.7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.8 Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.9 Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor.10 Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo:11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.12 Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.

13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:14 ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!15 Sucedió que cuando los ángeles su fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado.

Un anciano llamado Simeón:
Lc 2:22 Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos conforme a la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentarle al Señor 23 (así como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abre la matriz será llamado santo al Señor ) 24 y para dar la ofrenda conforme a lo dicho en la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones de paloma. 25 He aquí, había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre era justo y piadoso; esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26 A él le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viera al Cristo del Señor. 27 Movido por el Espíritu, entró en el templo; y cuando los padres trajeron al niño Jesús para hacer con él conforme a la costumbre de la ley, 28 Simeón le tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: 29 -Ahora, Soberano Señor, despide a tu siervo en paz conforme a tu palabra; 30 porque mis ojos han visto tu salvación

Una viuda y anciana llamada Ana:
Lc. 2:36 También estaba allí la profetisa Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ella era de edad avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su matrimonio; 37 y había quedado como viuda hasta ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, sirviendo con ayunos y oraciones de noche y de día. 38 En la misma hora acudió al templo y daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.
  • Jesús reafirma lo que David ya había entendido:
Mat 11:25 En aquel tiempo Jesús respondió y dijo: "Te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. 26 Sí, Padre, porque así te agradó. 27 "Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre. Nadie conoce bien al Hijo, sino el Padre. Nadie conoce bien al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
  • Pablo tiene que recordarles a los corintios como es que Dios piensa:
1 Co. 1:26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.
  • Nunca debemos confundir profundidad espiritual con erudición teológica, o densidad argumental. Siempre la profundidad de compresión es el resultado de la revelación, que Dios concede a los niños, a los que le aman.

1Co 2:9 Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.

Delante de la humanidad Dios guarda silencio:
no hay lenguaje,ni palabra, ni es oída su voz...Sal 19:3
  • La encarnación y la cruz como un acto de heroísmo que no debe ser olvidado.
Es triste ver el final de los héroes patrios, algunos olvidados y terminando sus días en el olvido y la miseria, el paso de los años y el mal manejo de la información histórica los hizo caer en el olvido, ellos no reclamaron derechos.

Dios no se defiende, su alta dignidad no le permite argumentar con las criaturas, su silencio lo ennoblece, tal como un heroe que deja a los beneficiarios de su actuación la responsabilidad de hablar en su nombre, el deja que le defiendan los que le conocen.
  • El no se justifica a si mismo, sus hijos quienes le conocen han de justificarlo.
Injurias dentro de la casa de Dios:

Mal 3:14 Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos?
15 Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon.
16 Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero
; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre.
17 Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve.
18 Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve
.

Demasiado fuerte la palabra del Reino, para que necesitamos la cruz, porque privarnos de tantas cosas, no hagamos la cuestión tan pesada, después de todo ¿no tenemos derecho a ser felices?

Un cántico que justifica a Dios delante de todos los seres celestiales:

Rev 15:3 Y cantan el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: "Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.
  • La exaltación del Hijo y el estado presente de las cosas.
Heb 2:7 Le hiciste un poco menor que los ángeles,
Le coronaste de gloria y de honra
Y le pusiste sobre las obras de tus manos;
2:8 Todo lo sujetaste bajo sus pies.Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.
2:9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

Todavía no vemos que todas las cosas le estén sujetas.
El cielo guarda silencio, los discípulos con la revelación del Espíritu Santo, podemos ver a Jesús coronado de honra y de gloria a causa de su entrega en la cruz.

El mundo no ve nada, solo puede oír a los que hablan en su nombre.

Sal 19
Al músico principal. Salmo de David.
1 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
2 Un día emite palabra a otro día,
Y una noche a otra noche declara sabiduría.
3 No hay lenguaje, ni palabras,
Ni es oída su voz.

4 Por toda la tierra salió su voz,
Y hasta el extremo del mundo sus palabras.
- La fuerza evangelizadora de la iglesia.


Os escribo a vosotros hijitos porque habéis conocido al Padre

Creo que el apóstol Juan no solo esta hablando a las distintos grados de madurez en la iglesia, sino también a la iglesia toda, todos debemos ser hijitos conservando la ternura y la frescura del niño que ama, todos debemos ser jóvenes que conservan la fuerza y vitalidad, todos debemos madurar y convertirnos en padres, pero seria una lamentable perdida, que entendamos en forma incorrecta la madurez y que de alguna modo perdemos la ternura y la espontaneidad de la que brota la alabanza y también la evangelización.


En medio de los racionalismos humanos, los niños captan el corazón del Padre y brota una alabanza que se transforma en testimonio, al encontrar frescura en medio de una humanidad seca y rebelde.


La fuerza de la evangelización no procede de planes ni de métodos  sino del amor, la palabra que impresiona al oyente no es la de un argumentador pulido sino la de un corazón que adora.


Sal. 57:9 Te alabaré entre los pueblos, oh Señor;
Cantaré de ti entre las naciones.

Isa 6:8 Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.

Eze 22:30 Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.

Seamos hallados por El para representarle en la tierra.