Baradero - 28/03/2015
Introducción
Hermanos, quedé muy impactado con la Palabra del Señor. Por la manera en que fue expuesta la Palabra, Su Verdad, la secuencia de las cosas tan claras. Y la unción y gracia que Dios ha regalado a mi compañero para transmitir sus verdades.
Luego de escuchar a Marcos, me quedé con una impresión muy fuerte de que alguna cosa muy grande tiene que ocurrir en mi vida. Un cambio muy fuerte. No un cambio cualquiera. Me puse delante del Señor. Y un montón de cosas comenzaron a moverse dentro de mí, en mi mente y corazón. Fui al cuarto después del almuerzo para meditar.
Y quería hablarles sobre las cosas que vinieron a mi mente aquí mismo. No hay algo planeado. Es una conmoción del momento. Pero creo que nos puede ayudar. Y la propuesta que tengo es muy fuerte.
Una palabra de ánimo
Vayamos a Lucas 21:25-36. Voy a subrayar algunas cosas distintas de las que Marcos subrayó por la mañana:
"Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;
desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca."
No dice cuando todo haya terminado. sino cuando estas cosas comiencen a suceder. Cuando algo comienza a cambiar en el sol, cuando algo comienza a cambiar en la luna, o en las estrellas. Cuando el mar comience a hacer bramidos diferentes (olas, tsunamis). Y estas cosas ya comenzaron a suceder. Él dijo: erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca (en la versión en portugués dice estad exultantes, regocijaos).
Hay una palabra de ánimo, porque la situación en la tierra no es nada fácil. Es una exhortación. Como a los primeros discípulos les dijo: "¡Cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, huid!", a nosotros nos dice: "Regocijaos, levantad vuestras cabezas." Pónganse de pie, llenen su pecho de regocijo, de alegría, cuando comiencen a suceder estas cosas.
Entonces, estamos en un momento de llenar nuestro pecho de aire, de levantar la cabeza. Es un tiempo de expectativa, porque ¡nuestra redención está cerca! Es un momento glorioso del Señor. No es el momento del enemigo. ¡Es un tiempo de Dios! La culminación de sus hechos, de su esperanza con el hombre.
Continúa diciendo:
"También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.
Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.
Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra."
De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.
Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra."
También una advertencia
Aquí también hay una advertencia: " Mirad también por vosotros mismos".
"Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre."
Habla de estar atentos, vigilantes. La otra forma de vivir es no velando y vigilando. Cuando estamos envueltos en los afanes de esta vida y metidos en la forma de vivir de esta Tierra, no podemos estar atentos a lo que pide el Señor. Podemos no estar atentos, vigilantes. Y allí, entonces, no seremos dignos de permanecer en pie delante del Hijo del Hombre.
Nuestra manera de vivir ya no es más una manera simple. En la Iglesia entró enseñanza muy fuerte empujándonos, y empujando a nuestros hijos a que tienen que ser los mejores en todo. Una enseñanza fuerte de una preparación para el futuro. Un futuro sólido, equipados para alcanzar posiciones en el mundo.
Esto vino muy fuerte. Y con esto viene el tener. El obtener cosas. Una vida próspera, con comodidad, con facilidades. Y sin percibirlo entra en nosotros esto de querer tener. Ya no hay satisfacción con lo poco. Y no prestamos más atención a las advertencias de Jesús, cuando hablaba de la ansiedad de tener cosas como un problema del último siglo. Él dijo: "No estéis ansiosos por cosa alguna".Tener una vida tranquila, con lo necesario para comer, beber y vestir, ya no nos satisface. Nuestra manera de vivir va involucrando criterios que no son del Señor. Y sin percibir, vamos tomando la forma de este mundo. Nuestra mente queda presa de estas cosas. Enredados en los cuidados del mundo, con la fascinación de tener cosas, con las demás ambiciones y con los placeres de la vida. Sin percibirlo, no es culpa de alguien en particular. Vamos siendo llevados por esta sociedad. Somos bombardeados todo el tiempo con este deseo de consumir.
Muchos padres llevan a sus hijos a comportamientos y acciones dirigidas a estas cosas, porque los principios del Señor no han sido generados en el corazón de los hijos. Se ha generado el deseo de ser y de tener. Y no percibimos que las cosas simples que Jesús y los apóstoles hablaron, la vida de comunidad que los primeros cristianos tenían, no la logramos tener. Porque estamos muy atentos a nuestras necesidades. Mucho más metidos hacia adentro. El mundo está llevando al hombre a un individualismo y un aislamiento terrible, y una cantidad de cosas de la sencillez que Jesús vivió y planteó, ya no las podemos vivir.
Daniel Divano: "El afán de nuestros hijos es tener y ser."
Mi contentamiento: Sustento y abrigo
Cuando mi hija Paula tenía 12 años, me dijo: "- Papá, ya no necesito ir más a la escuela. Ya sé leer, escribir, hacer las cuentas... Cuando sea grande me voy a casar, voy a cuidar a mi esposo, a mis hijos!" Yo le contesté: "- La doctrina está 10 puntos. Pero no sabes si te vas a casar, así que tienes que seguir estudiando." Cuando creció y se puso de novia, estaba en la mitad de la carrera de Fisioterapia. Volvió con la misma cuestión:
"- Papá, ya estoy de novia, me voy a casar... ¿para qué voy a seguir estudiando?"
¿Por qué mi hija tenía esto en su corazón? Igual mis otras hijas, Daniele y Aline. Porque el consejo de Dios fue formado en sus corazones y en sus mentes. Pero esto requiere un trabajo, dedicación e inversión muy grandes. Mucho tiempo con ellas, junto a ellas. No las entregamos a otros para que formen sus mentes y sus principios.
Leamos 1ªTimoteo 6:6-10. "Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores."
¿Será que podemos contentarnos con sustento y abrigo? Pablo afirma que los que quieren enriquecerse, caen en tentación. No dice que pueden caer. Es muy fuerte este pasaje. Y luego dice: "Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas." (vs. 11 a) Estemos contentos si tenemos dónde vivir y qué comer. No dejemos que el deseo de riquezas tome nuestra mente y corazón. Porque podemos ser hallados distraídos, desatentos, y tal vez indignos de estar en pie delante del Señor.
¡Es muy serio! Porque es un estilo de vida arraigado en todos nosotros. Me gusta la comodidad. Hasta encontré un texto que justifica mi gusto, en el Salmo 103, que dice: "El que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca, de modo que te rejuvenezcas como el águila." Yo dije: "- ¿Ves? ¡Puedo tener un aire acondicionado, calefacción, una cama más cómoda, para renovar mis fuerzas!" Pero, ¿a quién de nosotros le disgusta la comodidad? Una casa hermosa, cosas bellas, una pileta... No digo que el que lo tiene está mal. Estoy diciendo: ¡cuidado! Porque la advertencia para nosotros es que cuando estas cosas comiencen a suceder, no nos dejemos enredar por el afán de tener, como hace el mundo. ¡Huye de esto! Que estas cosas no tomen tu mente y tu corazón. Tiene que haber un cambio profundo en la manera de mirar, de tomar estas cosas, y de cómo conducir a nuestros hijos.
Leamos 1ª Timoteo 6:17-19
"A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna." Pablo está enseñando a su hijo en la fe más cercano, le está advirtiendo.
Veamos lo que dice el Salmo 127:1- 2.
"Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño."
Cada vez nos levantamos más temprano para ir a trabajar, y volvemos más tarde a casa.
El corazón de los padres volviéndose hacia los hijos
"He aquí, herencia de Jehová son los hijos", dice el vers. 3. ¿Cuál es la herencia del Señor? Los hijos. ¿Cuál es la herencia que pensamos dejar a nuestros hijos? Una casa, un campo, condiciones económicas, para que puedan disfrutar... El Señor dice:"- No, no, la herencia que debes dejarles es mi Presencia, que vivan en mis caminos, que conozcan mi Palabra." Esto yo lo escuché de parte de Dios hace mucho. Miré a mis hijas y dije:
"- Señor, esto es lo que quiero para ellas. Nada más me importa para ellas, solo que te tengan a Ti. Pueden no ser formadas ni aptas para ninguna otra cosa, pero quiero que te amen con todo su corazón. Que vivan para Ti, según tu Palabra y tus enseñanzas."
Y gracias a Dios, tengo una esposa espectacular, que se dedicó cien por ciento a ser madre. Todo el tiempo. Entonces, la propuesta empieza ahora. Porque al final del Antiguo Testamento, Dios dice que el corazón de los padres se convertirá al corazón de los hijos, pero para esto, nuestro estilo de vida tiene que cambiar mucho. Tiene que haber un cambio muy profundo.
Si queremos mantener a nuestros hijos en Él, si queremos ganar esta generación, si queremos estar en pie delante del Señor en aquel día, tiene que haber un cambio. De valores, de comprensión de lo que es una familia. No solo el conocimiento intelectual de los roles de cada uno (la Iglesia está llena de conocimiento), sino una vida real, de hecho, concreta. Que el matrimonio viva en la casa de manera digna de lo que el Señor dijo. Y que la vida del matrimonio traiga a su casa la Presencia de Jesús. Y que nada más le importe a ese matrimonio que mantener a sus hijos en Él, y que hagan todo lo que sea necesario para que los hijos vivan en la plenitud de la vida de Cristo. Protegerlos de los ataques satánicos, vengan de donde vengan. Y tenemos que estar muy atentos porque el enemigo vino con mucha fuerza para engañar, si fuera posible, aun a los elegidos.
Mirando a los necesitados
El Señor está clamando desde el Cielo. Está alertando a su Pueblo: "Mira, estoy cerca, ¡¡¡no te distraigas!!!" Tiene que haber una vuelta a las cosas simples del Señor. Aceptar una vida simple para nosotros. Y vivir como comunidad, aprendiendo a compartir todas las cosas, para que nadie esté afanado y ansioso por las necesidades básicas de la vida. Tiene que haber un cambio, porque tenemos muchos necesitados. A veces tenemos mucho, y hay hermanos que carecen de lo más necesario. Hoy Marcos decía que el amor de muchos se enfriará, pero yo creo que ya se enfrió el amor en muchos. Tenemos de más, acumulamos para los hijos, y hasta para los nietos. Pero no vivimos la vida común, ni obedecemos lo que dijo el Señor: que la luz brille primero en tu casa, y luego delante de los hombres, para que vean nuestras buenas obras y Dios sea glorificado. Porque Jesús anduvo por todas partes haciendo el bien.
Y esta es la sanidad, la solución para no caer en el egoísmo, en el afán de tener: mirar las necesidades del otro. La Palabra dice en Efesios que cuanto más ganamos es para suplir las necesidades de los hermanos. Pero nosotros, cuanto más ganamos, más gastamos en cosas superfluas. No obedecemos al Señor. Tiene que haber un cambio profundo, para que vivamos una vida simple y nuestro amor no se enfríe. Compadecernos en el corazón. Cuando Jesús veía a las multitudes, se compadecía. La compasión. A veces miramos a los hermanos en situaciones difíciles, y acá adentro no pasa nada... A veces me dicen que lloro mucho, pero Jesús también lloró. Tuvo dolores terribles en su alma por ver la condición de las personas. Pero nosotros nos vamos acostumbrando a ver el sufrimiento, y nos vamos enfriando.
Dice el Señor: "Misericordia quiero"
No estoy hablando solo de poner dinero, comida, una heladera, aunque lo incluye. Estoy hablando de una sensibilidad de unos para con otros. Leamos Hebreos 2: 17-18.
"Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados."
Jesús se volvió semejante a cada uno de nosotros en nuestras situaciones difíciles: en toda angustia, tentación, dificultad, semejante en todo a sus hermanos. Y cuando es semejante, no puede tener otra cosa que misericordia. Cuando uno se pone en el lugar del otro, y vive lo que el otro está viviendo, lo que pide no es justicia, pide misericordia. El Dios eterno, para tener misericordia y expiar nuestros pecados, se tuvo que hacer en todo semejante a nosotros. Y nosotros tenemos que experimentar esta manifestación de la vida de Cristo en la sencillez que Él propone, teniendo todo en común. Compartiendo las cosas, de manera que nadie se sobrepase en tener mucho más que los otros. Como la Iglesia Primitiva, en la que si alguien tenía una gracia, un talento, lo compartía donde hacía falta, y nadie estaba ansioso por las carencias. Solo así nos podemos concentrar en una vida simple, de santidad, de búsqueda en primer lugar del Reino de Dios en estos días. Hay muchas cosas que compiten con el Reino de Dios en este tiempo. Muchas cosas que buscamos al mismo tiempo que el Reino de Dios. Perdonen que no es un mensaje muy ordenado.
Una familia conforme a la voluntad de Dios
¡Dios está clamando desde el Cielo para salvar esta generación!. El clamor de Dios es que volvamos a las cosas simples, a sus consejos, que tomemos su Palabra como absoluta ¡Porque nunca se equivocó en nada! Debemos creerla de verdad. Y entonces habrá una revolución en nuestra vida, en la vida de la comunidad. Tal vez algunos tengan que salir de algunos lugares, dejar algunas cosas, perder otras.
Que el hombre sea el proveedor único de la casa. La mujer volviendo a su hogar para cuidar a sus hijos. Y enseñar a sus hijos en el camino del Señor. O no poner a los chicos en la escuela. La escuela es la boca del dragón vociferando sus principios, sus mentiras, todo el tiempo.
Muchas veces creemos, con gran inocencia, con la ingenuidad de una paloma, que nuestro hijo puede soportar cinco horas la presión de la escuela, del maestro, diciendo un montón de palabras contra Dios, y mantener su fe. Soportar la presión de sus compañeros, diciendo que él es diferente, y mantener su fe con 5, 6 ó 7 años.
¡Si nosotros, con veintipico de años de cristianos, a veces sucumbimos delante de presiones! Y pedimos a estas criaturas que sean campeones y digan: "Yo soy discípulo, yo no miro eso, yo no hago eso..." ¡No va a poder! Y no solo mentiras, sino peor aún, imágenes. Y las imágenes ya no se pueden quitar de la mente.
Recuerdo que yo le decía a mi mamá: "- Yo nací con 5 años". "- ¿Por qué?" - preguntaba ella. "- Porque no me acuerdo de nada antes de los 5 años. Pero de los 5 para adelante, me acuerdo de todo". Está todo en la mente. ¿Creemos que nuestros hijos van a soportar la presión? Tiene que haber un cambio muy profundo. Una acción y sacrificio muy grandes.
Algunos testimonios familiares
Yo tengo tres hijas, ahora tres nietas, la abuelita de Synara vivió con nosotros, y ahora su mamá... ¡¡¡Todas mujeres!!! Así que de 0 a 95 años, conozco todas las etapas de la mujer. Ahora hablo de la gratitud enorme que tengo con Synara mi esposa. Ella se dedicó completamente a las hijas. Ellas fueron a la escuela. Era otra realidad, otra generación. Pero aun así, estábamos presentes todo el tiempo en la escuela. Éramos los padres pesados, todo el tiempo reclamando cosas. Y todos los días teníamos el culto familiar. Durante 22 años, yo hice esto. Cuando yo viajaba, Synara lo hacía. Todos los días poníamos metas, orábamos, conversábamos sobre situaciones que les daban temor, qué pasó, qué podría pasar con ellas en la escuela. Porque ya había situaciones que daban temor.
A una de nuestras hijas, en una clase de Educación Física, les hicieron acostarse sobre colchonetas, bajaron las luces y repetir mantras para entrar en alfa. Mi hija se acostó, tocó a su compañerita y le dijo: "Esto no es de Dios, esto es del diablo. Repite conmigo: Jesús, Jesús..." Luego, vino a casa y me contó. Yo fui a la escuela y les dije: "Así no, mi hija no va a participar en esto." O con algunos libros que le exigían leer, yo decía: "Mi hija no va a leer eso". Y me respondían que llevaría una baja calificación. Pero nos manteníamos firmes en esas decisiones. Y le cambiaban el libro. Pero nuestro corazón estaba convertido a nuestras hijas. No queríamos darles intelectualidad, conocimientos académicos, sino la vida de Cristo. En ese momento tuvieron que enfrentar la escuela. Pero estábamos con ellas todo el tiempo. Synara muy presente en todo. Orábamos por ellas todos los días, con imposición de manos, para bendecirlas, reprendiendo toda acción y mentiras satánicas.
Mi hija menor es abogada, sacó la licencia después de 3 exámenes, y un día me dijo:
"- Papá, Derecho es deslumbrante. La Universidad es deslumbrante. Porque toda nuestra vida está basada en leyes. Y te revela un mundo de conocimientos. Por eso yo guardo mi corazón, y cierro mi mente, para no enredarme en esas cosas." Una vez me preguntó:
"- Papá, ¿alguna vez te viene una palabra mala a tu mente?" Le dije que no. Ella me insistía si ni siquiera cuando estaba enojado, y le dije que no. Ella me respondió: "- Eres bienaventurado, papá. En la facultad todo el tiempo escuchamos palabras malas. ¿Sabes qué hago? Cuando vuelvo, me encierro en mi cuarto, y de rodillas oro y leo la Palabra, para que limpie mi mente y corazón." Yo nunca le dije que haga eso. Pero ella ama al Señor. Y hubo un trabajo e inversión de tiempo muy grande para este resultado. De su madre más, y mío también.
Un llamado final
Tiene que haber un cambio muy profundo en nuestra forma de vivir, de administrar el tiempo. No podemos seguir viviendo como hasta ahora, si lo que dice la Palabra es verdad. Ya comenzaron a suceder las cosas que Jesús profetizó, y está cerquita nuestro Señor. Tenemos que ser una iglesia que está en pie porque vela y ora. Y se mantiene fiel a sus enseñanzas.
Termino leyendo Mateo 25: 31-46.
"Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
Hermanos, hay dos clases de personas acá. A la derecha las ovejas, y a la izquierda las cabras. Y la diferencia entre unos y otros no es el conocimiento. Ni la mejor teología. Ni que uno sabía si la trompeta sonó o no. La diferencia es la manifestación de la vida de Cristo. Porque él anduvo por todas partes haciendo el bien. La respuesta en ese momento no podremos darla con un texto bíblico, o un conocimiento de la Escritura. La respuesta debió ser dada antes, a lo largo de todo nuestro caminar. Cuando hicimos el bien por todas partes. Esta es la prevención para que el amor de nuestro corazón no se enfríe. Hacer el bien.
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