Moisés el intercesor.
Ex.
17:8 Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.
9 Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.
10 E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.
11 Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.
12 Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.
9 Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.
10 E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.
11 Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.
12 Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.
13 Y Josué deshizo a Amalec y a su
pueblo a filo de espada.
14 Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro,
14 Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro,
Al leer este pasaje ,no encuentro
mención sobre una orden expresada de Dios a Moises acerca de
levantar las manos durante el conflicto, quizá esa acción fue una
respuesta espontanea de Moisés al ver lo que estaba sucediendo en el
campo de batalla.
Pero Moisés noto que cuando sus
manos estaban en alto, algo sucedía, Israel se volvía fuerte frente
a su enemigo, así fue que decidió permanecer con sus manos en
alto.
¿Que expresan las manos en alto?
Levantan las manos quienes necesitan
ayuda, quienes necesitan ser vistos, quienes se rinden en la guerra,
las manos del niño se levantan para que su papa lo alce, pueden
manifestar devilidad y necesidad de ayuda, también las manos en alto
expresan alabanza, adoración, gratitud
.
Muchas de estas cosas estarían en
el pensamiento de Moisés en aquel momento, pero ya siendo hombre
anciano, sus brazos se agotaban y decaían, así que casi haciendo
trampa, se sienta sobre una roca y Aarón junto a Hur sostienen sus
manos firmes hasta que el conflicto fue superado.
Es una figura muy
expresiva la que aparece aquí, el intercesor sentado sobre la roca
(que es Cristo) con sus manos en alto hasta la que la victoria es
tomada.
Moisés no hizo otro aporte en ese
momento, no tomo ningún arma, ni determino la acción estratégica,
para eso estaba Josué como general, su acción proactiva (participo
plenamente) fue sostenerse perseverante en oración.
El omnipotente Dios de la gloria,
todo soberano, no necesitaba de ninguna ayuda, podía dar victoria a
su pueblo sin ningún agregado humano, pero toda esta escena fue
planteada para aleccionar a su pueblo (especialmente a
nosotros como iglesia), acerca de la necesidad de la acción
espiritual junto a toda actuación humana, parece que si no es así,
las cosas pueden complicarse.
Por eso fue que aquel hecho tuvo que
ser registrado en un libro para memoria, como una lección
que no debe ser olvidada.
El
discípulo imitando a su maestro.
Jos. 8:18 Entonces Jehová dijo a
Josué: Extiende la lanza que tienes en tu mano hacia Hai, porque yo
la entregaré en tu mano. Y Josué extendió hacia la ciudad la lanza
que en su mano tenía.
Luego de la gran victoria de Jericó,
el pueblo estaba animoso, si pudieron tomar semejante ciudad
amurallada, que fácil sería con una ciudad pequeña como Hai.
Pero Acan había prevaricado, había
desobedecido la orden de no tomar nada de allí, y por afán de lucro
desobedece y esconde el botín bajo su tienda.
Josué 7:11 Israel ha pecado, y aun
han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del
anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado
entre sus enseres.
El pecado no tratado, siempre trae
aparejado complicaciones.
Una vez tratado el problema, se
emprende nuevamente la conquista, pero en esta oportunidad si hay una
orden de Dios a Josué: Extiende la lanza que tienes en tu mano...
25 Y el número de los que cayeron
aquel día, hombres y mujeres, fue de doce mil, todos los de Hai.26
Porque Josué no retiró su mano que
había extendido con la lanza, hasta que hubo destruido
por completo a todos los moradores de Hai.
La victoria fue posible PORQUE...
Esa es la clave predominante en la
batalla: una lanza extendida. Aquí nuevamente nos encontramos frente
con el mismo sentido espiritual.
Cuidado con el
pragmatismo que centra su confianza en los recursos y la actuación
humana, porque no se encuentra allí la verdadera clave del éxito.
Jesús
intercesor, nuestro modelo en todo, también en esto.
Lc. 22:39 Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron.
Vers. Lat. 39 Saliendo Jesús, se
encaminó, como de costumbre, hacia el Monte de
los Olivos; y los discípulos también Lo siguieron.
Mt. 14:23 Despedida la multitud,
subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí
solo.
Los evangelios están llenos de
menciones de Jesús retirándose a orar, especialmente el evangelio
de Lucas.
Me he preguntado muchas veces, ¿como
serian las oraciones de Jesús?¿que cosas hablaría con el Padre?
En la hora final cuando todo se
volvió muy intenso, el apóstol Juan corre el velo y nos concede el
privilegio de ver a Cristo orando por sus discípulos:
Jn. 17:1 Estas cosas habló Jesús,
y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado;
glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti;
Luego de tomar la cena y enseñar,
todo esto abarcado entre el capitulo 13 y el 17, Jesús levanta los
ojos al cielo y comienza a orar por sus discípulos en presencia de
ellos:
3
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.
5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
6 He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.
7 Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti;
8 porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son,
10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.
11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.
13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.
23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.
26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.
4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.
5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
6 He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.
7 Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti;
8 porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son,
10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.
11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.
13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.
23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.
26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.
Es
mucho lo que podríamos extraer de este pasaje tan rico, pero quiero
poner el énfasis no en el contenido de la oración, sino en la
pasión de Cristo orando por los suyos, como quien derrama el
corazón en suplica ferviente por el bien de este puñado de
discípulos.
Esta oración no se hizo en secreto,
como se nos aconseja orar, sino delante de los discípulos mismos,
para que puedan captar lo que en el corazón de Jesús había, en mi
parecer Juan, el discípulo amado queda profundamente impresionado
por esta oración y la registra.
Y como suele ser normal, las
oraciones publicas son el resultado de aquello que se oro previamente
en privado, creo que este mismo tenor era el que dominaba la oración
privada en la vida de Jesús.
Jesús anticipándose a una
crisis de sus discípulos:
Lc.22:31 Dijo también el Señor:
Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como
a trigo;32 pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una
vez vuelto, confirma a tus hermanos.
Que palabras más consoladoras, que
un padre se ponga en la brecha por sus discípulos, la oración es
el mejor legado que podemos dejar a nuestros hijos carnales y
espirituales.
Hoy Jesucristo vive ejerciendo el
ministerio de interceder por nosotros.
Heb. 7:25 por lo cual puede también
salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo
siempre para interceder por ellos.
Ro.8:34 ¿Quién es el que
condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también
resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también
intercede por nosotros.
Pablo
en los mismos pasos que Jesús.
Col. 2:1 PORQUE quiero que sepáis
cuán gran solicitud tengo por vosotros, y por los que están en
Laodicea, y por todos los que nunca vieron mi rostro en carne; 2 Para
que sean confortados sus corazones, unidos en amor, y en todas
riquezas de cumplido entendimiento.
Los pone en conocimiento de su lucha
en oración, porque saber que alguien esta clamando a Dios por mí,
me trae esperanza, consuelo, confianza en medio de situaciones
difíciles.
Fil. 1:3 Doy gracias a mi Dios
siempre que me acuerdo de vosotros,
4 siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros,
4 siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros,
1 Tes. 1:2 Damos siempre gracias a
Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras
oraciones,3 acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre
En estas dos epístolas que tienen
un carácter personal.
2 Tim. 1:3 Doy gracias a Dios, al
cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar
me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día;
Flm. 1:4 Doy gracias a mi Dios,
haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones,
Sosteniendo las manos de los padres.
Ef. 6:18 orando en todo tiempo con
toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos;
19 y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio,
19 y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio,
Una responsabilidad que NO debe
ser desatendida:
Hch. 6:1 En aquellos días, como
creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los
griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran
desatendidas en la distribución diaria.
2 Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas.
3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo.4 Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.
2 Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas.
3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo.4 Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.
Queridos hermanos reclamen de
nosotros esto, pastores que ejercen con diligencia y responsabilidad
la oración por la iglesia.
Todo el tiempo que
invertimos en la oración nunca será un tiempo mal empleado.
Cada uno en el lugar desde donde
miramos a nuestras familias, la iglesia, especialmente los discípulos
que Dios nos ha confiado, requieren nuestra oración perseverante,
con manos en alto como las de Moisés, para que haya victoria y
conquista.
Respondiendo una importante pregunta:
¿como cuido Jesús a sus discipulos?
- Jesús cuido a los discípulos desde una cariñosa relación de paternidad.
- Les enseño las verdades eternas.
- Los corrigió en sus errores.
- Les comunico la gloria del Padre.
- Les demostró como trabajar en el Reino con su vida misma.
- Intercedió en forma constante por ellos.
Imitemos a Jesús también en esto.
En forma espontanea.
En forma sistemática.
Con insistencia.
Con ayunos.
Haciendo conocer que estamos orando.
Claudio A. Lancioni
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