Tomado del libro: Lo mejor de A.W.Tozer - Cap. 14
Cuándo
unirse y cuándo dividirse, esa la cuestión, y una respuesta
autorizada necesita de la sabiduría de un Salomón.
Algunos
resuelven el problema de manera simple y práctica: Toda unión es
buena y toda división es mala. Muy fácil. Pero esta manera
simplista de tratar el asunto ignora las lecciones de la historia y
olvida las profundas leyes espirituales que rigen la vida del hombre.
Si
los hombres buenos desearan la unión y los malos la división, o
viceversa, eso simplificaría las cosas para nosotros. O si se
pudiera demostrar que
Dios siempre une y el diablo siempre divide,
sería fácil
encontrar nuestro camino en este mundo confuso.
Sin embargo, las cosas no son así.
Dividir
lo que debe ser dividido y unir lo que debe ser unido, es parte de la
sabiduría. La unión de elementos heterogéneos jamás
es buena,
aunque fuese
posible, ni la división arbitraria
de elementos semejantes. Esto se
aplica ciertamente tanto a las cosas morales y religiosas, como a las
políticas y científicas.
Dios
fue quien hizo la primera división, cuando separo la luz de las
tinieblas en el momento de la creación. Esta división estableció
una regla para todo el comportamiento divino en la naturaleza y en la
gracia. La luz y las tinieblas son incompatibles. Intentar tener
ambas en el mismo tiempo es intentar lo imposible y el resultado será
siempre nulo, ni una ni otra, sino
sombras y
oscuridad.
En
el mundo de los hombres, son pocos los límites que se destacan. La
raza está caída. El pecado trajo confusión. El trigo crece junto
con la cizaña, las ovejas y los cabritos coexisten, los justos y los
injustos conviven, y la misión tiene al burdel como vecino.
Pero
las cosas no serán siempre así. Está llegando la hora en que las
ovejas serán separadas de los cabritos, el trigo de la cizaña. Dios
dividirá nuevamente la luz de las tinieblas y todas las cosas se
agruparán otra vez según su especie. La cizaña irá al fuego junto
con la cizaña, y el trigo al
granero
con el trigo. La niebla
se levantará como ocurre
con la neblina, y todos los límites surgirán
nítidos. El infierno será siempre reconocido como infierno, y el
cielo se revelará como el hogar para todos los que poseen la
naturaleza del Dios único.
Aguardamos
con paciencia esa hora. Entretanto, para cada uno de nosotros y para
la Iglesia donde quiera que aparezca en medio de la sociedad humana,
la pregunta repetida debe ser: ¿Con quién debemos unirnos y de
quién separarnos? No estamos hablando de la coexistencia. El trigo
crece junto con la cizaña, pero ¿debe haber polinización entre
ellos? Las ovejas pastan junto con los cabritos, pero ¿debe haber
cruza entre ellos? Los justos y los injustos gozan de la misma lluvia
y del mismo sol, pero ¿deben olvidar
sus profundas diferencias morales y casarse?
La
respuesta popular es afirmativa. Unirse siempre, y los hombres serán
hermanos a pesar de todo. La unidad es tan preciosa que ningún
precio es demasiado para alcanzarla, y nada es suficientemente
importante como para mantenernos separados. La verdad es asfixiada
para celebrar el casamiento del Cielo
y el infierno, y todo eso a fin de
apoyar un concepto sobre la unidad que no se basa en la Palabra de
Dios.
La
Iglesia iluminada por el Espíritu no acepta esto. En un mundo caído
como el nuestro, la unidad no es un tesoro que deba ser comprado al
precio de la transigencia.
La
lealtad a Dios, la fidelidad a la verdad y la preservación de una
buena conciencia, son joyas más preciosas que el oro de Ofir o de
los diamantes extraídos de una mina. Por causa de esas joyas,
hombres sufrieron la pérdida de propiedades, prisión y hasta la
muerte; por ellas en épocas recientes, detrás
de cortinas de hierro, los
seguidores de Cristo pagaron
hasta el ultimo centavo el precio de su devoción y murieron
silenciosamente, desconocidos y sin aplausos del mundo, pero
conocidos por Dios y preciosos al corazón del Padre. El día en que
serán declarados todos los secretos de las almas, ellos se
presentarán para recibir el premio de las obras hechas en el cuerpo.
Estos
serán en verdad filósofos más sabios que los seguidores religiosos
de la unidad sin significado, porque no poseen coraje suficiente para
ponerse
contra las corrientes de las modas y claman por hermandad solo porque
está en boga.
“Divide
y conquistarás” es el refrán cínico de los líderes políticos
maquiavélicos, pero Satanás sabe también cómo unir y conquistar.
A fin de poner a una nación de rodillas, un potencial dictador
necesita primero, unirla. A través de apelaciones repetidas al
orgullo nacional, o a la necesidad de defenderse de una injusticia
pasada o presente, el demagogo consigue unir al pueblo alrededor de
sí. Después de eso, es fácil dominar a los militares y al poder
legislativo. Se logra entonces una unidad casi perfecta, pero se
trata de una
unidad de corral o de campo de concentración. Vimos
esto suceder
varias veces en nuestro siglo, y el mundo lo verá una vez más
cuando las naciones de la Tierra se unan bajo el Anticristo.
Cuando
las ovejas confusas comienzan a caer por el despeñadero, la oveja
que quiere salvarse individualmente necesita separarse del rebaño.
La unidad perfecta en tal momento solo puede significar la
destrucción para todos. La oveja sabia, para salvar su propia piel,
se aparta.
El
poder se encuentra en la unidad de cosas homogéneas, y en la
división de las heterogéneas. Tal vez aquello que precisamos en
nuestros círculos religiosos no sea más unión, sino una división
certera, sabia y valiente. Todos desean la paz, pero puede ser que el
reavivamiento utilice la espada.
A.W. TOZER
A.W. TOZER
¿De que libro del Autor fueron extraídos estos párrafos?
ResponderEliminarEl articulo me fue enviado por un hermano admirador de Tozer que vive en el exterior, acabo de enviarle un mail para averiguar de que libro fue tomado. Saludos
EliminarEl articulo fue extraído del libro: Lo mejor de A. W. Tozer Capitulo 14 Las divisiones no siempre son malas.
ResponderEliminarMuy interesante
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