viernes, 21 de junio de 2013

Salvaje de corazón, la herida del alma masculina.



Mensaje predicado por J. Himitian, inspirado en el libro de John Eldrege, con agregados de quien publica.

Ademas de las diferencias físicas entre un hombre y una mujer, ¿cuales son las diferencias entre ambos?

Cuales son los rasgos propios de la masculinidad, mas allá de lo físico,diferencias emocionales, psicológicas con las cuales Dios doto al varón en diferenciación con la mujer?

Hoy la tendencia unisex, en la sociedad hay un desdibujamiento del carácter masculino, hay una tendencia de feminizar al varón, y masculinizar a la mujer en nombre de la igualdad. 

Muchas madres tienden a veces sin darse cuenta a castrar a sus hijos pequeños.

Esposas que quieren domesticar a sus maridos, cuando se casaron fueron atraídas por la masculinidad, pero luego tienen otras pretensiones.

El mundo del niño esta rodeado de mujeres, vive muchos años bajo la influencia de una mentalidad femenina.

En el trabajo, hoy las tareas son unisex, en oficinas, call center, vendedores, estaciones de servicio, fabricas.

De un siglo a esta parte el 80% de la población mundial vivía en zonas rurales, hoy el 80% de la población vive en grandes ciudades.

La tecnología simplifico el mundo del trabajo, en el campo las tareas eran mas propias del hombre, trabajo muscular intenso, de manos curtidas y rusticas.

Hoy el trabajo es mas de oficina en general las tareas son mas intelectuales, que pueden ser realizadas por ambos.

El mundo de la ciudad tiende a debilitar los rasgos masculinos, el hombre de la ciudad es mas refinado, delicado, así se da la transformación del macho al metro sexual.

Hasta la palabra macho suena mal, macho, machista, hay algo malo en ser macho, en el mundo animal es normal pero en el hombre parece indicar que algo no es correcto cuando decimos que el hombre tiene que ser macho

Cuando miramos al Jesús del cristianismo contemporáneo.
¿Como es percibido por los pintores? ¿Como es este Jesús?

Buenito y con cara de mujer, manso, amable, bondadoso, que esta con los niños.
Sin darnos cuenta en la iglesia podemos castrar la masculinidad.

Hoy tenemos un
llamado a recuperar o fortalecer la identidad masculina, en una sociedad donde todo va para el otro lado.
Ejemplo. vendedor de vaqueros.
Gen 2:7 Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente.

Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.
Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.
Dijo entonces Adán:Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta
Gen 2:21 Entonces el SEÑOR Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre, y éste se durmió; y Dios tomó una de sus costillas, y cerró la carne en ese lugar.22 Y de la costilla que el SEÑOR Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre.23 Y el hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada mujer, porque del hombre fue tomada.


Varón y hembra los creo, ambos a la imagen de Dios.

Dios es espíritu su imagen en el hombre no es un cuestión física, sino de carácter.
Así como el varón tiene cuerpo masculino, (una unidad indivisible según el concepto hebreo) también tiene un alma masculina, como la mujer tiene un alma femenina (mente, emociones, estructura psicológica, personalidad).
Personalidades masculinas y femeninas, distintas maneras de actuar, sentir y responder.
En la crianza de los hijos hace falta el aporte de ambos.
Gen 1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.(D)
Gen 1:28 Y los bendijo Dios,(E) y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.


Les mando fructificar, llenar, dominar, gobernar desde el pequeño huerto de Edén hacia toda la extensión de la tierra una empresa enorme.

Cuando el hombre fue creado ya existía una guerra, ángeles sublevados, el es Jehová de los ejércitos, cuando lo crea lo hace también lo hace como un guerrero, ahora tiene que luchar y ser firme y asumir su liderazgo sobre la tierra.

Cuando fue creado el varón antes del Edén, no había jardín todavía, luego planta el jardín y coloca allí al hombre 2:7 y en vrs. 8 planto un jardín y puso allí al hombre que había formado.

El hombre fue creado en un lugar rústico, árido, difícil, en cambio la mujer no ella fue creada en el Edén en un jardín y los puso a ambos allí para que lo cuiden.
Al hombre le tira el campo, lo salvaje, la aventura.

Hombres que quieren ir a la guerra?, hacer parapente, paracaidismo, canotaje, paintball, alpinismo, fútbol, rugby, quieren probar el valor.

La vocación de domesticar, animales que reconocen la autoridad del hombre, el perro, el caballo.

Pero el hombre contemporáneo tiende a ser domesticado en su masculinidad por la sociedad urbana que le rodea.

¿Como es el Jesús de la Biblia?

Su oficio: Carpintero - albañil.
Un trabajo de gran esfuerzo físico  de manos curtidas, no había herramientas que facilitaran la tarea. Terrible trabajo transformar un árbol en tablas con serruchos.

Comenzó su ministerio - Llamado al desierto durante 40 días y 40 noches, sin carpa, ni colchoneta inflable, sin linterna, ni frazadas.
Fueron 40 días y noches sin comer, alli estaba con las fieras.

Al final, en el punto de mayor debilidad, aparece el mismo Satanás, para tentarlo, pero confronta y vence al diablo que tiene que retirarse luego de acabada toda tentación.

En el templo con un azote de cuerdas. Tejió el azote con toda tranquilidad y se dirigió a poner orden en nombre de su Padre, volcó las mesas, armo un revuelo terrible con toda valentía y autoridad.
La confrontación con los fariseos:
Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas, sepulcros blanqueados, raza de serpientes Mt. 23
Mat 23:13 Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando. 14 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación. 15 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros. 16 ¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor. 17 ¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro? 18 También decís: Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre él, es deudor. 19 ¡Necios y ciegos! porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? 20 Pues el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él; 23:21 y el que jura por el templo, jura por él, y por el que lo habita; 22 y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios,y por aquel que está sentado en él. 23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. 24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello! 25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. 26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio. 27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad. 29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, 30 y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas.


Delante de Pilato enmudeció no abrió su boca.

Afirmo su rostro para ir a Jerusalén. LC 9:51 - puso su rostro como pedernal.

En Getsemanni  en grande agonía Jesús se levanta y se adelanta no se esconde.

La última hora la cruz, un acto de heroísmo, se entrego al terreno inexplorado de la muerte diciendo; en tus manos encomiendo mi espíritu.

Descendió a los infiernos y se confrontación con el Diablo cara a cara.
Este tambien es el Jesus cuya imagen de varón tenemos que llevar.

La herida del alma masculina.

En el momento en que el hombre peco, este no lo hirió solo en su espíritu que se separo de Dios sino que también su masculinidad fue afectada, herida.

Así cómo la mujer por causa del pecado pierde parte de su feminidad, y se vuelve más masculina, lo mismo pasa con el hombre que por causa del pecado pierde los rasgos distintivos con que Dios lo creo.

Hubo un momento en la historia cuando Eva había pecado y todavía Adán no, ¿cuanto fue ese lapso?, no lo sabemos, segundos, minutos u horas, ya que la que primero comió fue Eva, la mujer fue engañada, pero Adán no lo fue.

Satanás engañó a Eva pero Adán se metió en el pecado con los ojos abiertos, en ese momento cuando Eva había pecado y Adán no, el debía plantearse y decirle ¿que hiciste?

Adán tendría que haberse puesto del lado de Dios y decir: yo no peco, pero fue pasivo y en lugar de ponerse del lado de Dios no lo hizo y se puso del lado de la mujer, quizá tuvo miedo de quedarse sólo otra vez.

El varón para ser varón tiene que definir: entre Dios y mi esposa, tiene que definir por Dios, igual la mujer, Jesús no dice el que no aborrece, Padre, madre, esposo, esposa, hijo, hija y aún su propia vida no puede ser mi discípulo.

Y por no ponerse del lado de Dios peco, la siguió a Eva, Cuando tendría que que haber sido firme y reprender a Eva, fue cobarde y después de pecar esa cobardía llego a ser parte de el.

No sólo peco sino que no rescato con compasión y firmeza a la mujer que le había sido dada, será por eso que muchas películas hoy tienen esta temática del varón rescatando a la mujer.

Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer:¿Conque Dios os ha dicho:No comáis de todo árbol del huerto?
Y la mujer respondió a la serpiente:Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios:No comeréis de él, ni le tocaréis, para que muráis.
Entonces la serpiente dijo a la mujer:No moriréis;
sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.
Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo:¿Dónde estás tú?
Y él respondió:Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
Y Dios le dijo:¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?
Y el hombre respondió:La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
Entonces Jehová Dios dijo a la mujer:¿Qué es lo que has hecho?Génesis 3:13
Entonces Jehová Dios dijo a la mujer:¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer:La serpiente me engañó, y comí.

La mujer quizá fue más sincera, el varón se refugia en la tercerizacion de la culpa.


Como el pecado entro en el mundo y todos pecamos de alguna manera todos estamos heridos en nuestra alma masculina, y esa herida transforma al hombre en un cobarde, no asume, no afronta, se esconde, culpa a otros, y deja de ser varón, una herida interior que lo debilita y crea inseguridad.

Hoy una franja de la sociedad esta constituida por varones débiles, y dentro de este contexto social actual todo tiende a debilitarnos más, tenemos complejos, de inferioridad, y el varón en la vida esta buscando la conciencia masculina para descubrirse un verdadero hombre.

Varones que no asumen y terceriza la responsabilidad en otros, en su mujer.

¿Quien peco primero? ¿Quien fue llamado?

¿Adán que pasa en tu casa?

La masculinidad es conferida al varón principalmente por su padre,es el padre el que lo afirma, y le trasmite esa seguridad o inseguridad.

La homosexualidad y la ausencia de la figura paterna.

Hay muchos padre ausente en su relación afectiva con su hijos varones.

A los que crían varones, el padre le tiene que robar el hijo a la madre a partir de la pre adolescencia.

La madre lo trata como a un osito de peluche, lo cuida y muchas veces lo sobré protege, y castra sin darse cuenta su identidad masculina.

Que no se suba al árbol, que no se tiré al río, que no juegue al rugby, que no tome frío, que no monté un caballo.

Mi experiencia: tengo casi cincuenta años y mi mama me sigue tratado como a un niño, no te desabrigues, porque te cansas tanto, todavía en mi madurez me quedan reflejos de la rebelión adolescente contra una madre sobre protectora.

Mi padre poniéndome a su lado.

El autor dice escribir el libro para recuperar o fortalecer su corazón masculino, todas sus heridas pueden ser curadas.

Dios es el único que puede sanar tu corazón, restaurar tu identidad.

Caminos equivocados:

1. Esconder la herida, fingir, mostrar que todo esta bien y construir un falso yo.
Problemas arrastrados durante años, hojas de Higuera para tapar la desnudes, Cuidar la imagen.

2. Volvernos violentos, agresivos, tratando de compensar el faltante.
El alarmante incremento de violencia familiar.

3. Volverse manipulador, sin violencia manejar a otros en su inseguridad.

4. Buscar su identidad masculina en la re afirmación de su mujer, esperar que ella le apruebe.

Efesios 5:33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.

5. Buscarla en los logros y en el engañoso espejo social.

6. Buscar agradar a los hombres debilita la masculinidad.

Gálatas 10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Honremos a los hombres, pero sólo busquemos agradar a Dios.

Dice el autor del libro: el varón en su alma masculina desea ser peligroso.

¿De dónde viene la masculinidad? Dios la confiere.

El poder liberador de la verdad.

La acción transformadora del Espíritu Santo.

La resolución interior: El reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Mt 11:12


Lo que importa no es la crítica, importa el haber luchado. Importa el sudor y la sangre del que pelea con valentía, quien conoce los grandes entusiasmos y las grandes devociones, el haberse agotado por una causa digna, quien en el mejor de los casos conoce el triunfo de su logro y en el peor de los casos, si fracasa, al menos lo hizo mientras se arriesgó grandemente. Lo que importa es que nuestro lugar nunca estará con aquellas almas frías y tímidas que no conocieron ni la derrota ni el triunfo.

Aprendamos a huir de un aburguesamiento que nos domestica.


Recomendamos la lectura del Libro: Salvaje de corazón - John Eldrege.

miércoles, 19 de junio de 2013

Resumen; HUMILDAD HERMOSURA DE LA SANTIDAD 2/2 - A. Murray


HERMANOS, ESTE ES EL CAMINO DE LA VIDA MÁS ELEVADA. DEBEMOS PROCURAR IR CADA DÍA MÁS ABAJO, TOMANDO UNA POSTURA DE SIERVOS, CONCIENTE Y ESFORZADAMENTE.
No busquemos la exaltación, esta es obra de Dios. Busquemos la humillación, esto nos corresponde a nosotros. Humillarse es tomar una postura de siervos delante de Dios y de los hombres.
DEBEMOS SER COMO EL AGUA QUE SIEMPRE BUSCA DESCENDER Y BUSCA LOS LUGARES MÁS BAJOS PARA ALLI ASENTARSE MANSAMENTE.
Cuando Dios encuentra corazones así, los exalta y los usa. “El que se humilla será exaltado”.
A veces pensamos y hablamos refiriéndonos a la humildad como si esta nos robara todo lo que es noble, osado y digno en el hombre. No logramos entender que ser humildes es lo más noble, lo más osado y lo más digno que puede hacer el hombre.
Representar a Jesús, brillar con su luz, servir a los hombres en nombre de Dios, es lo que más cerca nos coloca de su divina presencia.
NUESTRA MAYOR NECESIDAD ES LA HUMILDAD. DEBEMOS CREER CON TODO NUESTRO CORAZÓN QUE JESÚS NOS LA MUESTRA, NOS LA ENSEÑA Y NOS LA IMPARTE.
LA HUMILDAD EN LOS DISCIPULOS DE JESÚS
Estuvimos mirando la humildad en la persona y en las enseñanzas de Jesús. Ahora estudiaremos acerca de la humildad en aquellos que rodearon a Jesús, sus discípulos.
Al mirar a los discípulos a través de los Evangelios vemos que ellos carecían de la humildad de su Maestro. Vemos también que en ellos operó un cambio radical con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés.
El testimonio de Cristo y la obra del Espíritu Santo, no solo una de estas cosas sino ambas, forjó en ellos un carácter humilde que los llevó a colocarse en la posición de siervos. Lo mismo debe suceder en nosotros.
Los Evangelio desnudan la falta de humildad de los discípulos y se contrasta esta falta de humildad con la de Jesús.
Ellos discutían para ver quién sería el mayor, quien se sentaría al lado de Jesús en el Reino, etc. Mientras tanto, mientras ellos discutían Dios caminaba entre los hombres y se ceñía la toalla para lavarles los pies.
No que no hubiera momentos de humildad en estos hombres, pues los había. En una ocasión Pedro dijo a Jesús: “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador”. En otro momento ellos cayeron de rodillas cuando el Señor calmó la tempestad. Eran expresiones ocasionales de humildad.
Muchas veces nosotros somos así. Tenemos ocasionales actitudes de humildad y pensamos que eso es ser humildes.
SER HUMILDES NO ES TENER ESPORADICOS ACTOS DE HUMILDAD SINO QUE SER HUMILDES ES VIVIR DESPOJADOS DEL ORGULLO, EN UN ESTADO DE CONTINUO RECONOCIMIENTO Y SERVICIO A DIOS Y A SU CAUSA.
Al mirar a los discípulos actuar de esta manera aprendemos que puede haber mucha religiosidad activa y sincera, cuando todavía la humildad está ausente. Los discípulos habían dejado todo por seguir a Jesús, creían en El, le amaban, le obedecían. Cuando otros se volvieron atrás ellos continuaron junto a su Maestro. Sin embargo en el fondo de su corazón, inconscientes de ello, el orgullo estaba arraigado. La gracia de la humildad no era la distinción de ellos como si lo era en su Maestro.
Durante tres años los discípulos habían estado en la escuela de entrenamiento de Jesús. El les había llamado a aprender de El la mansedumbre y la humildad. Les había dicho que El estaba no para ser servido, sino para servir. Les lavo los pies y los llamó a que esa actitud la reprodujeran. Les enseño que la humildad era el único camino a la gloria de Dios.
Aparentemente todas estas enseñanzas y todo ese testimonio no habían servido de mucho. Aún en la santa cena hubo disputas de quien sería el mayor.
Las lecciones externas, aún cuando estas vengan de Jesús, no son suficientes para que la humildad sea aprendida. No basta ningún argumento, ninguna descripción de la hermosura de la humildad, no basta ningún esfuerzo personal para poder desterrar al orgullo de nuestro corazón.
Nada puede bastar para esto excepto que la nueva naturaleza en su divina humildad sea revelada e impartida por el Espíritu Santo. Necesitamos que una nueva naturaleza surja, necesitamos un corazón nuevo para poder ser humildes y esto es obra del Espíritu Santo.
TENEMOS NUESTRO ORGULLO “HEREDADO DE OTRO”, DE ADÁN. NECESITAMOS “RECIBIR” NUESTRA HUMILDAD DE OTRO TAMBIÉN, DE CRISTO.
Así como antes era natural el orgullo, ahora debe ser lo natural la humildad. Esto nos es difícil a causa de nuestra carnalidad, pero lejos de resignarnos debemos proclamar la verdad y debemos saber que tenemos una nueva naturaleza y debemos saber que somos llamados a andar en el Espíritu y no en la carne.
Nuestros fracasos en cuanto a esto nos deben llevar a reconocer nuestra necesidad del poder del Espíritu y nos debe llevar a desear su presencia, su ministración y su auxilio constante.
Debemos convencernos del lugar único que ocupa la humildad en la vida de un cristiano. Ese convencimiento nos llevara a buscar de todo corazón que ella sea una realidad en nosotros. Al buscarla pronto descubriremos que el camino para hallarla es exponernos en oración y mirar el testimonio de Jesús dando lugar al Espíritu Santo para que seamos transformados de gloria en gloria y así la humildad de Jesús se refleje en nuestro diario andar.
Debemos reconocer que la humildad era la virtud principal de Cristo y la que El nos demando que aprendiéramos. No procuremos otros dones antes que este. Que ninguna otra gracia nos satisfaga aparte de la humildad.

LA HUMILDAD EN LA VIDA DIARIA

(1 Jn 4.20) Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?

Que pensamiento tan solemne. Nuestro amor a Dios será medido por nuestro amor a los hombres. Nuestro amor a Dios será considerado ilusorio, a menos que se demuestre que el mismo se manifiesta hacia nuestros semejantes.
Este mismo pensamiento vale para la humildad. Es fácil pensar que somos humildes cuando nos imaginamos delante del Dios del Cielo. Pero es la humildad que manifestamos delante de los hombres la verdadera prueba de que nuestra humildad hacia Dios es real.
La humildad ha de ser no una postura que tomamos de vez en cuando, cuando pensamos en Dios o cuando oramos, sino ha de ser el verdadero espíritu con que nos relacionamos con los hombres.
LA VERDADERA HUMILDAD ES LA QUE OSTENTAMOS DELANTE DE LOS HOMBRES Y MOSTRAMOS EN NUESTRA CONDUCTA COTIDIANA.
Las cosas insignificantes de la vida son las importantes en la prueba de la eternidad, porque manifiestan que es lo que realmente hay en nosotros.
En los momentos que menos pensamos, ahí mostramos lo que realmente somos. Para conocer si un hombre es humilde lo tenemos que seguir en el curso de su día y mirar cómo reacciona en los lugares y ante las personas con las que se relaciona.
LA HUMILDAD DELANTE DE DIOS NO VALE NADA SI NO SE MUESTRA EN LA HUMILDAD DELANTE DE LOS HOMBRES.
Jesús fue nuestro testimonio de completa humildad en todo tiempo.
El apóstol Pablo también nos llama a la humildad delante de los hombres. Nos dice que “nos prefiramos unos a otros en honor”, “Que estimemos a los demás como superiores a nosotros”, “a ser siervos los unos de los otros por amor”, “que con humildad nos soportemos unos a otros”, etc.
Es en nuestra relación con los demás que la verdadera humildad de mente y corazón se hecha de ver.
La humildad en lo secreto, la humildad ante Dios, nos prepara para expresar humildad ante los hombres.
DAR HONOR A LOS DEMÁS, SERVIR A LOS DEMÁS, CONSIDERAR SUPERIOR A LOS DEMÁS, SON REGLAS DE UN HOMBRE HUMILDE, SON EXPRESIONES VISIBLES DE QUE CRISTO ESTÁ EN NOSOTROS.
Se nos puede venir a la mente una pregunta: ¿Cómo considerar superior a los demás cuando no lo son? Cuándo mi sabiduría, gracia recibida y dones naturales son mayor que el de otros ¿Cómo hacer para considerarlos como superiores a mí?
Estas preguntas no tienen respuesta porque no deberían ser formuladas. Estas preguntas revelan cuan poco conocemos de la verdadera humildad.
Hasta que no entiendo que no soy nada no puedo pretender ser humilde.
Debemos renunciar a todo pensamiento de nosotros mismos en la presencia de Dios. “Debemos perdernos para encontrarlo”.
¿Cómo puede ser que nos entreguemos gozosamente a Cristo y encontremos tan difícil el entregarnos a los hermanos? Esto es una incoherencia.
DEBEMOS CONSIDERARNOS NADA DELANTE DE LOS DEMÁS Y QUE NO BUSCAMOS NADA PARA NOSOTROS MISMOS.
CONSIDEREMOSNÓS SIERVOS DE DIOS, Y POR AMOR A EL, SIERVOS DE TODOS.
El espíritu de aquel que lavó los pies de sus discípulos siendo el Señor y el Maestro, debe hacernos considerar cual ha de ser nuestra postura ante los demás.
En esta actitud reside nuestra más alta “experiencia espiritual”. Algunos buscan experiencias espirituales y van tras manifestaciones sobre naturales o buscan vivir experiencias fuertes de osadía, desprecio por el mundo, celo, denuedo y poder.
Todo esto es bueno pero no nos damos cuenta que la virtud más delicada, profunda y celestial que Jesús enseño y pretende de nosotros es la humildad.
La pobreza de espíritu, la mansedumbre, la humildad no son frutos apreciados por el mundo. Pero triste es que no sean frutos apreciados por la Iglesia del Señor.
Nuestra semejanza a Cristo no ha de mostrarse por el poder que actúa en nosotros, ni por el celo que tenemos por los perdidos. Antes, ha de mostrarse por nuestro carácter manso y humilde de corazón.
Cuando me comparo con el retrato del hombre humilde, cuando me comparo con Jesús ¿Qué veo? ¿Qué vemos en nuestros hermanos más cercanos?
No nos contentemos con nada menos que procurar ser como Jesús. Miremos los textos bíblicos que nos hablan acerca de la humildad y veámoslos como promesas de lo que Dios nos quiere dar si disponemos nuestro corazón.
Cuando no somos nada, entonces Dios lo puede ser todo y ahí se manifestará la luz y el poder divino.
DEMOS LUGAR A DIOS Y PROCUREMOS MEDIANTE SU PODER SERVIR A LOS DEMÁS EN AMOR.

LA HUMILDAD Y LA SANTIDAD

Debemos buscar y procurar la santidad pues sin ella “nadie verá al Señor”.
La prueba de que la santidad que profesamos buscar o alcanzar es verdadera, es si manifiesta humildad.
Podríamos decir también que es necesaria humildad para que la santidad de Dios repose en nosotros, frágiles criaturas.
LA PRUEBA INFALIBLE DE NUESTRA SANTIDAD SERÁ QUE MOSTREMOS HUMILDAD DELNTE DE DIOS Y DE LOS HOMBRES.
La humildad es la flor y la belleza de la santidad. La principal característica de un “falsa santidad” es la falta de humildad.
El que está procurando santidad debe tener cuidado de no “perfeccionar en la carne lo que había comenzado en el espíritu”, y de modo inconsciente, se introduzca orgullo cuando menos lo espera.
El ejemplo del publicano y el fariseo que Jesús nos cuenta ilustra esta situación. El fariseo puede estar con la cabeza erguida en la presencia de Dios y en el culto que realiza, hay un enaltecimiento personal. En cambio, el publicano confiesa su profunda pecaminosidad, su indignidad y su necesidad de Dios.
Muchas veces queremos ser como el publicano, queremos ser humildes, pero terminamos siendo como el fariseo, terminamos siendo orgullosos. Esto sucede cuando pensamos que somos más santos que los demás y en esa postura nos conducimos en la casa de Dios.
Debemos tener cuidado porque el orgullo se puede disfrazar con el “habito de la adoración y la penitencia”. Podemos decir que estamos adorando a Dios; podemos decir que estamos sirviendo a Dios, que estamos defendiendo su causa pero sin darnos cuenta, en medio de estas acciones, nuestro orgullo está creciendo.
El fariseo mientras daba gracias a Dios se felicitaba así mismo”. Muchas veces nuestro corazón engañoso puede actuar así.
Aunque la frase del fariseo:”no soy como los demás hombres”, nos parece una frase que nunca estará en nuestra boca, debemos tener cuidado porque puede estar en nuestro corazón.
Debemos tener cuidado al pensar y al hablar de otros.
En Isaías hay una expresión que es una caricatura de la falsa santidad y dice:”Estate en tu lugar; no te acerques, porque yo soy más santo que tú” (Is 65.5).
Cuidado con pensar así. Jesús, el más santo, se acercó a los pecadores y con ellos compartió. También compartió con los religiosos, los que vivían bajo un “falso paradigma de santidad”. No por eso Jesús perdió santidad sino que por el contrario manifestó con ello su humildad.
NOTA: Donde se encuentre y con quien se encuentre, Jesús estaba en los lugares para decir la verdad. El estaba en todas las situaciones conciente del propósito de anunciar el Reino de Dios. Lo mismo debemos hacer nosotros, sino nuestra presencia será vana en cualquier lugar.
Nuestra santidad debe tener la mansedumbre y humildad de los santos”. Si Jesús era el más santo y sus características a aprender como “sus santos” es la mansedumbre y humildad, entonces debemos procurar que nuestra santidad exprese estas características.
En muchos de nosotros hay períodos o momentos de humildad y quebrantamiento pero esto es distinto a ser revestidos de un espíritu de humildad.
Esto se ve en la actitud hacia los demás, pues el que está revestido del espíritu de humildad, se considera siervo de todos.
La verdad es que nuestro yo es muy exigente y ama los primeros lugares. Nuestro orgullo se siente herido cuando nuestros derechos no son reconocidos. Muchas disputas surgen de aquí.
En vez de buscar el último lugar en la sala más pequeña, buscamos el primer lugar en la sala más grande” ¡Que poco entendemos de humildad!
EL MÁS SANTO SERÁ TAMBIÉN SIEMPRE EL MÁS HUMILDE. 
 
Cuando como criaturas nos volvemos nada ante Dios, nos mostraremos humildes ante las otras criaturas.
Con esta actitud de humildad debemos relacionarnos con los demás. “De una vida de humildad y servicio cualquiera que verdaderamente ame a Dios, estará dispuesto a aceptar aún la mayor reprensión que puede haber”.
Debemos tener cuidado con el orgullo de la santidad. No es que vamos a ir a decirle a alguien:”Estate en tu lugar, yo soy más santo que tú”. Pero puede ir creciendo inconscientemente, un hábito del alma que encuentra complacencia en sus logros, que no puede evitar ver que está adelantado con respecto a otros.
Debemos cuidar los pensamientos, las palabras y aún el tono con que nos expresamos. En muchos se discierne “el poder del yo” más que la “humildad de un santo” cuando se expresan. Aún los mundanos lo notan.

Que en cada paso que demos hacia la santidad, también demos un paso hacia la humildad. No sea que nos deleitemos en ideas y actos hermosos mientras que el yo todavía no esté muerto.
LA HUMILDAD EXPRESARÁ DE LA MEJOR MNERA LA SANTIDAD.
LA HUMILDAD Y EL PECADO
La humildad es a menudo identificada con el pecado y la contrición. Pensamos que manteniendo nuestra mente enfocada en nuestra pecaminosidad seremos por eso más humildes.
Debemos ver, que tanto Jesús como los apóstoles nos hablan de la humildad sin hacer referencia al pecado. Por el contrario la nombran como una virtud que distingue los santos.
Sabiendo esto, es importante que no olvidemos nuestro pasado y no dejemos de vernos como rescatados. No debemos dejar de tener una profunda conciencia de haber sido pecadores inexcusables.
Pablo se veía así. Nunca se olvidó de sus pecados. Muchas veces se refiere a su vieja vida como “blasfemo y perseguidor de la Iglesia”. Por ello se consideraba “el menor de los apóstoles”, “el más pequeño de todos los santos” y el “primero de los pecadores”.
La gracia le había salvado, Dios ya no se acordaba de sus pecados, pero el no olvidaba de donde Dios le había sacado.
El se regocijaba en la salvación de Dios y así, más experimentaba la gracia de Dios. Se consideraba un pecador salvado.
Ni por un momento olvidaba que era un pecador a quien Dios tomó en sus brazos y le colmó de amor.
Pablo no habla que pecaba continuamente. Pablo habla de que había sido un pecador y Dios le había transformado. Eso lo llevaba a adorar y a humillarse ante Dios.
Nunca debemos dejar de vernos como pecadores rescatados. “Debemos ser un monumento al maravilloso amor redentor de Dios”.
NO ES EL PECADO, SINO LA GRACIA LO QUE NOS MANTIENE VERDADERAMENTE HUMILDES.

LA HUMILDAD Y LA FE
Las bendiciones y las promesas de la vida cristiana son “como objetos expuestos en una vitrina”. Se los puede ver, pero no se los puede alcanzar. Si quisiéramos tomar alguna de esas cosas veremos que hay “un grueso cristal que se interpone”.
Los cristianos vemos las promesas de paz y descanso, gozo a rebosar, amor, comunión, fruto abundante, etc., pero hay algo que se interpone y nos impide obtenerlas.
¿Qué es lo que nos impide obtener estas promesas? Nada más que nuestro orgullo, el cual trunca la fe.
Las promesas hechas a la fe son gratuitas y seguras. La invitación y el estímulo a usar de ella y tomar lo que Dios nos quiere dar son fuertes. El poder con que podemos contar es cercano y disponible.
Ante todo esto, se interpone algo que impide nuestra fe y es el orgullo.
EL ORGULLO HACE IMPOSIBLE LA FE.
(Jn 5.44)
Si buscamos recibir gloria los unos de los otros ¿Cómo podemos creer?
La fe y el orgullo son irreconciliables porque la fe y la humildad tienen una misma raíz.
Teniendo orgullo en nuestro corazón, puede haber una convicción y seguridad intelectual de la verdad pero esto le quita el lugar a una fe verdadera y viva.
TENDREMOS TANTA FE VERDADERA, COMO HUMILDAD VERDADERA TENGAMOS.
Para llegar a esta conclusión debemos pensar en el significado de la fe.
¿Qué es la fe? ¿No es la confesión de la invalidez y la inutilidad nuestra? ¿No es la entrega y la espera en que Dios obre en lo que nosotros no podemos? La fe es lo más humillante para el “hombre carnal” pues declara su incapacidad y dependencia.
Una “vida de fe” es una “vida de humildad”. Nuestra vida transcurre en dependencia y confianza en Dios.
La fe es la que nos permite ver y tomar lo que viene del cielo. La fe busca “la gloria que viene de Dios”.
Entre tanto que recibimos gloria de otros, entre tanto que buscamos, amamos y guardamos celosamente la gloria de esta vida, el honor y la reputación que viene de los hombres, no podemos recibir la gloria que viene de Dios.
El orgullo hace a la fe imposible. Por eso muchos no creen, por eso muchos resisten el evangelio.
También debemos ver que la debilidad de nuestra fe tiene su causa en “la borra de orgullo” que reside en nuestro corazón.
Todavía nos comportamos muchas veces, más como independientes que como dependientes, como racionales más que como hombres de fe.
La humildad y la fe están íntimamente unidas en las Escrituras.
Hay dos casos que son paradigmáticos en los Evangelios. En estos dos casos Jesús reconoce la fe de las personas que participan de la situación. El centurión y la mujer siro fenicia.
En ambos vemos grandes expresiones de humildad. El centurión dijo: “No soy digno que entres debajo de mi techo”. La mujer siro fenicia dijo: “Si Señor, pero los perritos comen las migajas”.
La humildad lleva al alma a “no ser nada delante de Dios”. La humildad le quita el obstáculo a la fe.
NUESTRO ORGULLO PONE OBSTACULO A LA FE Y ESTO DETENIE EL AVANCE DE LA OBRA DE DIOS EN NOSOTROS.
La humildad absoluta, incesante y total debe ser la base de toda oración y de toda aproximación a Dios.
Por el contrario hoy parecería que se nos enseña a exigirle a Dios que nos de lo que le pedimos. Se nos induce a extorsionar y a amenazar a Dios para que nos bendiga cuando es la humildad verdadera la que atraerá la bendición de divina.
Sin humildad de corazón no podemos estar cerca de Dios. Es como querer ver sin ojos o vivir sin respirar.
Erramos al esforzarnos en creer, en hacer querer crecer nuestra fe. Debemos procurar crecer en humildad y entonces como consecuencia nuestra fe se vigorizará.
Debemos buscar humillarnos bajo la poderosa mano de Dios y El nos exaltará.
Que nuestro deseo y ferviente oración sea humillarnos ante Dios. El velará por nosotros.
CUANTO MÁS TE INCLINES EN HUMILDAD DELANTE DE DIOS, MÁS EL CUMPLIRÁ LOS DESEOS DE TU FE.

LA HUMILDAD Y LA MUERTE AL YO

LA MUERTE AL YO ES EL FRUTO PERFECTO DE LA HUMILDAD.
Como Jesús, que se humilló a sí mismo hasta la muerte, nosotros debemos humillarnos a nosotros mismos hasta la muerte.
La humildad debe guiarnos a morir al yo. De este modo demostramos que estamos entregados completamente a Dios.
Solo así encontramos libertad de nuestra naturaleza caída y se nos abre el camino para una vida nueva y plena en Dios.
Jesús impartió vida sacada de la muerte. Fue una vida ganada a la muerte.
La vida de Jesús llevaba la marca de la muerte, la vida de sus discípulos debe llevar esta misma marca.
No podemos identificarnos con el poder de resurrección en Cristo sin primero identificarnos Con su muerte. “No hay resurrección sin previa muerte”.
La humildad nos conduce a la muerte del yo. La humildad y la muerte al yo son para nosotros una misma cosa en su naturaleza.
La humildad ha de ser nuestro deber primario. Colocarnos en oración en una postura de completa invalidez ante Dios. Considerarnos impotentes, hundirnos en su presencia sabiendo que no somos nada y El lo es todo, será nuestro oficio mas sagrado.
Debemos también aprovechar cada oportunidad para humillarnos delante de nuestro prójimo como una ayuda a nuestro crecimiento y como una prueba de su obra en nosotros.
Dios verá nuestra actitud de corazón, verá nuestro deseo y nos llenará de su presencia y tendremos así una vida plena mientras estamos muriendo a nosotros mismos.
Jesús fue distinguido y comparado con un cordero. “El Cordero de Dios”. En el contexto esto significa dos cosas: humildad y muerte.
Nos gustaría compararnos con un búfalo, un león, un águila, pero no con un cordero. Sin embargo debemos vernos como corderos.
Debemos entregarnos sin reservas a Dios y transitar el camino con estas marcas, humildad y muerte.
Hemos sido “bautizados en su muerte”. “Somos vivos de entre los muertos”. “Estamos muertos al pecado pero vivos para Dios”. “Llevamos en nuestro cuerpo la muerte del Señor y actúa en nosotros la vida de Jesús”.
Húndete cada mañana en Jesús y cada día Jesús se manifestará en ti.
Que una humildad feliz, sosegada, amante y voluntaria sea tu marca y ella permita que Dios se manifieste en ti.

LA HUMILDAD Y LA FELICIDAD
Para que Pablo no se exaltare a sí mismo, a acusa de la revelación que había recibido, le había sido enviado un agujón para su carne, para que así, se mantuviese humilde.
En un principio Pablo deseaba que esa espina fuera quitada. Tres veces se lo pidió a Dios.
La respuesta que recibió fue que la prueba era una bendición, que en la debilidad y en la humillación se podrían manifestar mejor la gracia y el poder de Dios.
Pablo, al comprender esto, en vez de simplemente soportar la prueba, se comenzó a gloriar en ella. En vez de seguir pidiendo ser librado de ella, la aceptó con placer.
LA HUMILLACIÓN ES EL LUGAR DE LA BENDICIÓN, DEL PODER Y DEL GOZO.
En la prosecución de la humildad los cristianos pasamos por estos dos estadios.
En el primer estadio tememos, huimos y buscamos liberación de todo lo que puede humillarnos. En esta etapa queremos ser humildes pero rechazamos lo que nos humilla. Esto es así, porque todavía no amamos la humildad. La humildad todavía no es un gozo, un placer y una honra. Todavía no podemos decir: “Me gloriaré en mis debilidades, en lo que me humilla”.
Para pasar al segundo estadio necesitamos una nueva revelación del Señor Jesús. Cuando Pablo entendió que “la gracia de Dios bastaba”, que la presencia de Dios era suficiente porque lo era todo, entonces pudo aceptar con gozo lo que lo humillaba.
Procuremos aprender esta lección que la vida de Pablo nos enseña.
Si somos hombres de Dios, que no se glorían en sus debilidades, todavía nos falta aprender una gran lección.
Dios nos quiere enseñar esta lección, para que podamos colocarnos en la correcta posición de humildad y para eso y por eso, Dios permite que seamos humillados.
La plena conformidad a Cristo tiene que ver con esto. Ser humildes y gloriarnos en nuestras debilidades.
LA MÁS ALTA LECCIÓN QUE PODEMOS APRENDER LOS CREYENTES ES LA HUMILDAD.
La humildad vendrá a través de un trato profundo de nuestro Padre. Debemos aprender a mirar las circunstancias difíciles como oportunidades para aprender la lección de la humildad.
Su fuerza hecha perfecta en nuestra debilidad, su presencia llenando y satisfaciendo nuestra vaciedad debe ser nuestra felicidad.
Las humillaciones nos conducen a la verdadera humildad. Debemos terminar por gloriarnos en lo que nos humilla.
El peligro del orgullo está más cercano de lo que pensamos y necesitamos vivir en humildad para no caer en la trampa. En los momentos “más elevados” de nuestra experiencia espiritual estamos en mayor riego de enorgullecernos.
Cuando más alto lleguemos en nuestra estatura espiritual más humillados hemos de estar. Así y solo así nuestros testimonios reflejarán a Cristo.

LA HUMILLACIÓN Y LA EXALTACIÓN
¿Cómo vencer el orgullo? Humillándonos.
Debemos procurar colocarnos en la postura correcta, la de humildes siervos de Dios y por amor a El, siervo de los hombres. Esto nos llevará a crecer en humildad.
Debemos aceptar todo lo que Dios permite que nos humille y debemos procurar ser humildes en todo tiempo.
Cuando nos humillamos Dios promete exaltarnos. La gracia de Dios nos coronará.
Debemos entender que la gloria más alta para una criatura es ser solo un recipiente. Recibir, gozar y reflejar la gloria de Dios es nuestra exaltación.
Luchemos por la humildad y lograremos ser como Jesús.
En esta lucha se mezclan el esfuerzo con la impotencia, el fracaso y el éxito parcial y la expectativa de algo mejor. Peleando esa batalla Dios nos otorgará la victoria y la humildad será una realidad para nosotros y no tan solo un concepto.
El llamado es a humillarnos. El esfuerzo sincero de escuchar y obedecer esto será recompensado. Aquel que obra “el querer y el hacer” vendrá a nosotros con “prendas de humildad” y nos vestirá con estas ropas que nos distinguirán como discípulos de Jesús.
Una humildad que todo lo abarca, que marca nuestro trato con Dios y los hombres debe ser nuestra búsqueda. Entonces El vendrá en nuestra búsqueda porque Dios quiere habitar con los quebrantados y humildes de espíritu.









lunes, 17 de junio de 2013

Resumen: HUMILDAD HERMOSURA DE LA SANTIDAD 1/2 A. Murray

INTRODUCCIÓN 

Hay tres motivos que nos impulsan hacia la humildad. Nos corresponde ser humildes:
1) como criatura.
2) como pecador.
3) como santo.
  1. Toda criatura se debe a su creador. La humildad es lo natural y racional. Todas las criaturas, sean ángeles, querubines, serafines, sean hombres, etc., todas se deben en humildad a Dios.
  1. Este motivo está relacionado con nuestro estado caído. La humildad es el único camino para volver al lugar que nos corresponde como criaturas. Hemos caído de la humildad y a ella debemos volver.
  1. La humildad es el fruto esperado de alguien que comprende delante de quien está y que entiende la inmensidad del amor y gracia de nuestro Dios. La humildad es la consumación de la adoración.
¡Debemos procurar la humildad con todo nuestro corazón!
  1. ¿Qué es humildad?
Debemos ser guiados a ver que no hay nada más natural, hermoso y bendito que “no ser nada y que Dios lo sea todo”, eso es humildad.
HUMILDAD ES RECONOCER Y RESPONDER CON NUESTRA VIDA A LA COMPRENSIÓN DE QUE DIOS LO ES TODO Y NOSOTROS NO SOMOS NADA.
SOMOS SIMPLES RECIPIENTES DE SU GRACIA.
  1. ¿Cuál es la fuente para la humildad?
Ahora, debemos saber encontrar la fuente para la humildad. La fuente de la humildad no está en “seguir pecando para así permanecer en un estado de debilidad, indignidad y humildad”. La fuente de la humildad no se encuentra tampoco “en la fuerza de la auto condenación”. Debemos descubrir que no es el pecado lo que nos humilla más, sino la gracia.
La humildad brotará de un corazón “que se sabe simple criatura” y al que se le ha permitido acercarse a Dios inmerecidamente. Tomar contacto con la gracia y la redención divina, eso nos llevará a colocarnos en la postura de humildad que nos corresponde.
TOMAR CONCIENCIA ACERCA DE DIOS, DE SU AMOR, SU GRACIA, SU RENDENCIÓN, ESO NOS GUIARÁ A LA HUMILDAD VERDADERA.
  1. ¿Cuál es nuestro modelo de humildad?
Al meditar en la humildad y al procurar hacer de ella una característica fundamental en nuestra vida necesitamos buscar un ejemplo que nos inspire y nos direccione. El ejemplo, el modelo de humildad lo tenemos y lo debemos encontrar únicamente en la persona de Jesucristo, en el Hijo de Dios encarnado.
JESÚS ES NUESTRO MODELO DE HUMILDAD.
  1. ¿Hacia quienes debe estar orientada nuestra humildad?
Si hemos de ser humildes, hemos de serlo delante de Dios y delante de los hombres.
Las Escrituras claramente nos muestran que nos debemos colocar en la posición de humildes servidores y que debemos hacerlo tanto para con Dios como para con los hombres.
Jesús, nuestro modelo de humildad, expresó la humildad en estos dos sentidos.
Ej.: Una fiesta. Hay un dueño de casa, un anfitrión. También hay huéspedes, convidados a la fiesta. Además, hay personas que están en el lugar para servir a los convidados de parte del dueño de la fiesta.
Debemos ser “siervos fieles” que reconocen su posición y que hallan placer en satisfacer las necesidades de su Amo (Dios) y las de los huéspedes (hombres).
NUESTRA HUMILDAD DEBE SER EXPRESADA DELANTE DE DIOS Y DELANTE DE SUS CRIATURAS.
  1. ¿Cuál ha de ser la actitud con que abrazamos la humildad?
La humildad no debe ser nuestra vergüenza, ha de ser nuestro gozo. La humildad no debe ser la marca de nuestra vergüenza por el pecado, nuestro yugo por no haber respondido a Dios. La humildad debe ser la característica de un corazón que responde a Dios y que quiere agradarle. La humildad distingue a una persona que quiere ser como Jesús.
La humildad es algo infinitamente más profundo que la contrición y cuando la aceptamos como “nuestra participación en la vida de Jesús”, entonces ahí podemos vivir la alegría de ser humildes. La humildad será nuestro destino y nuestro cumplimiento como criaturas creadas a la imagen de Dios.

LA HUMILDAD HA DE SER NUESTRO GOZO Y NO NUESTRA VERGÜENZA.
  1. Conclusiones y Reflexión introductoria.
Debemos reconocer que a lo largo de la historia del cristianismo y mucho más aún, a lo largo de la historia reciente del cristianismo, la humildad no ha sido buscada como la marca distintiva del discípulo de Jesús. En mi propia vida (y esto es lo que más me debe preocupar) la humildad no ha sido estimada como una virtud cardinal que yo haya procurado.
La humildad es de superlativa importancia.
La humildad es la única raíz de donde pueden crecer las demás gracias. Todo lo que Dios quiere edificar en nosotros debe arraigarse en esta virtud.
La humildad es la única condición indispensable para tener una verdadera comunión con Jesús y ha de ser la marca que buscamos cuando queremos diferenciar a un verdadero cristiano de uno que no lo es.

HUMILDAD: LA GLORIA DE LAS CRIATURAS

La Gloria de Dios se expresa en su creación. Dios se revela a sí mismo en las criaturas y por medio de ellas.
Esto es así, pero debemos saber que las criaturas no tienen gloria en si mismas. No es que Dios les comunica de su virtud, de su gloria y ahora ellas la poseen intrínsecamente.
Así como Dios creó todo y lo sostiene todo, las criaturas son dependientes de Dios. Todas las cosas en El subsisten y la dependencia de las criaturas hacia Dios es y debe ser incesante, absoluta y universal.
No basta con que sus criaturas miren a Dios y reconozcan que todo lo que son se lo deben a Él, sino que el principal cuidado que debe tener la criatura, su pretensión más alta, su felicidad única, ahora y por la eternidad ha de ser presentarse como un recipiente vacío en el cual Dios puede residir y manifestar su poder y bondad.
La vida que Dios nos imparte no es “una vez para siempre“, sino a cada momento, continuamente.
La humildad es el lugar de la completa dependencia de Dios.
DEBEMOS COMPRENDER Y ACEPTAR QUE “EL SUPERHOMBRE” NO ES MÁS QUE UNA “SIMPLE CRIATURA” Y QUE SOMOS “RECIPIENTES” QUE DE CONTINUO DIOS HA DE LLENAR PARA ASÍ REFLEJAR SU GLORIA. (Ej. De la luna)
Por la misma “naturaleza de las cosas” (somos criaturas completamente dependientes de Dios) la humildad ha de ser el primer deber y la más alta virtud que como criaturas podemos pretender y ha de ser la raíz de todas sus acciones.
La humildad, el reconocer, aceptar y el vivir en esta condición, será muy importante en el cumplimiento del Propósito Eterno de Dios ya que será la virtud que nos permitirá dejar que Cristo lo llene todo y como consecuencia, nuestra vida refleje la Gloria de Dios y nuestra vida sea del agrado del Padre.
El origen y la raíz del pecado se encuentran en el orgullo. El orgullo inundó el corazón del Lucifer antes de rebelarse y el orgullo inunda el corazón del hombre pecador.
La humildad, lo contrario del orgullo, fue la característica distintiva del Hijo de Dios, nuestro Redentor, y ha de ser la característica distintiva de sus redimidos.
La descendencia del primer Adán expresa el orgullo. La descendencia del segundo Adán ha de expresar la humildad.
En el cielo y en la tierra, el orgullo dio la entrada al pecado. Por eso nada puede hacer nuestra redención sino restaurar la humildad perdida.
Adán y Eva en su estado original eran humildes, eran dependientes de Dios. Esa relación original entre la criatura y su creador será lo que la redención recuperará.
Jesús vino a devolver la humildad a la tierra, para hacernos partícipes de ella.
Por su humillación fuimos salvos y nuestra humillación ha de manifestar la condición de salvados.

LA HUMILDAD FUE LA ACTITUD DEL REDENTOR Y HA DE SER LA ACTITUD DE SUS REDIMIDOS.

Jesús se humilló en el cielo para hacerse hombre. En la tierra se humilló y se hizo obediente hasta la muerte y conquistó nuestra salvación.
La salvación que Jesús nos imparte no es nada más y nada menos que la comunicación de su propia vida y muerte, de su disposición y espíritu, la comunicación de su humildad.
Estando en la condición de hombre se relaciono con el Padre y con los hombres por medio de una actitud de humildad. Así, se convirtió en nuestro modelo de relación con Dios y con los hombres.
Nuestra salvación y nuestra vida nueva como cristianos deben fundamentarse en la humildad.


LA VIDA DE LOS SALVOS, DE LOS SANTOS, DEBEN LLEVAR EL SELLO DEL ESTADO ORIGINAL DEL HOMBRE, ESTO ES, LA HUMILDAD.
En los discípulos del Cristo, toda su relación con Dios y con los hombres debe estar marcada por una humildad que lo abarque todo. Sin esto, no es posible estar en la presencia de Dios y no es posible que el Espíritu Santo more en nosotros permanentemente.

LA HUMILDAD ES EL ÚNICO TERRENO DONDE LA PRESENCIA DIVINA PUEDE ECHAR RAÍCES.

La falta de humildad es explicación suficiente de toda deficiencia y fallo como discípulos. Nuestra pobre experiencia con Dios, nuestra flaqueza como discípulos, nuestra “falta de brillo”, nuestra falta de poder, tienen en la falta de humildad su causante.
LA HUMILDAD NO HA DE SER UNA GRACIA, UNA VIRTUD JUNTO A OTRAS. HA DE SER LA RÍZ DE TODAS.
La humildad permite que Dios tome su lugar y El lo sea todo y lo haga todo en nosotros. Esa es la manera en que Dios será glorificado totalmente a través de nuestra vida.
NUESTRO TRABAJO Y OCUPACIÓN DEBE ESTAR EN SER HUMILDES. NUESTRO TRABAJO Y OCUPACIÓN ESTARA EN DAR LUGAR A DIOS Y DEJAR QUE EL LO SEA TODO.
Que Cristo lo llene todo en todos”, “que no vivamos nosotros sino que “Cristo viva en mí” será la más alta expectación espiritual y es el centro de la voluntad divina para con su criatura preferida, el hombre.
La humildad nos será natural cuando veamos que Dios lo es todo y dejemos paso libre para que Dios lo sea todo.
Cuando la criatura ve aquí la verdadera nobleza y con su mente y su voluntad toma la actitud de humildad y se coloca como un recipiente al que Dios debe llenar continuamente, la humildad será natural para nosotros.
La humildad es simplemente reconocer su verdadera posición como criatura y ceder a Dios el lugar que corresponde.
Dios nos hizo “seres racionales”. Cuanto mayor sea nuestra comprensión de una orden, mayor será nuestra disposición y capacidad para responder a ella. El llamado a la humildad no ha sido tenido en demasiada consideración, no se le ha dado el énfasis correcto a la importancia de este llamado y al peso que debe tener para nosotros.
Debemos “redimir” esto y “exaltar la humildad” a su lugar correspondiente y este es el fin de este estudio.
Este estudio nos ayudará a revalorizar la humildad, pero debemos ser conscientes que la humildad no es algo que aparece por si misma sino que debe ser objeto de nuestro deseo, oración, fe y trabajo.
El orgullo lo podríamos definir como “falta de humildad”.
Debemos admitir que no hay nada tan natural para el hombre, nada tan escondido de nuestra vista, nada tan difícil de solucionar y nada tan peligroso como el orgullo.
Debemos distinguir cuanto nos falta de humildad y cuan impotentes somos para obtenerla. Necesitamos mucha decisión, tesón y perseverancia para que se nos puedan ir abriendo los ojos y podamos ir permitiendo que la humildad rija en nuestras vidas no solo en momentos, lugares y posturas religiosas sino en nuestro cotidiano vivir.
Debemos trabajar en pos de lograr la humildad.
(Jn 6.27-29) debemos trabajar por lo verdadero, lo que el Hijo nos puede dar. La obra que Dios quiere hacer se centraliza en que el objeto de nuestra fe sea Jesús, a quien El ha enviado.
Vamos a fijar nuestros ojos en Jesús quien “encarna la humildad” para que ella así, se encarne en nosotros.
Ese será nuestro trabajo…

LA HUMILDAD: EL SECRETO DE LA REDENCIÓN

De la semilla brota la vida de la planta y luego su raíz sostiene su vida. La vida de un árbol se basa en la esencia de la vida que había en la semilla y su sustento está en la raíz que le sostiene.
Comprender esto y llevar su aplicación práctica a nuestra vida será de gran utilidad para comprender la necesidad y la naturaleza de la redención en Cristo Jesús. Hay una gran aplicación en esto en relación al primer Adán y el segundo Adán.
Cuando la serpiente antigua fue echada del cielo por su orgullo, entonces ella tentó a Eva en Edén. Eva cedió en el deseo y voluntad de ser como Dios y comió del fruto prohibido. Luego dio al hombre, quien también comió.
Así, se destruyo la humildad, la dependencia hacia Dios. El veneno del orgullo comenzó a transitar por la sangre del primer Adán y por la de su descendencia.
De alguna manera podríamos decir que el orgullo hizo necesaria la redención ya que el orgullo es la semilla del pecado. Necesitamos ser redimidos de nuestro pecado y por lo tanto de nuestro orgullo.
La redención en Cristo consiste en ser redimidos del pecado y por tanto del orgullo. La redención abre la puerta a la humildad.
El orgullo tiene sus raíces y fuerza en un poder espiritual fuera de nosotros y dentro de nosotros. Es de origen satánico y debemos reconocer nuestra incapacidad de luchar contra él. Corre en nuestra sangre, está en nuestro corazón, es parte de nuestra naturaleza caída.
Para ser libres del orgullo debemos ser redimidos, debemos comenzar de nuevo. Concientes de esto correremos al único que puede salvarnos, correremos a Cristo.
La humildad debe nacer de una semilla nueva. Una vida de humildad debe tener su raíz en una vida nueva, una vida que surge del segundo Adán.
Si nuestra vida ha de brotar de Cristo, ha de manifestar entonces su principal característica que fue la humildad.

CRISTO ES LA HUMILDAD DE DIOS ENCARNADA EN LA NATURALEZA HUMANA.

Cristo es el Eterno Amor de Dios humillándose, vistiéndose de humildad y mansedumbre para ganarnos, servirnos y salvarnos.
Si esta es la raíz del árbol, su naturaleza debe verse en cada rama, hoja y fruto. La humildad de Cristo se debe ver en los discípulos de Cristo.
La humildad deberá ser lo principal que admiramos y deseamos de Cristo y debe ser lo único por lo que sacrifiquemos todo lo demás.
No ha de maravillarnos la debilidad y aún la esterilidad con que vive el cristianismo actual cuando la misma raíz, la esencia, está descuidada y es tan poco deseada.
El cristianismo carecerá de vida y de poder a menos que la humildad sea otra vez reivindicada.
La muerte al “poder del yo”, da lugar al poder de Cristo. Debemos dar lugar a que nosotros no seamos nada y que Cristo lo sea todo. Esto hará que el cristianismo sea lo que tiene que ser, esto hará que la Iglesia sea una ciudad asentada sobre un monte, una ciudad que no se puede esconder, una ciudad que brilla en la oscuridad.
Debemos procurar la humildad a cualquier precio. La humildad tuvo un costo grande para Jesús, el despojarse de sí mismo. La humildad debe tener un costo para nosotros también, el despojarnos de nosotros mismos.
Jesús ya pagó el precio. Ahora nos toca a nosotros pagar el precio.
Debemos trabajar para que la humildad sea la realidad de nuestra vida.

LA HUMILDAD EN LA VIDA DE JESÚS

Es interesante que en el Evangelio de Juan no se nombra la palabra humildad. Sin embargo en ningún otro lado de las Escrituras se puede ver y estudiar tan claramente en que consiste la humildad.
En este evangelio tenemos expuesta la vida interior de Jesús. Nos habla con frecuencia de su relación con su Padre, de los motivos que lo guiaban, del poder y el espíritu que en El obraba.
Al leer este Evangelio podemos encontrar a Jesús en un estado de total subordinación al Padre. Esta es la esencia de la humildad.
Veamos algunos pasajes del Evangelio de Juan en los cuales Jesús habla de su relación con su Padre y veamos con cuanta frecuencia usa las palabras “no” y “nada”, al hablar de si mismo.
  • Juan 5.19
Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente
  • Juan 5.30 No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.
  • Juan 5.41 Gloria de los hombres no recibo.
  • Juan 6.38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
  • Juan 7.16 Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.
  • Juan 7.28 Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis.
  • Juan 8.28 Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo.
  • Juan 8.42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió.
  •  Juan 8.50 Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y juzga.
  • Juan 14.10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.
  • Juan 14.24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.

Estas palabras abren ante nosotros las raíces más profundas de la vida y la obra de Cristo. Vemos aquí cual es el estado que corresponde al corazón de un hijo de Dios.
Cristo no era nada para que el Padre lo sea todo. Nosotros no debemos ser nada para que Dios lo sea todo.
Cristo avino su voluntad y sus facultades, a que el Padre obrase en El. Esta vida de total negación, de absoluta sumisión y dependencia del Padre, fue una vida de gozo y paz perfecta.
Así será con nosotros, hallaremos descanso aprendiendo de Jesús a ser mansos y humildes de corazón.
No solo esto, Cristo también se humilló ante los hombres. Siendo Señor de todos, se hizo siervo de todos.

LA HUMILDAD DE JESUS FUE ENTREGARSE AL PADRE Y DEJAR QUE EL LE USARA COMO QUISIERA EN FAVOR DE LOS HOMBRES Y A PESAR DE LO QUE LOS HOMBRES PENSARAN O HICIERAN CON EL.

Esta es la verdadera “negación del yo” a la que Jesús nos llama. Esto es seguirle. La conformidad a Cristo consiste en esto.
NO SER Y NO HACER NADA POR NUESTRA PROPIA CUENTA PARA QUE DIOS PUEDA SERLO TODO.

Esta es la raíz y la naturaleza de la verdadera humildad. Esta es la vida que Cristo viene a revelarnos y a impartirnos. Debemos aceptarla y recibirla. Es una vida para Dios, muriendo al yo.

DEBEMOS ENTENDER QUE NO SOMOS NUESTROS Y QUE NO VIVIMOS PARA NOSOTROS MISMOS. DEBEMOS ENTENDER QUE NO SOMOS NADA MÁS QUE UN RECIPIENTE, UN CAUCE, POR MEDIO DEL CUAL, EL DIOS VIVO MANIFIESTA LAS RIQUEZAS DE SU SABIDURÍA, SU PODER, SU AMOR Y BONDAD.

Nuestra fe de que vamos a recibir lo que es bueno y de que vamos a caminar en victoria reside en que sepamos que no tenemos nada y que en la mas profunda humildad nos inclinamos para esperar que Dios nos de lo que necesitamos.
La humildad de Jesús no fue un sentimiento pasajero, fue el espíritu de su vida.
Ser siervo de Dios a los hombres no debe ser un sentimiento en nosotros, debe ser también nuestro sentir, como lo fue en Cristo Jesús.
Jesús en ningún momento pensó en buscar su honor o afirmar su poder para reivindicarse. Su espíritu fue el de una vida totalmente cedida al Padre.
Hasta que nuestra vida no encuentre este mismo espíritu, no daremos verdadera gloria y no seremos de verdadera utilidad en las manos de Dios.
Debemos estar vestidos de humildad. Esto debería ser nuestra realidad diaria y cotidiana.
Preguntémonos si somos verdaderamente humildes mirando la humildad de Jesús. Preguntemos a nuestros amigos, familiares, a nuestra esposa y a nuestros hijos si ven humildad en nosotros. Decidámonos a luchar por ella y a crecer en ella.

HUMILDAD EN LAS ENSEÑANZAS DE JESÚS 

Vamos a mirar que enseña Jesús acerca de la humildad, que es lo que El espera de los hombres, especialmente de sus discípulos.
Jesús espera que sus discípulos sean humildes como El lo es. Esto lo podemos afirmar al ver no solo su testimonio sino sus directas enseñanzas.
  • Bienaventuranzas.
Allí nos muestra el llamado a ser “pobres de espíritu”. En esta bienaventuranza nos habla de la única puerta por la que podemos entrar al Reino de Dios.
Los pobres, los que no tienen nada, a ellos se les dará el Reino. Las bendiciones celestiales son para los humildes. La humildad es el secreto de la bendición.
  • Aprended de mí, porque soy manso y humilde de corazón”.
Jesús se ofrece como Maestro. Nos dice cual es su espíritu y nos dice que es lo que podemos aprender de El y nos dice cual será el fruto que recogeremos de este aprendizaje.
  • El que se humillare como este niño, este es el mayor en el Reino de los Cielos”.
Los discípulos habían estado discutiendo quien sería el mayor en el Reino y ante la pregunta al Maestro, El les contestó llamándolos a la humildad.
He aquí una pregunta muy importante: ¿Quién es el mayor en el Reino de los Cielos? La respuesta es aún más importante pues es Jesús quien la da: “el que se humille”. “El que es el menor entre vosotros, será el mayor”.
  • El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos”.
Los hijos de Zebedeo habían pedido a Jesús sentarse junto a El, en un lugar de honor en el Reino. Jesús los reprendió y los persuadió a pensar en el vaso y el bautismo de la humillación y no en el del honor.
La Marca de la humildad de Cristo es el estándar de humildad que se pedirá en el cielo. Cuanto más cerca de Dios está algo, mas humilde ha de ser.
  • El mayor de vosotros será vuestro servidor”.
Hablando a la multitud y a los discípulos, de los fariseos y su amor por los primeros lugares, Cristo les enseña que la humillación es la única manera de llegar al honor en el Reino de Dios.
  • Cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla, será enaltecido”.
La condición es inexorable, no va al revés, solo la auto humillación es enaltecida.
  • Cualquiera que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido”.
En el culto a Dios, todo es sin valor a menos que esté saturado de una humildad profunda y verdadera hacia Dios y hacia los hombres.
  • Si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros”.
Jesús establece la humildad como un principio del discipulado. La establece con sus palabras y con su ejemplo. Así debemos trasmitirlo nosotros, con nuestras palabras y con nuestro ejemplo.
Debemos esforzarnos en creer todas estas verdades y debemos esforzarnos en responder a ellas. Debemos romper la inercia en la que estamos sumergidos. Hoy por hoy es muy poco lo que se predica de la humildad, muy poco lo que se practica la humildad. Hoy por hoy es muy poco lo que se admite la falta de humildad. Hoy por hoy no se busca la humildad.

LA HUMILDAD NOS COLOCA EN LA POSICIÓN DE SIERVO DE TODOS Y ESO SUBLEVA LA CARNE Y NO TIENE ÉXITO EN EL AVANCE DE UN “MINISTERIO”.

La humildad nos llevara a ser detallistas en saber cuáles son los intereses de nuestro amo, en estudiar y conocer profundamente lo que a El le agrada para luego deleitarnos en realizarlo. Ese es el sentido de la verdadera libertad.
Viviendo bajo la humildad viviremos bajo un espíritu de verdadera libertad. Paradójicamente seremos libres para servir a todos. “Podremos estar entre los hombres como los que sirven”.
Servir es difícil a causa de nuestro orgullo, pero si aprendemos que la gloria de la criatura consiste en no ser nada, podremos dar la bienvenida de todo corazón a la disciplina de servir.

Debemos estudiar cada ejemplo y cada palabra de Jesús acerca de la humildad con un nuevo celo y entonces aprenderemos a gozarnos en servir por más humillante, penoso o largo que sea lo que nos toque hacer. 
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