martes, 19 de marzo de 2013

Por qué debemos pensar correctamente sobre Dios.


Tomado del libro: el conocimiento del Dios santo.    A. W. Tozer  

Señor todopoderoso, no el Dios de los filósofos y de los sabios,sino el Dios de los profetas y los apóstoles, y lo mejor de todo, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo: ¿me permites reconocer tu santidad?
Los que note conocen, quizá te invoquen como otro distinto al que eres, y así no te adoran a ti, sino a una criatura de su propia imaginación; por eso, ilumínanos la mente para que te conozcamos tal como eres, de manera que te podamos amar de manera perfecta y alabarte dignamente.
En el nombre de Jesucristo, nuestro Señor,Amén.

Lo que nos vienea la mente cuando pensamos en Dios es lo más
importante de nosotros.
Es probable que la historia de la humanidad señalará que ningún
pueblo se ha alzado a niveles más altos que su religión, y la historia
espmtual delhombre demostrará queninguna religión hasidojamásmás
grande que su concepto de Dios. La adoración será pura, o baja, según
el lugar en que el adorador tenga a Dios.

Por esta razón, lacuestión más importante que la Iglesia tiene delante
siempre será Dios mismo, y la realidad más portentosa acercade cualquier
ser humano no es lo que él pueda decir o hacer en un momento
dado, sino la forma en que concibe a Dios en lo más profundo del
corazón. Por una ley secreta del corazón, tenemos la tendencia de
acercamos hacia la imagen mental de Dios que poseamos. Esto no es
cierto solamente con respecto al cristiano de manera individual, sino
también con respecto al conjunto de cristianos que forma la Iglesia. Lo
más revelador acerca de la Iglesia serásiempre su ideade Dios, asícomo
su mensaje más significativo es lo que diga sobre Él, o lo que deje sin
decir, porque con frecuencia, su silencio es más elocuente que sus
palabras. Nunca se podráescaparde la revelación de sí mismaque hará
cuando dé testimonio acerca de Dios.

Si fuéramos capacesde obtenerde algúnser humano una respuesta
completa a la pregunta "¿Qué le viene a la mente cuando piensa sobre
Dios?", podríamos predecir con certeza el futuro espiritual de ese ser
humano. Si fuéramos capacesde conocercon exactitud lo que piensan
sobreDioslos másinfluyentes de nuestros líderes religiosos, podríamos
predecir con bastante precisión dónde se hallará la Iglesia mañana.

Sin duda alguna, la palabra de más peso en cualquier idioma es la
que utilizaparadesignara Dios.El pensamiento y el hablasondones de
Dios a unas criaturas hechas a su imagen; éstas están íntimamente
asociadas con Él, y son imposibles sin Él. Es muy significativo que la
primerapalabrafuera la Palabra, el Verbo: "y el Verboera con Dios, y
el Verboera Dios".Nosotros podemos hablar, porque Dioshabló. En Él,
la palabra y la idea son inseparables entre sí.

Que nuestra idea de Dios se aproxime lo más posible al verdadero
ser de Dios es algo de inmensa importancia para nosotros. Comparados
con nuestros pensamientos reales acerca de Él, nuestras declaraciones en
los credos resultan de poca importancia. Nuestra idea real de Dios
pudiera hallarse enterrada bajo los desechos de las nociones religiosas
convencionales, y quizás se necesite una búsqueda inteligente y vigorosa
antes de ser desenterrada y expuesta tal como es. Sólo después de una
fuerte prueba de doloroso examen personal, estaremos en condiciones
de descubrirlo que creemos en realidad sobre Dios.

Tener un concepto correcto de Dios es algo fundamental, no sólo
para la teología sistemática, sino también para la vidacristiana práctica.
Es a la adoración lo que los cimientos son al templo; donde sea inadecuado,
o esté fuera deplomada, toda laestructura tendráquedesplomarse
tarde o temprano. Creo que son muy escasos los errores en la doctrina o
en la aplicación de la ética cristiana que no se puedan seguir hasta hallar
su origen en unos pensamientos imperfectos e innobles sobre Dios.

Opino que el concepto de Dios que prevalece en esta época es tan
decadente, que se encuentra completamente por debajo de la dignidad
del Dios Altísimo, y en realidad constituye para los que profesan ser
creyentes algo que equivalea una calamidad moral.
Todos los problemas del cielo y de la tierra, aunque se nos presentaran
juntos y al mismo tiempo, no serían nada comparados con el
abrumador problema que Él existe. cómo es Él, y qué debemos
hacer nosotros, como seres morales, acerca de Él.

El hombre que llega a unascreencias correctas con respecto a Dios
queda aliviado de mil problemas temporales, porqueve de una ve zque
éstos llenen que ver con cuestiones que, a lo sumo, no le pueden
preocupar por largo tiempo; pero aun si se le pudieran quitar las numerosas
cargas del tiempo, la poderosa carga de la eternidad comienza a
pesarsobreél con un peso másaplastante que todaslos sufrimientos del
mund?amontonados unosobreotro.Esapoderosa cargaes suobligación
con DIOS. Comprende un acuciante deber de amar a Dios durante toda la
vida con todos las fuerzas de la mente y del alma, de obedecerle de
manera perfecta y de adorarle de manera aceptable. Cuando la angustiada
conciencia del hombre le dice que no ha hecho ninguna de estas cosas,
desde que desde la niñez ha sido culpable de una necia rebelión contra la
Majestad del cielo, la presión interna se podría volver difíci de soportar.

El evangelio puede quitar esta carga destructora de la mente, dar
gloria en lugar de ceniza, y manto de alegría en lugar de luto. Con todo,
a menos que se sienta el peso de esa carga, el evangelio no podrá
significar nada para el hombre; y hasta que no tenga una visión de un
Dios exaltado por encima de todo, no habrá temor ni carga alguna. El
bajo concepto de Dios destruye el Evangelio para todo el que lo tenga.
Entre los pecados a los que tiende el corazón humano, es difícil hallar
otro que sea más odioso para Dios que la idolatría, porque la idolatría es
en el fondo un libelo con respecto a su personalidad. El corazón idólatra
da por sentadoque Dios es otro distinto a quien es - algo que es en sí
un monstruoso pecado y sustituye al Dios verdadero por otro hecho
a su propia semejanza. Este Dios siemprese conformará a la imagen del
que lo ha creado,y será bajo o puro, cruel o bondadoso, según el estado
moral de la mente de la cual ha surgido.

Es muy natural que un dios engendrado en las sombras de un corazón
caído no sea una verdadera semejanza del Dios verdadero. El Señor le
dice.al malvado en el salmo: ''Tú pensabas que yo era totalmente igual
a ti; . En realidad, esto debe constituir una seria afrenta para el Dios
Altísimo ante el cual los querubines y serafines claman de manera
continua: "Santo, santo, santo, Señor Dios de los ejércitos."

Mantengámonos alerta, no vayaa serque en nuestro orgullo aceptemos
la noción errónea dequela idolatría sólo consisteen doblarla rodilla
ante objetos visibles de adoración, y que por tanto, los pueblos civilizados
se halIan libres de ella. La esencia de la idolatría consiste en abrigar
sobre DIOS pensamientos que son indignos de Él. Comienza en la mente,
y puede estar presente donde no se haya producido ningán acto abierto
de adoración. Pablo dice: "Habiendo conocido a Dios,nole glorificaron
como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus
razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido."
A esto siguió la adoración de ídolos fabricados a semejanza de
hombres, y de aves, y de bestias, y de reptiles, peroesta serie de actos
degradantes comenzó en la mente. Las ideas equivocadas sobre Dios no
sólo son la fuente de la que fluyen las aguas contaminadas de la idolatría;
ellas mismas son idolátricas. Nociones pervertidas sobre Dios pronto
pudrenla religión en que aparecen. La larga historia de Israel demuestra
esto con suficiente claridad, y la historia de la Iglesia lo confirma. Es tan
necesario para la Iglesia el tener un alto concepto de Dios que,cuando
ese concepto declina, la Iglesia, con su adoración y sus normas morales,
declina junto con él. El primer paso en este descenso lo toma una iglesia,
cualquiera queésta sea, cuando abandona su alto concepto de Dios.
Antes que la Iglesia cristiana se eclipse en cualquier lugar, debe
haber primero unac orrupción de su teología más simpley fundamental.
Sencillamente, responde de manera errada a la pregunta "¿Cómo es
Dios?", y parte de aquí. Aunque pueda continuar aferrada a un credo
nominalmente sano, su credo práctico se ha vuelto falso. Las masas de
sus adeptos llegan a creerqueDioses diferente a comoes en realidad, y
esto es herejía de la más insidiosa y mortal de las clases.

La obligación másfuerte de cuantas pesan sobrela Iglesia cristiana
de hoy consiste en purificar y elevarsu concepto de Dios. En todas sus
oraciones y trabajos, esto debiera ocuparel primerlugar. Le haremos el
mejor de los servicios a la próxima generación de cristianos si les
entregamos sin amortiguar ni disminuir ese nobleconcepto de Diosque
recibimos de nuestros padres hebreos y cristianos de generaciones pasadas.
Esto demostrará ser de mayor valor para ellos, que todocuanto se
les pueda ocurrir al arte o a la ciencia.

Oh Dios de Betel, de cuya mano
tu pueblo sigue recibiendo su alimento;
tú que has guiado a través
de este cansado peregrinaje
a todos nuestros padres.
Nuestros votos y oraciones presentamos
anteel trono de tu gracia.
Philip Doddridge

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.