Bienaventurados los pobres en espíritu, porque
de ellos es el reino de Dios. Mateo 5:3
Antes que Dios creara al hombre, preparó para él un mundo lleno de cosas hermosas para su
sustento y deleite.
Todo lo que Dios creó fue para el bienestar del hombre, pero era indispensable
que todo estuviera subordinado a él. El Génesis las llama simplemente "cosas." Fueron creadas
para su uso y siempre debían ser externas a él. Allá en lo profundo del corazón del hombre debía
haber un sitio ocupado únicamente por Dios; afuera, podían estar los mil dones conque Dios lo
había bendecido.
Pero el pecado introdujo complicaciones, e hizo que los dones de Dios se convirtieran en
instrumentos dañinos para el alma.
Nuestros infortunios comenzaron cuando Dios fue forzado a salir de su santuario, y las
"cosas" ocuparon su lugar. Por eso no tenemos paz, porque hemos quitado a Dios del trono de
nuestro corazón, y tenaces y agresivos usurpadores pelean por el primer lugar.
Esto no es una simple metáfora, sino el análisis de nuestra verdadera condición espiritual.
Dentro del corazón humano hay una raíz de mala naturaleza que le insta a poseer más, y siempre
más. Codicia "cosas" con fiera y desenfrenada pasión.
Los pronombres posesivos "mi" y "mío"
parecen inocentes en letra impresa, pero son de un terrible significado en la vida. Ellos expresan,
mejor que mil volúmenes de teología, lo que es la verdadera naturaleza del hombre. Son los
síntomas verbales de la más profunda enfermedad humana. Las cosas materiales han echado
raíces tan hondas en nuestro corazón que no queremos arrancarlas por temor a morir. Las "cosas"
han llegado a sernos indispensables, lo que nunca debió haber ocurrido. Los dones de Dios han
llegado a ocupar el lugar de Dios y esto ha trastornado todo el orden de la naturaleza. Nuestro
Señor Jesucristo se refería a la tiranía de las cosas cuando dije a sus discípulos,
"Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Porque cualquiera que quiere
salvar su vida, la perderá, y cual' quiera que perdiere su vida por causa de mí, la hallará." (Mateo
16:24, 25)
Dividiendo en fragmentos esta verdad, a fin de entenderla mejor, vemos que hay dentro
de nosotros un enemigo cuya presencia toleramos con grave peligro. Jesús lo denominó "vida" o
"nuestra vida," o como diríamos nosotros, nuestro propio ser, cuya principal característica es el
deseo de poseer. Así lo demuestran las palabras "ganancia" y "provecho." Permitir a este
enemigo vivir, terminará al final con todo. En cambio repudiarlo, y con él repudiar el mundo de
las cosas, dará como resultado final la vida eterna con Cristo. Se insinúa también cual es la única
manera de acabar con este enemigo: por medio de la Cruz. "Tome su cruz cada día, y sígame."
La mejor manera de adquirir mayor conocimiento de Dios es pasando por valles sombríos
de tristeza y soledad. Los bienaventurados que poseen el reino son aquellos que han repudiado
todo lo externo, y han desarraigado del corazón todo deseo de poseer cosas. Estos son los
verdaderos "pobres en espíritu!' En su vida interior han llegado a ser semejantes a los mendigos
que deambulaban por las calles de Jerusalén. Ese es el significado de la palabra "pobre" en labios
de Cristo. Esos bienaventurados pobres han dejado de ser esclavos de la tiranía de las cosas. Han
roto el yugo del opresor, hallando la liberación, no por medio de luchas, sino por medio de la
rendición. No teniendo deseos de poseer nada, 'llegan a poseerlo todo. "De ellos es el reino de los
cielos!'
7
Permitidme que os exhorte a tomar esto seriamente. No lo toméis como una simple
enseñanza bíblica más, para alojarla en un rincón de vuestra mente junto a otra masa inerte de
doctrinas. Lo que digo es un indicador del camino hacia los verdes pastos, es una senda labrada
en la empinada cuesta de la montaña de Dios. Si queremos continuar en la sagrada búsqueda, no
debemos tomar otro camino fuera de este. Y debemos ascender paso a paso. Si nos negamos a
dar un paso, dejamos de subir.
Como ocurre a menudo, este principio neotestamentario de vida espiritual tiene su
ilustración en el Antiguo Testamento.
En la historia de Abraham e Isaac tenemos una descripción
dramática de lo que es la vida completamente rendida, y al mismo tiempo un comentario a la
primera bienaventuranza.
Cuando Isaac nació Abraham ya era un hombre bien entrado en años. Tenía edad suficiente para
ser el abuelo del que ahora era su hijo. El niño no tardó en convertirse en el ídolo y el deleite de
su padre. Desde el primer momento que Abraham lo alzó en sus brazos, se constituyo en el
esclavo de amor de su hijo. Dios no tuvo a menos comentar este intenso amor paternal, y esto es
fácil de comprender. El niño representaba todo aquello que más amaba y reverenciaba el anciano
patriarca: las promesas de Dios, los pactos, las esperanzas acariciadas durante años y los sueños
mesiánicos tantas veces soñados. A medida que el niño iba creciendo de la infancia a la juventud,
el corazón de Abraham se ligaba más y más con él, hasta que esta estrecha relación llegó a
hacerse peligrosa. Fue entonces que Dios intervino en las vidas del padre y el hijo para salvar a
ambos de las consecuencias de un amor demasiado humano.
Dios le dijo a Abraham, "Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra
de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré" (Génesis 22:2).
El escritor sagrado no nos dice de la agonía de aquel padre, en la noche que pasó junto a las
colinas de Beerseba, cuando estuvo a solas con Dios. Pero podemos imaginarla respetuosamente.
Es posible que esta agonía no volviera a producirse en ningún otro hombre, hasta aquella noche
en el huerto de Getsemaní, cuando Uno, mucho más grande que Abraham, luchó también con
Dios. Hubiera sido mucho más preferible que el propio anciano fuera el que tenía que morir.
Hubiera sido mucho más soportable, porque ya era muy viejo, y la muerte no hubiera sido
penosa para uno que estaba acostumbrado a caminar con Dios. Además Abraham se hubiera
sentido dichoso de contemplar por última vez a su hijo, en quien habían de cumplirse las
antiguas promesas de Dios.
¡Cómo podría sacrificar al muchacho, aun cuando pudiese apaciguar su corazón y realizar
el sacrificio! ¿Y cómo habría de cumplirse la promesa de Dios, "en Isaac te será llamada
descendencia"? Esta fue la prueba de fuego para Abraham y él no falló en el momento crucial.
Mientras las estrellas todavía brillaban sobre la tienda en que dormía Isaac, y antes que la
cenicienta luz del alba comenzara a clarear por el oriente, el viejo santo había hecho su decisión.
Ofrecería su hijo en holocausto, tal como Dios le había dicho, plenamente convencido que Dios
lo haría resucitar de entre los muertos Esta, dice la carta a los Hebreos, fue la solución que halló
aquel adolorido corazón en la hora más negra de su vida. Y "muy de mañana" se levantó para
cumplirla. Es precioso ver como, aunque Abraham había errado en comprender los métodos de
Dios, estaba acertado en la comprensión de las intenciones de su corazón. La solución concuerda
con lo que dice el Nuevo Testamento: "El que perdiere su vida por amor de mí, la hallará!'
Dios dejó que el afligido anciano fuese hasta el punto en que no había retorno. Luego,
impidió que hiciera daño al muchacho. En efecto, le está diciendo al patriarca, "Nunca fue mi
intención sacrificar al muchacho. Lo que yo quería era quitarlo del templo de tu corazón para
poder reinar yo en él, sin que nada, ni nadie, puedan disputarme ese lugar. Quise corregir la dirección de tu amor. Ahora puedes contar con tu hijo sano y bueno. Regresa con él a la tienda;
ya sé que temes a Dios, pues no me has rehusado tu hijo, tu único."
Después de esto se abrieron los cielos, y se oyó una voz que dijo: "Por mí mismo he
jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único,
bendiciendo te bendeciré, y multiplicando multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y
como la arena que está a la orilla del mar; y tu simiente poseerá las puertas de sus enemigos. En
tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz!'
(Génesis 22:16-18)
El anciano varón de Dios levantó la cabeza para responder a la voz y se detuvo allí sobre el
monte, fuerte, puro y grande; un hombre a quien Dios había elegido para un fin especial, el
amigo preferido del Altísimo. Abraham era pues un hombre totalmente rendido a Dios,
completamente sometido a él, y sin nada que pudiera llamar suyo. Había puesto todo en su
amado hijo, y Dios se lo había quitado.
Dios pudo haber comenzado de a poco, trabajando en la
periferia de la vida de Abraham, pero prefirió ir derechamente al corazón y hacer la separación
con un solo tajo. Así economizó tiempo y dolor, y la acción fue efectiva.
He dicho que Abraham no tenía nada que pudiera llamar suyo. Pero, ¿no era rico este
hombre? Tenía siervos, ovejas, camellos, ganado y bienes de toda clase.
Además tenía a su esposa, y sus amigos, y lo que era mejor aún, tenía a Isaac, su hijo.
Tenía de todo, pero nada era suyo.
Este es el secreto espiritual, la dulce teología del
corazón que se aprende en la escuela del renunciamiento. Los libros de teología sistemática no
hablan de esto, pero los entendidos lo comprenden.
Después de esta amarga, pero bendita experiencia, creo que las palabras "mi" y "mío,"
adquirieron otro significado para Abraham. El sentido de posesión que ellas conllevan había
desaparecido de su corazón. Las cosas se habían ido para siempre. Era algo externo al hombre.
Ya no tenían lugar alguno en el corazón de Abraham. El mundo podía decir, "Abraham es rico,"
pero el anciano por dentro sonreía.
No podía explicárselos a ellos, pero él sabía que nada poseía.
Sus tesoros verdaderos eran internos y eternos.
Sin duda ninguna que el hábito de apegarse a las cosas materiales es uno de los más
dañinos de la vida. Hábito que por ser tan natural, pasa tantas veces desapercibido. Pero sus
resultados son desastrosos.
Con harta frecuencia negamos dar nuestros bienes al Señor por el temor de perderlos,
especialmente cuando dichos tesoros son miembros de nuestra familia, o amigos queridos. Pero
no tenemos razón para abrigar tales temores. Nuestro Señor no vino para destruir sino para
salvar. Todo lo que encomendamos a su cuidado está seguro. La verdad es que no hay nada que
esté realmente seguro si no se lo encomendamos a él.
También debemos entregarle nuestros dones y talentos.
Debemos reconocer que son
simplemente préstamos que Dios nos ha hecho, y no debemos suponer que son propiedad
nuestra. No debemos reclamar méritos por] talentos o habilidades como no debemos alabarnos!
por el color de nuestro pelo o nuestros ojos. "Porque, ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no
hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías, como si no hubieras recibido?" (1Corintios
4-7)
El cristiano suficientemente despierto reconocerá esta maligna tendencia de su corazón, y
le apenará el hecho de que ella exista. Si su anhelo de conocer más profundamente a Dios es lo
bastante fuerte, querrá hacer algo para remediar el mal. La pregunta es, ¿qué es lo que puede
hacer?
Lo primero de todo es poner aparte todo intento de defensa y no hacer ningún intento de
9
justificarse ante sus propios ojos o los ojos de Dios. Quien quiera que trate de defenderse a sí
mismo, no tendrá quién acuda en su defensa, pero si se presenta indefenso delante de Dios, su
defensor será el propio Dios. El cristiano deseoso de mejor vida espiritual debe olvidarse de
cualquier treta resbaladiza que imagine su corazón, y presentarse franca y humildemente delante
de Dios.
También debe tener presente que este es un asunto santo. Ningún tratamiento superficial
o descuidado arreglará la situación. El que quiera recibir la ayuda y bendición de Dios, debe
acercarse a él con la plena y absoluta determinación de que él le oiga. Debe insistir en que Dios
acepte todo, y tome todas las cosas que hay en su corazón, y que el Señor mismo venga a ser el
rey.
Tal vez sea necesario que mencione cada cosa y cada persona por nombre. La persona que lo
haga así, con franqueza, con sinceridad, sin reservas de ninguna clase, acortará el tiempo de su
agonía, reduciéndolo de años a minutos, y entrará a la tierra prometida mucho antes que los que
creen que a Dios hay que tratarlo con mucha precaución.
No debemos olvidar que estas verdades espirituales no se aprenden por repetición, como
se aprenden las reglas de la física y otras ciencias. Las verdades divinas se aprenden por
experiencia, sintiéndolas antes de poder saber lo que son. Si queremos conocer las bendiciones
de Abraham debemos sentir en carne propia sus mismas angustias y agonías.
La antigua
maldición no desaparece sin producir dolores. El viejo miserable que hay dentro de nosotros no
se rinde, ni muere, acatando nuestras órdenes. Ha de ser arrancado de nuestro corazón como se
arranca una mala hierba fuertemente adherida a la tierra. Es necesario extraerlo con dolor y
derramamiento de sangre, igual que una muela que se extrae de la mandíbula. Debe ser expelido
fuertemente del alma, de la misma manera que Jesús echó a los mercaderes del templo. Por
nuestra parte debemos resistir la tentación de tener lástima de nosotros mismos, uno de los
pecados más reprensibles de la naturaleza humana.
Si deseamos conocer a Dios en una creciente intimidad, debemos renunciar a todo deseo
de propia complacencia. Tarde o temprano, Dios nos someterá a esta prueba. Cuando Dios pidió
a Abraham que sacrificara a Isaac, el patriarca no sabía que Dios lo estaba probando. Si él
hubiera asumido otra actitud diferente de la que asumió, la historia del Antiguo Testamento
hubiera sido muy diferente. Dios hubiera hallado otro hombre como el que buscaba, y Abraham
se hubiera hundido en el anonimato. De igual modo a cualquiera de nosotros puede llegarnos la
prueba en cualquier momento, quizás sin que nos demos cuenta de que es una prueba. En el
momento de prueba no habrá más que una sola alternativa, y todo nuestro porvenir dependerá de
la elección que hagamos.
Padre, ansío conocerte, pero mi cobarde corazón teme dejar a un lado sus juguetes. No
puedo deshacerme de ellos sin sangrar interiormente, y no trato de ocultarte el terror que eso
me produce Vengo a tí temblando, pero vengo Te ruego que arranques de mi corazón todo eso
que ha sido tantos años parte de mi vida, para que tú puedas entrar y hacer tu morada en mi sin
que ningún rival se te oponga. Entonces harás que tu estrado sea glorioso, no será necesario
que el sol arroje sus rayos de luz dentro de mi corazón, porque tú mismo serás mi luz, y no
habrá más noche en mí. Te lo imploro en el nombre de Jesús, amén.
Creamos este blog principalmente con la intención de abrir un espacio de dialogo y reflexión, junto a todos los discípulos con los compartimos la responsabilidad de edificar la casa de Dios.

miércoles, 22 de abril de 2015
martes, 7 de abril de 2015
Mes de ayuno y oración.
Joel
2:15 Toquen la trompeta en Sión, promulguen un ayuno sagrado
y
llamen a concejo.
Que
hermoso texto para convocarnos a ayunar, nos invitamos a un tiempo de
ayuno colectivo, para humillarnos delante de Dios y buscar su rostro.
Dan
9:3 Y
volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego,
en ayuno,
cilicio y ceniza.
Dan
9:20 Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el
pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová
mi Dios por el monte santo de mi Dios;9:21 aún estaba hablando en
oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión
al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del
sacrificio de la tarde.
Dan 10:2 En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas.3 No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas. 4 Y el día veinticuatro del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel.
5
Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y
ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. 6
Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y
sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de
color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el
estruendo de una multitud. 7 Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión,
y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó
de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron.
Tenemos
aquí dos pasajes de la escritura fuertemente inspiradores, Daniel
uno de los grandes ayunadores de la biblia, recibe pronta respuesta a
la oración y mucho más que eso, recibe una visitación celestial.
Todos
deseamos y necesitamos que el cielo nos visite, la presencia santa y
viva de Dios en nuestras vidas y familias, emprendamos este camino
recorrido y señalado por Jesús mismo como una de las disciplinas
regulares de sus discípulos:
Mat
6:16 Cuando
ayunéis, no
seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus
rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que
ya tienen su recompensa. 17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y
lava tu rostro, 18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a
tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te
recompensará en público.
Motivos
de oración:
Ayunamos
por nuestra santidad:
Sal 69:10 Lloré afligiendo con ayuno mi alma,
Que
sea un tiempo de apertura a la voz del Espíritu Santo, exponiendo
nuestros caminos delante de Dios con la disposición a ser
corregidos.
Ayunamos
para ser oídos en lo alto:
Ez
8:23 Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos
fue propicio.
Que sea
un tiempo de ruego por las distintas necesidades que la vida nos
plantea, en lo familiar, laboral, económico, en nuestra salud.
Para
romper toda carga de opresión:
Isa
58:6 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras
de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los
quebrantados, y que rompáis todo yugo?
2Co
10:3 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;
:4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino
poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,:5 derribando
argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de
Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
El
hijo de Dios apareció para deshacer las obras del diablo (1 Jn.
3:8), es tiempo de tomar autoridad contra las fuerzas del mal,
rogando la intervención liberadora del Espíritu Santo. (familia,
hermanos devilitados o apartados, contactos, parcela de oración)
Puertas
abiertas al evangelio:
2Tes. 3:1 Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la
palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre
vosotros,
Roguemos
para que nuestro Padre, nos abra puertas en la evangelización en
cada barrio de la ciudad, en las ciudades de la región, en el país, en otros lugares de mundo.
Para
que el Señor levante obreros:
Mat 9:37 Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es
mucha, mas los obreros pocos.38 Rogad,
pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.
En este
texto nos encontramos con un mandato divino, nosotros nos ocupamos de
formar discípulos y obreros, pero es indudable que la carga, la
pasión, la entrega a la misión debe ser generada por Dios mismo.
Durante
el mes de Abril,
nos
invitamos a perseverar en ayunar tres días a la semana, de Martes a
Jueves, para que todos podamos participar, sugerimos un ayuno
parcial, como el profeta Daniel lo práctico (Dn. 10:2), estos
días podemos comer alguna fruta, frutas secas que son muy calóricas,
legumbres, alguna comida de harina de maíz, etc, teniendo un
espíritu austero, concentrándonos en la oración, los que puedan
hacer ayuno total por supuesto sería lo ideal.
En
este periodo quitemos
la mirada de todo aquello que nos distrae,
tv, Internet, celular, redes sociales, entretenimientos
(películas, fútbol, etc.), creemos que esta práctica tendrá un
efecto depurativo de hábitos que quizá sin ser pecaminosos, no nos
edifican.
Mat
7:7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os
abrirá. 8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla;
y al que llama, se le abrirá. 9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que
si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O si le pide un
pescado, le dará una serpiente?
Mat
7:11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a
vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
miércoles, 25 de febrero de 2015
Cómo Evitar Serios Errores - A. W. Tozer

Hay áreas del pensamiento cristiano, y por causa del pensamiento, también de la vida cristiana, donde semejanza y diferencia son tan difíciles de distinguir que a menudo es difícil escapar a un completo engaño. A través de todo el mundo el error y la verdad van por los mismos caminos, trabajan en los mismos campos y fábricas, asisten a las mismas iglesias, vuelan en los mismos aviones y compran en los mismos negocios. Y tan habilidoso es el error para imitar a la verdad, que continuamente estamos confundiendo uno con otro. Se necesita tener un ojo muy agudo en nuestros días para distinguir quién es Caín y quién es Abel.
Nunca debemos dar por concedida cualquier cosa que toque nuestra alma. Isaac palpó los brazos de Jacob y pensó que eran los de Esaú. Aun los discípulos de Jesús fallaron en descubrir al traidor entre ellos; el único que sabía quién era él, era Judas mismo.
Ese compañero de suave hablar, con quien andamos tan confortablemente, y con cuya compañía experimentamos verdadero deleite, puede ser un mensajero de Satanás, mientras ese hombre áspero y rudo, de franco hablar, a quien rehuimos, puede ser un verdadero profeta de Dios que nos fue enviado para advertirnos de serio peligro y pérdida eterna. Por lo tanto es críticamente importante que el cristiano aproveche toda provisión que Dios ha hecho para salvarlo del engaño. Y esta provisión es la oración, la fe, la meditación continua de las Escrituras, la obediencia, la humildad, el pensamiento serio y arduo y la iluminación del Espíritu Santo.
1. La oración
La oración no es una protección segura contra el error, porque hay muchas clases de oración, y algunas son peor que inútiles. Los profetas de Baal saltaron sobre el altar en un frenesí de oración, pero sus gritos no fueron oídos precisamente porque estaban dirigidos a un dios que no existe. El Dios a quien oraron los fariseos sí existía, pero no escuchó sus oraciones a causa de su orgullo y justicia propia. De ellos podemos nosotros aprender una provechosa lección.
A pesar de las dificultades que se encuentran cuando se ora, la oración es un medio poderoso y efectivo para ponerse bien con Dios, permanecer en la verdad y librarse de todo error. «Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche» (Santiago 1.5). Siendo todas las cosas igual, el hombre que ora tiene mucha menos probabilidad de pensar erradamente que el hombre que no ora. «Y les enseñó una parábola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar» (Lc. 18.1).
2. La fe
Pero cuando hablamos de fe tenemos que explicar qué queremos decir. Fe no es optimismo, aunque la fe produce optimismo. No es jovialidad, aunque se supone que el hombre de fe debe ser razonablemente jovial. No es un vago sentimiento de sentirse humano. Fe es confianza en la revelación que Dios ha hecho de Sí mismo en las Escrituras.El apóstol Pablo dice que la fe es un escudo. El hombre de fe puede caminar seguro, protegido por su simple fe en Dios. A Dios le gusta que confiemos en Él, y Él pone todos los recursos del cielo a disposición del alma creyente.
3. Meditación continua de las Escrituras
«La fe es por oír, y el oír, por la palabra de Dios». Las Escrituras purifican, instruyen, fortalecen, iluminan e informan. El hombre bendecido debe meditar en ellas de día y de noche.
4. Obediencia
Para estar completamente libre de todas las argucias de Satanás el hombre de Dios debe ser completamente obediente a la Palabra de Dios. El hombre que maneja un auto por las calles no está seguro cuando lee las señales, sino cuando las obedece. Lo mismo pasa con la Biblia. Para que ella sea efectiva, tiene que ser obedecida.
5. Humildad
También hay una estrecha relación entre la humildad y la recepción de la verdad. «Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera» (Sal. 25.9). En la Biblia no encuentro ni un poco de estimulación para el orgulloso. Sólo las ovejas dóciles pueden ser guiadas; sólo los creyentes humildes pueden esperar la tierna dirección del Padre celestial. Cuando se reúna toda la evidencia puede ser que se descubra que sólo los orgullosos se apartaron de la verdad; y que detrás de cada herejía que ha dañado la iglesia se encuentre la autosuficiencia.
6. Pensamiento serio y arduo
También debemos pensar. El pensamiento humano tiene sus limitaciones, pero donde no se piensa, seguro que no habrá algún gran depósito de verdad en la mente. Los evangélicos parecen estar divididos actualmente en dos grupos: los que piensan que el intelecto humano es todo intelecto y caen en un puro racionalismo, y los que tienen miedo de todo intelecto y creen que pensar es una pérdida de tiempo en la vida cristiana.
Por cierto que ambos grupos están equivocados. El intelectualismo auto consciente es ofensivo para el hombre y, estoy convencido de ello, malo también para Dios. Pero es significativo que toda revelación importante en las Escrituras ha sido dada a hombres de intelecto superior. Sería fácil poner aquí una larga lista de textos bíblicos que nos invitan a pensar, pero un argumento más convincente es el tenor de toda la Biblia. La Biblia da por concedido que todos los verdaderos hijos de Dios serán personas de mente seria, hombres y mujeres reflexivos. Nunca jamás la Biblia da a entender que sea pecado pensar.
7. Iluminación del Espíritu Santo
Pero el pensamiento apartado de la iluminación interior por el Espíritu Santo, no sólo es inútil, también es peligroso. El intelecto humano está caído, y no puede hallar el camino entre la gran expansión de tantas verdades, medias verdades y manifiestos errores que lo puede hallar un barco en el mar a solas. Dios nos ha dado el Espíritu Santo para iluminar nuestras mentes. Él es ojos y entendimiento para nosotros. No debemos procurar alcanzar la verdad sin Él.
lunes, 23 de febrero de 2015
El querer y el hacer - M.Moraes
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La pregunta es: Es posible que alguien se niegue a sí mismo diciendo; ¡basta ya de mí! Para mí ya no hay nada.
En mi vida ahora solo
tiene que ver con Jesús, para mí mismo nada, yo me niego. Después
de esto tengo que ir y tomar la cruz y deliberadamente perder la
vida, mirar lo que tengo y renunciar a todo en la vida. Haciendo todo
esto de todo corazón, con convicción en verdad de espíritu. ¿Es
posible que una persona pueda hacer la voluntad de Dios en su vida?
¿Qué
es necesario para cambiar de actitud? Son necesario 4 cosas:
1.
- Negarse a sí mismo.
2.-
Tomar la cruz.
3.-
Perder la vida.
4.-
Renunciar a todo.
Cuando
miramos estas expresiones, podemos pensar que es más fácil ser
condenado a la silla eléctrica.
Amados
vamos a leer Romanos 7:14 a 8:4.
Leamos
Filipenses 2.12-13 donde encontramos el resumen de lo que estamos
discutiendo.
Hay
una salvación para ser desarrollada y hay solo una forma para
desarrollarla, tener una actitud de temor
y temblor.
Cuando el escritor a los Hebreos habla del temor y temblor él dice;
porque
Dios es fuego consumidor.
(Heb12.29.
El
Espíritu Santo dice hoy;
ocupaos de vuestra salvación con temor y temblor.
En
el versículo 13 de Filipenses 2 parece decir lo contrario. Cuando
uno lee el versículo 12 sale corriendo en una dirección y cuando se
lee el 13 uno puede salir en la dirección contraria, porque en este
versículo aparece que Dios es el que produce el querer como el
hacer.
La
pregunta es ¿Quién es el que hace en este asunto? ¿Es Dios que
hace en nuestro desarrollo? Aquí dice que Dios quien produce en
nosotros.
Ah!!!
Es Dios quien hace en nosotros qué bueno!!!
Cuando
oímos que Dios es que hace en nosotros nos animamos y descansamos en
Dios, pero al día siguiente además de estar animados y descansados
podemos estar de brazos cruzados. Entonces comienzo a decir que es
Dios quien va hacer, luego viene Dios y me dice: ¿Qué haces ahí de
brazos cruzados? ¿Por qué estas parado ahí? ¡Anda rápido a
ocuparte de tú salvación!
Cuando
Dios habla así con migo entonces me levanto a ocuparme de mi
salvación. Más doy tres pasos y descubro que mis piernas están
tambaleando y mi respiración está muy agitada descubro que este
asunto de ocuparme de mi salvación es muy difícil. Pero yo quiero
ser más santo y ser más santo y más santo, pero parece que en
cuanto quiero ser más santo la santidad está más lejos de mí. Ahí
comienzo a sacar la lengua para afuera y a decir; Dios no lo
consigo..... Y Dios dice.
Calma
muchacho ¿qué estás haciendo ahí?
Nuevamente
pregunto:
¡Como,
Señor! El Señor no me mando a ocuparme de mi salvación..... Él
dice.
¿Tú
no sabes que soy yo el que hago? ¿Qué haces todo acalorado ahí?
Soy Yo quien hago en ti.
Al
final de cuentas ¿es Dios quien hace o soy yo quien hace?
Vamos
a comenzar por el vs.13 de Fil. 2 ¿Qué es lo que Dios efectúa en
nosotros?
Dos
cosas; el
querer y hacer,
Dios es el efectúa estas dos cosas ¿por qué Dios es el que efectúa
estas cosas? ¿Por qué Dios tiene que hacerlas? ¿Porqué Dios tiene
que efectuar en mí el querer y el hacer?
El
hombre tiene dos problemas; un problema es que el hombre es rebelde,
y no quiere hacer la voluntad de Dios el hombre quiere hacer su
propia voluntad. El hombre no ama la voluntad de Dios, el ama su
propia voluntad, y Dios tiene que producir en el hombre que él
quiera la voluntad de Dios.
¿Cuál
es el otro problema? El hombre no consigue hacer la voluntad de Dios
¡No puede! Aun que él quiera. El pueblo de Israel llego donde
Moisés y le dijo;
Moisés,
puedes traer la ley y todo lo que el Señor manda, eso haremos. Y
después cuando leemos la historia de aquel pueblo nos damos cuenta
de esta realidad.
El
hombre no quiere hacer la voluntad de Dios porque es rebelde, más
también aunque quisiera no podría. Rom.8.8.
La
naturaleza del hombre fue corrompida, el hombre está incapacitado de
hacer la voluntad de Dios. ¿Cómo Dios efectúa en el hombre el
querer y hacer?
Hay
una palabrita que explica todo esto: Arrepentimiento.
Dios lleva al hombre al arrepentimiento. El hombre es rebelde, el
hombre no quiere hacer la voluntad de Dios, Dios lleva a ese hombre
al arrepentimiento, Pablo hace una pregunta a los Romanos que muchas
veces no se lee Rom2.24.
¿Cómo
es que el hombre se arrepiente de hecho y de verdad? Cuando el ve a
Cristo, cuando el compara a Jesús y la criatura.
Las
primeras criaturas fueron Satanás y sus ángeles que siendo
criaturas de Dios quisieron ser como Dios. Después fue Adán, el
también quiso ser como Dios. Él nos hizo vivir en este sistema de
rebelión. La tierra es un foco de rebelión en el universo. Más es
aquí en esta tierra que viene Jesús. Y el es Dios. Él no quería
ser como Dios, Él era Dios. Él hizo lo contrario de la criatura. La
criatura siendo criatura quiso ser como Dios. Jesús siendo el
Creador, el Verbo eterno se hizo criatura para ser una sola cosa:
Obedecer, obedecer y ser obediente hasta la muerte y muerte de cruz.
Cuando
vemos esto, nos maravillamos esto nos quiebra nuestra cabeza
orgullosa. Cuando el Espíritu Santo nos ilumina para que veamos las
riquezas de la humildad de Jesús, ponemos nuestras manos en la
cabeza y decimos:
Que
fea es mi rebelión, como es fea, como es asquerosa mi rebeldía.
Estoy perdido por causa de la rebelión, es ahí cuando nos
arrepentimos y decimos:
Jesús
renuncio a todo, yo renuncio a todo, Jesús tomo el yugo yo también
tomare el yugo. Cuando llegamos a ese punto es por que Dios produjo
en nosotros el querer. Antes no queríamos hacer la voluntad de Dios,
ahora queremos hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas.
Antes
no queríamos ni amábamos la voluntad de Dios y hoy si queremos y
amamos la voluntad de Dios es por que Dios produjo en nosotros el
querer su voluntad por la humildad de Cristo, por el ejemplo de
Cristo y revelándonos a Cristo nos llevaron al arrepentimiento.
Glorias por tanto a Jesucristo.
¿Tú
corazón no esta maravillado con Jesús? Tú contemplas aquel
carpintero es bueno mirar fijamente a ese carpintero manso y humilde
de corazón Él está transformándonos nuestro corazón a la misma
humildad de Él gloria Dios.
Dios es el que
produce en nosotros el querer y el hacer
Mientras
tanto necesitamos entender algo muy importante:
La
palabra arrepentimiento están fuerte en nuestro medio, tan repetida,
tan esclarecida, tan graciosamente entendida que corremos un riesgo;
un riesgo de creer que con el arrepentimiento está todo resuelto. Tú
te arrepientes, te niegas a ti mismo, no quiere hacer nada para ti,
solo quieres hacer la voluntad de Dios y esta todo solucionado.
Dios
produce en nosotros el querer, llevándonos al arrepentimiento, más
Dios produce el hacer si vivimos una vida de fe en Jesús.
¿Cómo
Dios produce el querer? Por el arrepentimiento.
¿Cómo
Dios produce en nosotros el hacer, el cumplir y el obedecer su
voluntad? Por
la fe.
Querer
es solo querer. Querer no es hacer. El arrepentimiento nos lleva a
querer. La fe nos lleva a vivir. A realizar. A cumplir toda la
soberana voluntad de Dios.
Una
pregunta más.
¿Puede
alguien haberse apropiado y recibido de Dios la primera parte y no
recibir la segunda? ¿Puede Dios efectuar el querer y no haber
efectuado el hacer? ¿Puede o no?
Puede
que hallan hoy muchas dudas con respecto a esto, pero hoy hay que
tener plena certeza respecto a esto. No es posible que esto
acontezca, pero la verdad estas dudas les acontecen a muchos. Como
puede ser posible que Dios produjera el querer en una persona es
decir que se arrepintió, se niega así mismo, toma su cruz, renuncia
a todo lo que posee y es capas de perder la vida... ¿y Dios no puede
realizar el hacer?
La
lectura de los textos cuando comenzamos este estudio sería
suficiente para responder esta pregunta. Vamos a leer Rom7.18
nuevamente.
¿Pablo
es un esquizofrénico a caso? Parece que él tenía dos
personalidades. Él quería hacer una cosa pero en realidad hacia
otra la que no quería. Mas el mal que no quería eso era lo él
hacia, parece que el apóstol se estaba volviendo loco.
Vemos
aquí claramente a través de las escrituras mostrándonos un hombre
que admiramos profundamente, y que Dios había efectuado en él el
querer. Él decía que con la mente él era esclavo a la ley de
Cristo. Aquí no estamos hablando de un mal convertido, de un
religioso, aquí cuenta la experiencia de un hombre que el Espíritu
Santo está ablandando el corazón por la voluntad de Dios, a tal
punto que el dice; desventurado
miserable hombre que soy.
Alguna ves el Espíritu de Dios te ayudo a dar ese grito, quien sabe
a lo mejor 100 veces o por que no decir un millón de veces.
“El
querer el bien está en mi, pero no puedo efectuarlo”
Esa es la experiencia de Pablo.
Nos
necesitamos como Iglesia, con mucha urgencia, entender la importancia
de este asunto que estamos hablando aquí. Por que esta revelación
que el Señor nos esta dando sobre el arrepentimiento es tan grande,
tan fuerte que corremos el riesgo de solucionar y resolver toda la
problemática en el
arrepentimiento.
Como
estábamos perdidos y confusos cuando no entendíamos el
arrepentimiento, creímos en una gracia de Jesús que no sabíamos
por donde comenzaba y no sabíamos como usarla. Gracias a Dios por la
revelación del yugo de Cristo.
Muchas
veces aquellas personas que están llenas de problemas son niños.
Que no quieren tomar su cruz, que no quieren renunciar todo, pero no
siempre es así.
Muchísimas
veces pero muchas veces hay personas que aman la voluntad de Dios
pero descubren que no pueden hacerla. Pero si Dios ya realizo en esas
personas el querer se hayan como Pablo diciendo: ¡Soy un
desventurado un miserable! Que no consigo vencer. Nos adelantamos a
decirle a esa persona; toma tu cruz, renuncia, pierde...No es por
ahí.
El
arrepentimiento no tiene el poder para hacer es solo una condición.
Es
como un mendigo que alguien le extiende una mano y le dice:
¿Quieres
salir de esto?.... El mira y responde. Quiero...
¡Entonces
dame la mano! --- El mendigo comienza a extender su mano.
Se
arrepintió de vivir en la miseria. ¿Hay poder en esto? No hay
poder en que se arrepienta. El poder está cuando se le extiende la
mano para salir de su estado.
-----
Ven acá que yo te voy a tirar de tú mano---- y él responde. Yo
quiero salir de esta porquería de vida.
El
arrepentimiento no tiene poder. El
poder está en Jesús
El poder está en nuestra fe en Jesús. Judas dice Amados
edificándoos en vuestra fe santísima.
(Jd20).
Tenemos
una fe santa, que es preciosa. Por que un don de Dios, para que
coloquemos los ojo en Jesús y creamos en Él y vivamos en ÉL y
seamos victoriosos en Él.
En
ningún lugar de la Biblia dice: Que el Justo
por el arrepentimiento vivirá,
sino: Que Justo
por la fe vivirá.
Necesitamos
de una corrección a fondo, por que si vemos que alguien no anda bien
nuestra tendencia es creer que no se arrepintió, no tomo la cruz, no
se negó a si mismo. Puede ser verdad para algunos, pero muchas veces
puede estar como Pablo. Dios ya produjo en él el querer, pero no
todavía el hacer. ¿Cuántos hermanos que están ministrando a otros
usando la palabra de la verdad en Cristo? ¿Las palabras de que Pablo
tanto nos hablo en romanos y en todas sus cartas? De la victoria de
Cristo.
Pablo
termina en su testimonio hablando de la victoria que él tenía,
cuando el Espíritu de Dios le revela, él dice: ¡Gracias a Dios por
la cruz que yo tome, gracias a Dios por el arrepentimiento! ¿Fue
esto? No!!
“Gracias
a Dios por Jesucristo, gracias a Dios por Jesucristo”.
Si
vamos a tener victoria en el Señor Jesús va ser de una sola forma:
Por la fe en el hijo de Dios que nos amó y dio su vida por nosotros.
No hay otra forma de ser victorioso que no sea en mirar y
acercándonos a Jesús, nuestro Señor. Bendito arrepentimiento que
nos lleva donde Él. Bendecimos el arrepentimiento que nos libera de
las cadenas y que nos permite que le abracemos. ¡Él es nuestra
victoria! El poder por tanto no está en el arrepentimiento. El
arrepentimiento es una condición para vivir en el Espíritu. La
victoria está en vivir por la fe.
¿Cómo
funciona esto? ¿Cómo es que Dios produce el hacer?
Vamos
a leer Jn1.16.
“Por
que de su plenitud tomamos todos, gracia sobre graciaӬ
¿Puede
haber alguien que no sea parte de todos? Yo me hago parte de “todos”.
¿Quienes
han recibido de su plenitud? ¡Todos! ¿Qué significa recibir de su
plenitud? Es recibir su santidad perfecta, su amor perfecto al padre,
su vida santa, su humildad al extremo, sin haber nunca pensado mal,
sin tener ningún egoísmo. Esa es la plenitud de Cristo.
Aquí
nos dice la palabra que todos recibimos de Su plenitud. Nos miramos a
nosotros mismos y nos preguntamos ¿yo recibí? Es ahí donde nos
recordamos de nuestras peleas, nuestras amarguras, impurezas,
flojeras que tuvimos en no hace muchos días atrás y decimos: “Yo
recibí de su plenitud”, alguna cosa está errada, algo no está
funcionando.
¿Cómo
es que recibimos? ¿Recibimos o no recibimos?
Hay
muchas cosas en la Biblia que parasen que son para esquizofrénicos,
lo primero para un cristiano es ser esquizofrénico, parece que
existen dos vidas: Tenemos una cabeza que nos lleva para un lado y
una carne que nos lleva para otro... No sabemos si es la carne o es
la mente quien nos dirige.
¿Recibimos
o no recibimos?
Ahora
preguntamos a todos: ¿Quien el mes pasado recibió toda la plenitud
de Cristo? En su boca no se hallo engaño, santo como el Padre,
humilde al extremo (parece que no hay nadie).
¿Que
somos nosotros? ¿Esquizofrénicos? ¿Recibimos o no recibimos? Mas
si recibimos como es que alguien nos dice, yo no se si tu recibiste,
¿recordamos de las últimos disentimiento que tuvimos con un
compañero o compañera? ¿Tu no descubrías que el o ella habían
recibido de la plenitud de Cristo?
Tengamos
paciencia es preciso que este texto lo veamos en el griego en Jn.1.16
la palabra tomamos
todos
en el griego es “lambano”
Ocurre
que esta palabra es usada muchas veces en el NT y con un sentido muy
diferente del que se encuentra aquí. Cuando Jesús le dice a Pedro:
Ve al mar tira un anzuelo y toma un pez, ¿sabes lo que Jesús dice?
Pedro ve y “lambano” un pez. ¿Como es que Pedro sabia que el iba
a tomar un pez? Bueno, si Jesús estaba diciendo ve y tómalo, era
por que Jesús estaba dando un pez. Pedro tenía que ir y tomarlo.
Muchas
veces esta palabra lambano aparece en el NT con este sentido. Cuando
leemos que Jesús tomo los panes y dio gracias. Esto significa que el
tomo los cinco y los dos peces con una mano y dio gracias. La palabra
que aparece en los textos de los evangelios es lambano. Jesús tomo
los panes y los peces. El niño que estaba con los panes y los peces
ya los había dado para Jesús, Jesús solo tenia que hacer una cosa,
Jesús tenia que (lambano) tomarlos.
Esta
misma palabra es usada aquí; todos nosotros hemos recibido, o sea ya
fue dado ¿pero recibimos o no recibimos? Esta es la cuestión
lambano significa recibir-tomándolo.
Hay
una ilustración muy buena que nos ayudará a entender este punto.
Contaba un hermano de una mujer anciana de una vida miserable, muy
enferma, postrada en cama y ardiendo en fiebre durante mucho tiempo
ella vivía en estas condiciones. No tenía dinero para consultar a
un medico ni menos para comprar remedios. Miserable total, postrada
en una cama con sus sabanas todas rotas, ni tampoco un lugar
apropiado para tomar un baño para aquella mujer.
Un
día este hermano al saber de su situación decidió ir a visitarla
para orar por ella. Ella le dijo cuando vio a este hermano; hace
mucho tiempo que nadie la visitaba y se encontraba comiendo unos
panes duros y quejándose de su vida miserable total. En estas
condiciones y con un mal olor reinante en su habitación le pregunto
¿puedo orar por ti? Ella le respondió que bueno, necesito de tus
oraciones. Mientras el oraba sus ojos se abrieron y se quedaron fijos
en un cuadro que ella tenia fijado en la pared, era algo muy extraño
por que no era una pintura era un montón de papeles escritos, ente
tanto que oraba se preguntaba que era aquello y cuando termino le
pregunto a ella.
¿Mujer que ese cuadro de la pared?
¡Ah! Eso es la única cosa buena que yo tengo por la cual me siento
un poquito digna pero ¿no se lo que es? Por que yo no se leer, no se
lo que está escrito en esos papeles. Pero me recuerdo que hace mucho
tiempo a tras yo tenía unos tíos, gente muy buena, que me ayudaban,
me daban comida, remedios cuando estaba enferma me ayudaban a
limpiarme me cubrían es decir vivía mucho mejor que ahora. Después
nunca más oí hablar de ellos, mi conclusión es que eran buenos
ancianos que murieron.
Cierto
día una persona vino y me entrego un rollo de papeles que mis tíos
me dejaron, así que tome estos papales y decidí mandarlos a
encuadrar para fijarlos en este lugar y así acordarme de ellos,
cuando me siento desanimada, miserable como basura miro ese cuadro y
me recuerdo de que tenía gente de bien y ya no me siento tan
miserable, que tenía una familia de bien. El hermano pregunto... si
podía ver el cuadro en seguida lo tomo y empezó a leer los papeles
y descubrió que era una herencia que sus tíos le dejaron. En
seguida tomo estos documentos y fue al banco con un abogado para
reclamar su herencia. Aquella mujer miserable, era rica podía tener
de todo lo que ella quisiera, pero vivía una vida miserable.
Pregunta:
¿Aquella mujer había recibido una herencia? ¡Si ella la había
recibido! ¿Pero realmente la había recibido? Ella la recibió pero
en realidad no la recibió. El hecho que ella la había recibido,
pero no tomo posesión de su herencia.
Nos
parece a ciertas personas que conocemos partiendo de uno mismo. Vamos
a reuniones y miramos nuestro cuadro de la herencia y decimos ¡yo no
soy tan miserable!
El
Señor quiere que vivamos por la fe. No nos basta proclamar: ¡Tenemos
un cuadro! Ni tampoco saber que tenemos una herencia que reclamar, si
dejamos el cuadro en la pared. Tenemos que tomar, poseer (lambano),
posesionarnos de la herencia. Ya la recibimos, pero necesitamos
recibir—tomándolo.
¿Y como se recibe? Por
la Fe.
¿Cómo
es que es por la fe?
Este
es un asunto que el Espíritu Santo nos puede enseñar el es poderoso
para hacerlo. Cabe al Espíritu Santo llevarnos a una vida de fe.
Pero no tenemos que dejar de ser ignorante en cuanto a la grandeza de
nuestra herencia. Todos tenemos que saber que tenemos esa herencia.
Ella existe, ella es una realidad.
Iglesia
amada, tu herencia es toda la plenitud de Cristo, toda la vida de
Cristo, toda la riqueza de su santidad y humildad de Cristo.
Necesitamos
aprender a vivir por la fe, a andar en el Espíritu. Y andando en el
Espíritu se va a manifestar la vida de Cristo en nosotros. ¡Renuncia
y fe—fe y renuncia!
Necesitamos
una revolución, un cambio profundo, un cambio de posición en el
corazón, un cambio de énfasis, ¡nuestro énfasis tiene que se
Cristo! ¡Nuestra vida tiene que ser Cristo! Si alguien quiere a
Cristo hay una condición ¡Negarse a si mismo! Pero saber que
negarse a si mismo no tiene poder, no esta la victoria ¡La victoria
es Cristo! Es andar con Él, es mirar por Él, depender de Él es
amarlo, sabiendo que Él nos amó primero.
No
tenemos que desasociar todo este asunto del amor de Dios. Nosotros no
podemos vivir por la fe si no estamos convencidos del amor de Dios.
Es tremenda la revelación de la soberanía de Jesús, es grandiosa
la revelación de la muerte de Cristo, de que el está sentado en un
trono y la revelación que la iglesia debe funcionar a través de
coyunturas y ligamentos.
¿Amados
tenemos revelación de cuanto nos ama Dios? ¿Tienes revelación del
amor incondicional de Dios? ¿Qué el amor para ti es perfecto? No
podemos andar por la fe si no tenemos revelación del amor de Señor.
Tenemos que comenzar a conocer el amor de nuestro padre. Tenemos un
papa en los cielos que nos ama y nos dio a su hijo (1jn.4.89)
El
Espíritu de Dios no quiere que nosotros sintamos más de una vez que
fuimos capacitados a vivir la vida que Él quiere, todos los hijos de
Dios ya tienen esa capacidad permanentemente en sus corazones. El
Espíritu quiere que sepamos que somos coheredero con Cristo
¡Heredero! Heredero de Dios. La resurrección de Cristo es nuestra.
El resucito de los muertos, no como Lázaro que resucito para morir o
como el hijo de aquella mujer de Naim. Que resucito para después
morir. Jesús resucito con un cuerpo incorruptible, poderoso que
subió al cielo, ¡Somos herederos de su resurrección! Somos
herederos de su poder, de su trono, somos herederos de su corazón.
No debemos quedar con solo admirar a Jesús cuando le vemos. ¡El
corazón de Él es nuestro! Aquella mente y aquel corazón puro son
nuestra herencia.
Leamos
(1Jn4.9)
martes, 17 de febrero de 2015
PREGUNTAS DEL “CLUB SANTO” DE JUAN WESLEY
.jpg)
(UN AUTO-EXAMEN)
Estas son las preguntas que los participantes de los grupos células “Club Santo” de Juan Wesley usaban para sus auto-reflexiones y auto-exámenes de cada día. Han servido de mucha bendición y crecimiento espiritual por más de doscientos cincuenta años.
Esperamos que, de igual manera, le sirvan de mucha ayuda a usted.
1) ¿Estoy proyectando la impresión, conscientemente o inconscientemente, que soy
mejor de lo que realmente soy? En otras palabras, ¿soy hipócrita?
2) ¿Soy honesto en todos mis hechos y palabras, o exagero?
3) ¿Cuento a otros lo que me fue dicho en confianza?
4) ¿Soy una persona confiable?
5) ¿Soy esclavo de las modas del mundo, de mis amigos, de mi trabajo, o de
hábitos?
6) ¿Soy cohibido, quejumbroso, o auto-justificante?
7) ¿Vivió la Biblia en mí el día de hoy?
8) ¿Dejo tiempo para que la Biblia me hable cada día?
9) ¿Estoy disfrutando la oración?
10) ¿Hace cuánto compartí mi fe con otra persona?
11) ¿Oro sobre la manera en que gasto mi dinero?
12) ¿Me retiro a la cama a tiempo, y me levanto a tiempo?
13) ¿Desobedezco a Dios en alguna cosa?
14) ¿Insisto en hacer alguna cosa que inquieta mi conciencia?
15) ¿Estoy derrotado en algún área de mi vida?
16) ¿Soy celoso, impuro, criticador, irritable, quisquilloso, o desconfiado?
17) ¿Qué hago en mi tiempo libre?
18) ¿Soy orgulloso?
19) ¿Doy gracias a Dios que no soy como las demás personas?
20) ¿Habrá alguien a quien temo, por quién siento aversión o repudio, a quien
critico, por quien guardo resentimiento, o a quien paso por alto? Si hay, ¿qué
estoy haciendo para tratar de resolverlo?
21) ¿Murmuro o me quejo constantemente?
22) ¿Es Cristo real para mí?
lunes, 2 de febrero de 2015
El espíritu de la enseñanza e influencia cristiana. C. Lancioni
Mat 11:28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Mat 11:29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
Mat 11:30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
1Co 3:11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. 12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.
1Co 3:10 Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.
Los mismos materiales con los que edificamos nuestra vida, son los que usamos para edificar o influenciar a otros.
En nuestro trabajo de enseñar, damos a otros aquello que esta alojado en nuestro interior, lo que brota de las profundidades de nuestro espíritu, damos una influencia que produce cambios duraderos acompañados de descanso interior, o quizá aun sin discernirlo ni proponernos, con nuestra influencia producimos cargas bajo el peso de la ley moral, generando cansancio y a veces frustración.
Cuando estamos frente a las demandas de la ley moral de Dios, expresadas de manera profunda y completa en el Señorío de Cristo, cuando vemos los exigentes requerimientos del llamado al discipulado, corremos el riesgo de desarrollar una dinámica opresiva hacia nosotros mismos y por consecuencia hacia otros.
Cristianismo no puede ser una meritocracia donde tenemos que hacer deberes para lograr aprobación, esto siempre producirá estados de frustración, deterioro y cansancio interior, robara la alegría, y drenará toda vida interior.
La suficiencia de la obra de Cristo Jesús.
Necesitamos la reafirmación de que Cristo es nuestra justicia, en el somos hechos aceptables, en el nuestro Padre nos sonríe, en el somos profundamente amados, el es nuestra propiciación, el es quien logro el favor celestial.
Heb .10:14 Porque por una ofrenda El ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados.
Ef. 1:6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
1Jn 4:10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.
1Co. 1:30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;
No puedo hacer nada para lograr ser amado, sino porque soy amado me debo a Dios en amor expresado en obediencia.
Juan 14:15 Si me amáis, guardad mis mandamientos.
Los requerimientos espirituales y morales de Dios, son mucho más que exigencias al comportamiento, son invitaciones en amor y por amor, a recorrer el camino que el Hijo recorrió para agradar al Padre, así como hijos que son amados asumimos gozosos la invitación a ser imitadores de Dios.
Efesios 5:1-2
1. Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. 2. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
No estamos bajo el peso de una ley que obliga, sino de un amor que obliga.
Deberíamos preguntarnos ¿que ejerce mas fuerza de influencia sobre el corazón humano?
En la genial novela Los Miserables de Victor Hugo, hay dos figuras poderosas, un magistrado implacable y controlador, y un hombre doblegado y transformado por el amor de un sacerdote que uso de misericordia, ambos enfrentados por dos distintas fuerzas motivadoras que operaban en sus corazones, la película termina con el suicidio de este magistrado (jefe de policia) amargado y frustrado por las presiones interiores, resultado de su búsqueda celosa de cumplimiento de la ley que lo había deshumanizado.
Podríamos mirar también a Saulo y a Pablo, el primero impulsado por la ley a respirar amenazas y muerte, el segundo hombre, perdonado y transformado en un instrumento de salvación y consuelo para muchos, aun para nosotros desde la literatura que brotó de su corazón.
Las dinámicas del discipulado no deberían tener tonos de exigencia, los que enseñan la verdad equivocan el camino cuando actúan como fiscales implacables o demandantes cobradores de impuestos, sino en la espiritualidad de la gratitud y la alabanza, es en esta humildad que se experimenta el descanso y la alegría del servicio cristiano.
Nuestra fe y obediencia no buscan justificación, sino la sonrisa de un Padre amoroso que anhela ver a su hijo amado en nosotros.
Desde estos pensamientos debemos evaluar la dinámica de nuestro discipulado, de nuestra tarea de enseñanza.
Pablo como hombre de compromiso radical al evangelio, quizá fue quien más escribió de la gracia, sin excepción comienza todas sus epístolas saludando a los hermanos con la gracias y la paz de dios, y del mismo modo se despide invocando la gracia de Cristo, con una sola excepción en la despedida de la carta a los romanos omite esta expresión.
(Rom 1:7) a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
(1Co 1:3) Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
(1Co 16:23) La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros.
(2Co 1:2) Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
(2Co 13:14) La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.
(Gal 1:3) Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo,
(Gal 6:18) Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.
(Eph 1:2) Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
(Eph 6:24) La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén.
(Php 1:2) Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
(Php 4:23) La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.
(Col 1:2) a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
(Col 4:18) La salutación de mi propia mano, de Pablo. Acordaos de mis prisiones. La gracia sea con vosotros. Amén.
(1Th 1:1) Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
(1Th 5:28) La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. Amén.
(2Th 1:2) Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
(2Th 3:18) La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.
En las siguientes cuatro epístolas aunque tienen un carácter amistoso y personal Pablo no omite la misma expresión añadiendo la palabra misericordia:
(1Ti 1:2) a Timoteo,a verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor.
(1Ti 6:21) la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén.
(2Ti 1:2) a Timoteo,a amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor.
(2Ti 4:22) El Señor Jesucristo esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros. Amén.
(Tit 1:4) a Tito,a verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador.
(Tit 3:15) Todos los que están conmigo te saludan. Saluda a los que nos aman en la fe.
La gracia sea con todos vosotros. Amén.
Ni aun en la breve epístola a Filemon breve epístola de apenas 25 líneas omite esta expresión:
(Flmn 1:3) Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
(Flmn 1:25) La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.
Santiago:
(Jas 1:1) Santiago,a siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud. GR. Chairo - charis=gracia
Pedro:
(1Pe 1:2) elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.
(2Pe 1:2) Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.
(2Pe 3:18) Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
Juan:
(2Jn 1:3) Sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor.
(Rev 1:4) Salutaciones a las siete iglesias: Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir,a y de los siete espíritus que están delante de su trono;
El último versiculo de la Biblia:
(Rev 22:21) La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.
Es indudable que estos textos no fueron colocados allí en forma poética ni decorativa, sino que están manifestando el espíritu con que estos grandes apóstoles se acercaban a la edificación de la iglesia.
Para aumentar los contrastes podríamos poner a los fariseos como maestros de la verdad:
(Mat 23:15) ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.
Hombres que tenían celo de la verdad, pero el espíritu con que trabajaba producía hijos del infierno.
Ademas de incurrir en fingimiento e hipocrecia empujados por su falta de sustancia interior.
Como un esposo altamente exigente y demandante, roba la alegría de su mujer que tiene que cumplir por temor al conflicto, mientras su asfixia le drena la alegría del servicio, apaga la frescura y teje en su interior toda clase de amarguras.
Si el espíritu de la enseñanza cristiana no está revestido de esta gracia, ternura celestial, si la dinámica del trabajo se realiza en la fuerza del negativismo prohibitivo, o la indicación implacable o rigurosa, los frutos serán amargos y no permanentes.
(Isa 58:9) Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad;
Me he preguntado, y le he preguntado a Dios que extraño fenómeno ocurre en el corazón humano, que hace que un hombre que es recibido a misericordia, salvado no por obras de justicia (Tito 3:5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo), un hombre que canto con gozo por el perdón de sus pecados, que lloro de emoción por sentirse amado en forma tan inmerecida, con el tiempo puede transformarse en un fariseo implacable, demandante y exigente.
El fariseo y el publicano.
Lc. 18:9 A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:
18:10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
18:11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
18:12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
18:13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
18:14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
¿Que les paso a los Efesios?
Habían comenzado tan bien:
Ef 1:15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos,...
Rev 2:1 Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:
Rev 2:2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;
Rev 2:3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.
Rev 2:4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
La gloria de Cristo:
Jn 1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
1:16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
1:17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
Antes de Moisés el mandamiento ya existía, pero El nos trajo otra cosa que antes no estaba.
Quiza en la restauración de Pedro podemos ver el contraste:
Jn 21:15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos.
Jn 21:16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.
Jn 21:17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
Pedro me vas a obedecer, ahora que ha venido el Reino, ahora que resucite de los muertos y soy Señor.
Algunos textos que ilustran cual es el espíritu con que debe caminar la iglesia:
Efesios 5:19-20
Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Col. 3:16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.
Col. 4:6 Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.
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