sábado, 12 de septiembre de 2015

UNA OPTICA ACERCA DEL DIVORCIO Y EL RECASAMIENTO (1) - OSCAR MARCELLINO


INTRODUCCION;
En este tema es muy difícil esbozar argumentos que en 2000 años de historia no se hallan esgrimido; intento en estas breves reflexiones explorar algunos caminos no tan transitados, con la intención de afianzar nuestra convicción acerca de la indisolubilidad del matrimonio. Parto del presupuesto que Dios nos reveló hace treinta años una visión del Fundamento Apostólico, que otorgó a nuestro movimiento un sentido profético y restaurador de la verdad evangélica. Por convicción creo que tal visión no debe ser modificada en ninguno de sus puntos; el orden de Diospara la familia y la indisolubilidad del pacto matrimonial son pilares donde descansa el concepto del Evangelio del Reino y de la estructura de la iglesia, sobre todo, cuando entendemos el significado espiritual revelado por Pablo en la epístola a los Efesios: “El matrimonio representa la unión mística de Cristo con la iglesia”.
Consideraré aspectos hermenéuticos referidos a la cláusula de excepción y al significado de
Porneia. Presentaré una posible exégesis de Mateo 19: 6 y finalmente voy a referirme al significado
místico del matrimonio.

SIGNIFICADO DE PALABRAS INDIVIDUALES
Muchas de las tesis divorcistas se apoyan en la interpretación de la palabra Porneia,
considerándola etimológicamente y con escaso sustento en el marco contextual. Se hace necesario
por esto mismo, reflexionar sobre la peligrosidad de elaborar argumentos y doctrinas; solo en base a
una palabra. Para ilustrarlo hago referencia a algunos principios de Hermenéutica .
Tomás de la Fuente afirma en su libro “Claves de interpretación bíblica”, al referirse al
significado de palabras individuales, los siguientes principios:
a) Las palabras no siempre se traducen fácilmente de un idioma al otro. Lo que permite
que las palabras se traduzcan no es que tengan equivalencias exactas, sino que cada
palabra tenga su área de significado. Por esto, las palabras usadas en alguna
traducción de la Biblia en cualquier idioma, no representan necesariamente el sentido
exacto de las palabras del texto original. . Tampoco siempre incluyen todo lo que las
palabras del texto bíblico significaban en el idioma original. Algunas personas han
dicho que sin un conocimiento amplio de los idiomas bíblicos, nadie debe
considerarse intérprete de la Biblia. Aunque esta afirmación es claramente una
exageración, encierra una verdad importante: ”Que es preciso entender el
significado de las palabras originales”

b) Hemos señalado el valor de conocer la composición de las palabras originales; es
decir su etimología. Pero no debemos interpretar las palabras usando solo su
etimología, porque tiene sus peligros. Mickelsen nos recuerda que el significado de
las palabras cambia muchas veces, y ya no es el mismo que tenía originalmente. No
es posible afirmar que el significado de las palabras usadas en los textos bíblicos
sea el mismo que indica su etimología.

c) Hay palabras que, en su traducción, carecen del sentido vivo que tienen en el idioma original.
Esto sucede porque las ideas asociadas con ellas entre los antiguos no nos llegan trasmitidas
con una simple traducción.

d) En la investigación del sentido original de las palabras, debemos notar que algunas eran usadas
en un sentido limitado o especial, según la región o la época de la historia. Este sentido especial
se llama el uso local; o según los gramáticos, el usus loquendi. Es preciso investigar hasta que
punto el uso local afectaba las palabras griegas, así como las palabras usadas en la traducción.
Esto se hace estudiando los pasajes donde estas palabras se emplean. A veces una misma
palabra tiene varios significados, y el sentido se debe determinar examinando el contexto.

Aun así, no es siempre claro en cuál de varios sentidos el autor la ha usado.
a) Algunas palabras tienen algún uso especial en la Biblia. Su significado debe ser averiguado
por el estudio de los varios lugares donde se encuentran.. Una misma palabra tendrá varios
significados, según el escritor la usó en un determinado texto. No siempre será claro en cuál
sentido lo usó el escritor.

b) El intérprete debe acostumbrarse a investigar siempre el sentido de las palabras en los
textos que interpreta.
E.P. Barrows D.T. en su libro: “ Normas de interpretación bíblica”, en el capítulo sobre
principios generales hace la siguiente referencia referida al griego del Nuevo Testamento:
El estilo del Nuevo Testamento no es ni clásico ni bárbaro; sus características se ajustan
estrictamente a la historia de su origen. Su base no es el griego de Platón o Jenofonte, sino el
dialecto común llamado Helenista, que nació en la época de Alejandro Magno. En el uso judaico este
dialecto griego recibió un colorido hebreo.
Los escritores apostólicos hicieron que el idioma griego expresara ideas completamente extrañas
a la concepción de los autores paganos más cultos; ideas que solo eran parcialmente conocidas de las
religiones hebrea y cristiana, y que en parte eran peculiares al cristianismo. Semejante cosa sólo se
podía realizar dando a los términos ya existentes un nuevo y más elevado significado, por lo que
estos términos adquirieron un carácter técnico que era completamente desconocido a los autores
clásicos. El uso simplemente, a menudo es insuficiente para determinar el significado de una
palabra en un pasaje particular; porque en el uso corriente puede tener dos o tres significados.

En tal caso, el intérprete debe valerse de todas las ayudas, sobre todo de la luz que arroja
sobre cualquier pasaje su contexto a fin de conocer el verdadero significado del término que se
usa.
Ya hemos dicho que en el uso que de ellas se hace en el nuevo testamento, muchas palabras
tienen una significación técnica. Y no tenemos libertad de determinar, al azar, estos significados
técnicos, o de acuerdo con opiniones preconcebidas.
En la página 23 expresa: “Interpretar sin tener en cuenta el contexto, es interpretar
descuidadamente; interpretar en contradicción con el contexto, es enseñar la falsedad”
Luis Berkhof en el libro “Principios de interpretación bíblica” afirma que en el estudio de las
palabras por separado, la cuestión más importante no es la de su significado etimológico, ni siquiera
el de los diversos significados adquiridos gradualmente. El punto esencial es su sentido particular en
relación con el pasaje en que ocurren. El intérprete debe determinar si las palabras son usadas allí en
su sentido general o particular, y si son empleadas en forma literal o figurada.

El intérprete debe proceder bajo los siguientes principios:

a) El lenguaje de la escritura debe ser interpretado según su significado gramatical. Su
proposición o declaración ha de ser determinado por las palabras que en ella se emplea.

b) Cada palabra solo puede tener un significado fijo, en conexión con el pasaje. Ocurre con
frecuencia que todas las significaciones que tiene una palabra abstracta le son atribuidas
en cualquier pasaje en que ocurren. Tal modo de proceder debe ser condenado como
puramente arbitrario.
Podemos dar un ejemplo con la palabra griega Sarks que puede significar:1) Como la parte sólida del
cuerpo excepto los huesos. (Lucas 24:39)-2) Toda la sustancia del cuerpo , cuando es sinónima de
soma (Efesios 2:15)-3) La naturaleza humana dominada por el pecado (Romanos 7:25)-4 ) La
naturaleza animal o sensual del hombre (Juan1:13).

Si un interprete atribuyera todos estos significados a la palabra Sarks que figura en Juan 6:53,
atribuiría con ello pecado a Cristo.

a) Las definiciones o explicaciones que los mismos autores dan a sus palabras, constituyen la
explicación más apropiada.
b) Los pasajes paralelos constituyen también una ayuda importante.
Es posible que ni la etimología de una palabra, ni la conexión en que se halla, sean suficientes
para su significado exacto; en este caso es de gran importancia estudiar los pasajes paralelos, en los
cuales la misma palabra se encuentra en una conexión semejante, o con referencia al mismo asunto
general. Cada pasaje debe, por supuesto, ser estudiado en su propia conexión. Páginas 81 a 101.
En las actuales teorías de la recepción, por ejemplo las de Jauss (Estética de la Recepción), se
habla de la participación activa del receptor en la interpretación de los textos y se concluye que hay
tantas lecturas como lectores. La vieja cuestión de a que responde un texto literario o una obra de
arte, y por qué en una determinada época fue entendido de una manera y después de otra, exige algo
más que la reconstrucción del horizonte de expectativas intra literario implicado por la obra,
necesita de una historia de la recepción, es decir, de un análisis de las expectativas, normas y
funciones extra literarias proporcionadas por el mundo real y por el receptor; su propia cosmovisión,
el mundo real, la situación en ese momento; elementos que constituyen el horizonte de
expectativas extraliterario. La conjunción de ambas expectativas conducirán a la interpretación
realizada por el participante activo. Por supuesto no será la única respuesta posible, ya que el
carácter estético de un texto, consiste en la pluralidad de interpretaciones posibles.

Concluyo diciendo que muchos de los argumentos esgrimidos para dar a la palabra Porneia
el sentido de adulterio en referencia a la cláusula de excepción, no tienen en cuenta estos
principios, por lo que a mi entender proporcionan un sustento débil a la carga de la prueba.
En un contexto plagado de preconceptos, intenciones, ideologías y presiones sociales acerca del
divorcio y el recasamiento, es casi imposible interpretar objetiva y gramaticalmente los textos
bíblicos. Señalo que percibo claramente el peligro que corremos de interpretar falsamente
debido a razones humanistas legalizando y autorizando un pecado que la escritura condena.

JESUS NO DIJO PORNEIA

Una segunda consideración es que muchas de las interpretaciones de la cláusula de excepción se
basan en una palabra que Jesús nunca empleó. Esta afirmación puede ser probada teniendo en
cuenta la formación del Canon Bíblico y datos de la historia; hago referencia a las mismas:
En el comentario del Nuevo Testamento de Luis Bonnet y Alfredo Schoeder encontramos
testimonios sobre el origen del evangelio de Mateo que extractamos:
“Mateo – nos dicen los más antiguos escritores eclesiásticos – después de haber predicado el
evangelio a los hebreos y antes de dirigirse a otras naciones, escribió un evangelio para los judíos
en lengua aramea” - Tal es el testimonio de Papias (Eusebio, III 39), de Ireneo (EusebioV 8), de
Orígenes (Eusebio VI 25), y de Eusebio mismo ((Eusebio III 24).
Ireneo repite en varias ocasiones que Mateo escribió su evangelio para los hebreos y en lengua
hebrea, “a fin de probar a su pueblo que el Mesías había nacido de David”.
Orígenes dice de este libro:” El primer evangelio escrito es el evangelio según Mateo que fue
primero publicano, luego apóstol de Jesucristo; el dió este evangelio a aquellos de entre los judíos
que habían creído, componiéndolo en lengua hebrea””
En otra parte dice: “Así, por Mateo, que es el primero de todos, ha sido dado el evangelio a los
creyentes de la circuncisión”.

Eusebio refiere como un hecho universalmente admitido, que “Mateo, después de haber
predicado desde luego a los hebreos, estando a punto de irse al extranjero, dio por escrito, en la
lengua del país, el evangelio que es según él”
Jerónimo dice: “Mateo publicó en Judea un evangelio en lengua hebrea, sobre todo para
aquellos de entre los judíos que habían creído en Jesús”.
Queda, pues, comprobado por el testimonio unánime de la antigüedad cristiana que el
primer evangelio fue escrito en hebreo o en el dialecto arameo de la época.
Papías, obispo de Hierápolis en Frigia, en la primera mitad del siglo II (muerto en el año 165),
escribió un libro titulado: “Exposición de los oráculos del Señor”, para cuya composición había
recogido con cuidado todos los datos que le suministraban los hombres de su tiempo que habían
hablado con los apóstoles. En él dice de Mateo que había reunido los oráculos del Señor, y que
cada uno los interpretaba o los traducía como podía”.

Jerónimo, parece conocer el original arameo de Mateo y atestiguar por lo menos que aún existía
en su tiempo y de sus referencias se desprende que nuestro evangelio griego es la traducción exacta,
hecha por mano desconocida, de un original arameo, redactado por el apóstol Mateo. Bonnet y
Schoeder señalan que algunos críticos cuestionan estas conclusiones, pero no apoyan tales
argumentos.

Podemos concluir que el evangelio de Mateo fue escrito en arameo entre los años 42 y 50
después de Cristo y fue traducido más tarde al griego. Se ve claramente que estaba dirigido
principalmente a los judíos de Palestina por las innumerables referencias al Antiguo Testamento y a
las prácticas, costumbres, y tradiciones del país. Ello explicaría el porqué, solo Mateo contiene la
cláusula de excepción referida a los matrimonios incestuosos prohibidos por la Ley.

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