viernes, 17 de mayo de 2013

Plenitud de la vida de Cristo. M. Fagundes





El énfasis que tenemos en la formación ha hecho que no pongamos tanta energía en lo carismático, y esto a veces nos desequilibra. La Plenitud de Vida en Cristo (P.V.C.) es una búsqueda de ese equilibrio.

En la Iglesia existe una tensión entre el carisma y el carácter. Por un lado, están las iglesias pentecostales, donde hay un sobreénfasis en el carisma, pero les falta doctrina y enseñanza, les falta formación de carácter. Hay otras iglesias más tradicionales que hacen un sobreénfasis en el carácter, pero no manifiestan los dones y carismas. Ante esto, surge una pregunta: ¿Cómo tener las dos cosas? ¿Cómo proveerlas para la Iglesia? Por eso,esquematizamos ambos elementos en este cuadro: “Plenitud de la Vida en Cristo” (PVC)

Lo que la Iglesia debe manifestar no es solamente un aspecto de Cristo, o una característica, sino la plenitud de Cristo.

Jesús tenía la plenitud del poder (P). En Él había poder, gracia, dones, todo. Donde Él estaba, se manifestaba ese poder. Aunque nunca manifestó el poder para atraer personas, inevitablemente los milagros produjeron atracción (A). Algunos piensan:“Yo voy a manifestar poder porque quiero atraer a las personas”. No debemos hacer propaganda de que tenemos poder, y así atraer a la gente. Ante un milagro, Jesús les pedía que no contaran nada. Pero era inevitable que lo contaran, así que el testimonio corría.

Pero Jesús no solo tenía la manifestación de la plenitud del poder del Espíritu Santo. Además, tenía el Evangelio del Reino (E.R.). Cuando ocurría una manifestación de poder, y por ese testimonio luego venían las multitudes, Jesús les miraba y les decía: “Si quieren venir en pos de mí, deben negarse a sí mismos, tomar la cruz, y seguirme”. Con esto, Jesús seleccionaba (S) a sus discípulos. El Evangelio del Reino ayuda a seleccionar discípulos. La gente venía por el poder, pero Jesús les planteaba el Reino. Entonces, algunos respondían porque no solo querían una manifestación de poder, sino que querían seguir al Señor.

Cuando profundizamos, vemos que Jesús no solamente tenía el poder del Espíritu Santo y el Evangelio del Reino, sino que también tenía una vida santa (V.S.). Con esta vida edificaba (E) a sus discípulos. La edificación venía por el ejemplo, por el modelo, por la vida que tenía.

Resumiendo: Tenía el Poder, el Evangelio del Reino y una vida santa. Estas cosas deben estar en nosotros. No puede haber un sobreénfasis en un área, descuidando otras. Ninguno de estos puntos es excluyente del otro.

Adonde Jesús iba, predicaba el Evangelio, enseñaba la doctrina y sanaba a los enfermos. Esto se repite muchas veces en los evangelios, era la manifestación normal en su vida. Los apóstoles también: donde iban, predicaban, enseñaban y sanaban. Había señales que acompañaban a los discípulos.

Necesitamos los dones para el servicio en la casa del Señor. No podemos edificar la Iglesia sin los dones. Por eso, debemos velar para que todos estos elementos estén en nosotros y en los discípulos. 

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