sábado, 8 de marzo de 2014

Las divisiones no siempre son malas - A. W. Tozer

Tomado del libro: Lo mejor de A.W.Tozer - Cap. 14 

Cuándo unirse y cuándo dividirse, esa la cuestión, y una respuesta autorizada necesita de la sabiduría de un Salomón.
Algunos resuelven el problema de manera simple y práctica: Toda unión es buena y toda división es mala. Muy fácil. Pero esta manera simplista de tratar el asunto ignora las lecciones de la historia y olvida las profundas leyes espirituales que rigen la vida del hombre.

Si los hombres buenos desearan la unión y los malos la división, o viceversa, eso simplificaría las cosas para nosotros. O si se pudiera demostrar que Dios siempre une y el diablo siempre divide, sería fácil encontrar nuestro camino en este mundo confuso. Sin embargo, las cosas no son así.

Dividir lo que debe ser dividido y unir lo que debe ser unido, es parte de la sabiduría. La unión de elementos heterogéneos jamás es buena, aunque fuese posible, ni la división arbitraria de elementos semejantes. Esto se aplica ciertamente tanto a las cosas morales y religiosas, como a las políticas y científicas.

Dios fue quien hizo la primera división, cuando separo la luz de las tinieblas en el momento de la creación. Esta división estableció una regla para todo el comportamiento divino en la naturaleza y en la gracia. La luz y las tinieblas son incompatibles. Intentar tener ambas en el mismo tiempo es intentar lo imposible y el resultado será siempre nulo, ni una ni otra, sino sombras y oscuridad.

En el mundo de los hombres, son pocos los límites que se destacan. La raza está caída. El pecado trajo confusión. El trigo crece junto con la cizaña, las ovejas y los cabritos coexisten, los justos y los injustos conviven, y la misión tiene al burdel como vecino.

Pero las cosas no serán siempre así. Está llegando la hora en que las ovejas serán separadas de los cabritos, el trigo de la cizaña. Dios dividirá nuevamente la luz de las tinieblas y todas las cosas se agruparán otra vez según su especie. La cizaña irá al fuego junto con la cizaña, y el trigo al granero con el trigo. La niebla se levantará como ocurre con la neblina, y todos los límites surgirán nítidos. El infierno será siempre reconocido como infierno, y el cielo se revelará como el hogar para todos los que poseen la naturaleza del Dios único.

Aguardamos con paciencia esa hora. Entretanto, para cada uno de nosotros y para la Iglesia donde quiera que aparezca en medio de la sociedad humana, la pregunta repetida debe ser: ¿Con quién debemos unirnos y de quién separarnos? No estamos hablando de la coexistencia. El trigo crece junto con la cizaña, pero ¿debe haber polinización entre ellos? Las ovejas pastan junto con los cabritos, pero ¿debe haber cruza entre ellos? Los justos y los injustos gozan de la misma lluvia y del mismo sol, pero ¿deben olvidar sus profundas diferencias morales y casarse?

La respuesta popular es afirmativa. Unirse siempre, y los hombres serán hermanos a pesar de todo. La unidad es tan preciosa que ningún precio es demasiado para alcanzarla, y nada es suficientemente importante como para mantenernos separados. La verdad es asfixiada para celebrar el casamiento del Cielo y el infierno, y todo eso a fin de apoyar un concepto sobre la unidad que no se basa en la Palabra de Dios.

La Iglesia iluminada por el Espíritu no acepta esto. En un mundo caído como el nuestro, la unidad no es un tesoro que deba ser comprado al precio de la transigencia.
La lealtad a Dios, la fidelidad a la verdad y la preservación de una buena conciencia, son joyas más preciosas que el oro de Ofir o de los diamantes extraídos de una mina. Por causa de esas joyas, hombres sufrieron la pérdida de propiedades, prisión y hasta la muerte; por ellas en épocas recientes, detrás de cortinas de hierro, los seguidores de Cristo pagaron hasta el ultimo centavo el precio de su devoción y murieron silenciosamente, desconocidos y sin aplausos del mundo, pero conocidos por Dios y preciosos al corazón del Padre. El día en que serán declarados todos los secretos de las almas, ellos se presentarán para recibir el premio de las obras hechas en el cuerpo. Estos serán en verdad filósofos más sabios que los seguidores religiosos de la unidad sin significado, porque no poseen coraje suficiente para ponerse contra las corrientes de las modas y claman por hermandad solo porque está en boga.

Divide y conquistarás” es el refrán cínico de los líderes políticos maquiavélicos, pero Satanás sabe también cómo unir y conquistar. A fin de poner a una nación de rodillas, un potencial dictador necesita primero, unirla. A través de apelaciones repetidas al orgullo nacional, o a la necesidad de defenderse de una injusticia pasada o presente, el demagogo consigue unir al pueblo alrededor de sí. Después de eso, es fácil dominar a los militares y al poder legislativo. Se logra entonces una unidad casi perfecta, pero se trata de una unidad de corral o de campo de concentración. Vimos esto suceder varias veces en nuestro siglo, y el mundo lo verá una vez más cuando las naciones de la Tierra se unan bajo el Anticristo.

Cuando las ovejas confusas comienzan a caer por el despeñadero, la oveja que quiere salvarse individualmente necesita separarse del rebaño. La unidad perfecta en tal momento solo puede significar la destrucción para todos. La oveja sabia, para salvar su propia piel, se aparta.


El poder se encuentra en la unidad de cosas homogéneas, y en la división de las heterogéneas. Tal vez aquello que precisamos en nuestros círculos religiosos no sea más unión, sino una división certera, sabia y valiente. Todos desean la paz, pero puede ser que el reavivamiento utilice la espada.

A.W. TOZER

4 comentarios:

  1. ¿De que libro del Autor fueron extraídos estos párrafos?

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    1. El articulo me fue enviado por un hermano admirador de Tozer que vive en el exterior, acabo de enviarle un mail para averiguar de que libro fue tomado. Saludos

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  2. El articulo fue extraído del libro: Lo mejor de A. W. Tozer Capitulo 14 Las divisiones no siempre son malas.

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