miércoles, 17 de junio de 2015

LA IGLESIA NECESITA VOLVER A LA SENCILLEZ - J. Himitian


La iglesia necesita limpiarse del lastre que fue incorporando a través de los siglos y volver al fundamento establecido por Cristo y sus apóstoles. Volver al poder y a la espiritualidad que la caracterizó en sus comienzos. 
La iglesia precisa librarse de la influencia de la filosofía con la que se mezcló en sus primeros siglos y volver al kerigma apostólico, locura para los sabios de este mundo, pero poder de Dios para los que creen. Necesita volver a la sencillez de la didaké de Jesús, y creer que en ella está la sabiduría que puede transformar al mundo. 
La iglesia tiene que limpiarse de la estructura imperial que copió del Imperio Romano, embriagada de poder, ambiciones, riquezas, lujo, fama, pompa y vanidad y regresar al modelo de Cristo, modelo de servicio, humildad y amor. Estar cerca de los pobres, de los que sufren y de los pecadores para cumplir con su misión redentora.
   
La iglesia precisa dejar las ceremonias y los ritos sin vida. Las liturgias estructuradas. Volver a la oración sencilla, al canto libre, a la alabanza espontánea y a la libertad del Espíritu en sus asambleas y encuentros.
La iglesia necesita volver a las casas para vivir la verdadera koinonía y el pastoreo eficaz. Para llorar con el que llora, para poder servir los unos a los otros, y para partir el pan con alegría y sencillez de corazón.
La iglesia necesita liberarse de la supremacía de la razón, del intelectualismo estéril, del relativismo moral, del veneno de la teología liberal, y volver a la preponderancia del Espíritu sobre la razón y a creer como un niño en la verdad revelada. 
Y en estos tiempos más recientes, la iglesia necesita cuidarse de las propuestas de la posmodernidad, de un espiritualismo sin Cristo, del pragmatismo que produce «resultados», del relativismo moral, de una religiosidad amoral. Necesitamos volver a los absolutos de Dios, a la centralidad de Cristo, y a creer en la inmutabilidad de la palabra de Dios. Es preciso volver al fundamento y a la fuente.
Jorge Himitian

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