Santidad y vida
piadosa - SEGUNDA PARTE
Debemos Identificar, reprobar, rechazar y dar
testimonio contra las obras del mundo.
Una vez Jesús
dijo a sus hermanos: “El mundo no los
odia a Uds., a mí me odia ¿y por que el mundo me odia? Porque doy testimonio
contra las obras que son malas”.
Jesús no
huyo del mundo, pero se separó del mundo y dio testimonio contra el mundo.
Muchas veces
nuestra comodidad con relación al mundo es porque no damos testimonio contra
las obras del mundo, que son malas.
Entonces ¿que
haremos, vamos a crear una serie de reglas de comportamientos, de
procedimientos, que digan “esto se puede, aquello no se puede, esto si, esto
no”, como tantos evangélicos hicieron en tantos años? ¿Y cual fue el resultado
de ello? Nada interesante. Yo viví así 30 años, revisiones de leyes externas
que no producen santidad
¿Entonces
que haremos amados? No vamos a crear reglas ni leyes que Dios no legisló pero estamos
orando para que sobre nosotros haya un Espíritu de temor del Señor. Cuando
leemos en Isaías 11.1-3 dice que “sobre el (Jesús) reposaba Espíritu de temor
del Señor”. Jesús anduvo sobre la tierra
y sobre el reposaba Espíritu de sabiduría, de conocimiento pero también Espíritu de temor del Señor.
Nuestra
expectativas amados de oración, nuestra oración es que cada uno de nuestros
hermanos tenga “Espíritu de temor”. Nuestro deseo es que mires a tu casa, a tu
Iglesia y te preguntes ¿En cada alma, hay temor? ¿Temen a Dios? ¿Son separados
para El? ¿Viven para Dios?.
Tenemos que
preguntarnos en cada circunstancia que enfrentamos ¿Cómo haría Jesús? Esta semana estaba conversando con un discípulo, un
joven muy precioso, querido, y discutíamos sobre comportamientos y yo le dije:
“imagina como andaría hoy entre nosotros el joven Jesús de 24 años de edad, la
edad que vos tenés. ¿Que haría Jesús? El es tu meta, pensá en esto ¿Cómo haría Jesús
en cada situación?.
Y yo me
pongo a pensar otra vez algo que ha sido recurrente en mi conciencia hace ya
varios años. Pienso así: “nuestra meta es
ser igual a Jesús”. La primera vez que oí acerca de esto, “que Dios quiere que seamos iguales a Jesús”, fue en 1988, era un
retiro de pastores, yo todavía no era
pastor. Ahí estaban entre otros Iván Baker.
La primera
vez que oí con claridad la exposición del Propósito Eterno de Dios, esto me hizo
dar un giro de 180O en mi cabeza. Empecé a creer “yo
tengo que ser como Jesús”. Menos de dos años después estaba reuniéndome con
Uds.
Hermanos,
yo creí en esto y comencé a predicar “el evangelio del Reino de Dios”. Algunos
se convertían y comencé a enseñarles que ellos tenían que ser como Jesús.
Pero
pasaron 21 años desde que empecé a verme con Benito y 23 desde que vi a Iván
Baker y me comencé a preguntar ¿yo estoy más parecido a Jesús? ¿Como puedo
saber? Y busque referencias prácticas, confieso que todavía no verifiqué con
estas referencias, pero en mi mente lo quiero hacer.
Entonces, cuando
mi esposa piensa en mi, ella me conoce bien, es la que mas conoce mis asuntos,
ella conoce todos mis asuntos. Pasado este tiempo ¿será que ella piensa en Jesús
cuando ve mi manera de comportarme? ¿Ve en mi una resemblanza de Jesús?. Cuando
mis hijos meditan sobre Jesús ¿Ellos piensan en algún momento en Evangevaldo?
¿Se les ocurre que en esa casa hay alguien que es parecido a Jesús? Amados, si
no se les ocurre hay un gran problema en mi vida, porque yo hace 20 años atrás, entendí que
Dios quería que yo fuese como Jesús y esto es lo que enseñe, y esto ya no es
una cuestión ministerial, es mi meta personal.
Antes que hacer discípulos, debes saber que tu
meta es ser como Jesús. Esto define mis decisiones, influencia mis reacciones,
orienta mis comportamientos en casa, en el trabajo, en todas mis relaciones ¿Es así en mi vida? ¿O estoy tomado
por el ministerio y me olvido que mi ministerio consiste, justamente, en enseñar
a las personas a ser como Jesús?
Hay otra
referencia que estoy buscando. Hace mas de veinte de años atrás, comenzamos a
bautizar a los primeros discípulos. Ya pasaron 20 años, ellos se volvieron mis
amigos, ellos frecuentaron mi casa, vivieron crisis mías, familiares, problemas,
tribulaciones. Ellos me conocen, entraron en la intimidad de mi casa. Pasaron
20 años ¿estos hermanos me admiran más o me soportan? Ellos me miran y piensan
“lo que este muchacho dice es verdad, el esta buscando ser igual a Jesús y yo
preciso continuar imitándole a el” ¿o se desencantaron conmigo? ¿Mi vida los desafía?.
La vida tuya ¿desafía a tus discípulos? ¿Ellos te miran y son desafiados a parecerse
a Cristo? Si no es así, algo esta mal con nosotros y tenemos que parar con este
discurso.
Nuestra entrega y consagración es “inmediata”, es una de las cosas interesantes
que aprendí aquí. Consagración no es un
estado avanzado de madurez. La consagración es una condición para entrar en el
Reino de Dios. Sino me consagro a Cristo no pertenezco a Cristo. Sino
pertenezco a Cristo no soy salvo.
Pensar en
que alguien podría ser salvo sin consagración sería ridículo. “Nuestra salvación
es fruto de nuestra consagración”, cambiando un poco las palabras, “nuestra
consagración es condición de nuestra salvación”.
La
consagración es desde el principio, pero nuestra santificación es creciente. Cuanto
más conocemos a Jesús mas santos debemos ser.
Yo conozco más
de Cristo hoy, que hace 20 años. Cuanto mas conocemos a El, cuanto mas
conocemos la voluntad del Padre que esta en los Cielos, mas posibilidades y
condiciones tenemos de obedecerle, de vivir y agradar a su voluntad, porque
amados, la capacidad para que seamos obedientes, para que sigamos agradando al
Señor ya nos fue dada y es el Espíritu Santo.
Voy a dar
un ejemplo: “yo tengo una nietita de un
año y medio. Ella casi no conoce la voluntad de sus padres. De aquí a dos años
ella va a conocer mucho más de la voluntad de sus padres y dentro de 5 años mucho mas todavía. Así,
ella va a estar en condiciones de agradar mejor a su papá y a su mamá, o de
rebelarse contra ellos. Es hija y debe obedecer, puede obedecer.
Igual
sucede con nosotros: “Somos de Dios, podemos
obedecer, debemos obedecer”.
A medida
que andamos y crecemos conocemos más de la voluntad de Dios y entonces
obedecemos mejor.
Pero ¿es así?
¿Ha ocurrido con nosotros esto? ¿Que produjo en nosotros la madurez? ¿Lo mismo
que el mundo dice del matrimonio?: “Que cuando el amor madura se enfría”. A
este respecto decimos: “No, el amor cuando madura, crece y cuanto mas maduro
mejor”.
Ahora,
nuestra relación con Dios no es diferente. A veces, vemos en algunos hermanos en
los cuales la madurez produjo un fruto raro.
Déjenme
ejemplificar con una pregunta ¿Qué hizo la madurez en mí? ¿Me torno más
confiado con mi relación con el mundo? ¿O creó en mí un mayor temor de Dios que
me hizo apartarme más del mundo?
Si tu
madurez te dejo más cómodo con el mundo estas en un gran problema. Si tu
madurez no te aparto del mundo, estas en un gran riesgo.
Jesús
estuvo 33 años, se volvió maduro y se
mantuvo lejos del mundo y del pecado.
¿Qué es lo
que la madurez produjo en nosotros? Hay otra referencia para de hecho saber si
estamos yendo hacia ella o estamos yendo
hacia otro lado.
Después de
todos estos años ¿Estás mas conciente de tu maldad o tenés explicaciones para
tu maldad?
Amados, cuanto mas nos acercamos a Dios mas
conciencia tomamos que somos perversos, de que somos malos, que nuestro corazón
esta mal. Mas tenemos vergüenza de nosotros, mas nos ocurre lo que Pablo dice
en Rom 6 “¿En aquel tiempo que resultados
tuvisteis? Solamente las cosas de las cuales hoy os avergonzáis”.
Dios es Luz,
es perfecto. Cuanto más estoy cerca de El, mas me descubro defectuoso, y ¿Cual
es el fruto de esto? Humillación.
Podes medir la madurez de alguien por su
capacidad de humillarse. Cuanto más humilde, más maduro. Cuanto mas orgulloso y afirmado en si…
hay algo que ocurre, pero con certeza no es Cristo quien esta siendo formado.
Nuestra madurez
debe apuntar a distanciarnos del mundo y debe apuntar hacia una actitud de
completa humillación y más conciencia de que no servimos para nada.
Tal vez por
eso las Escrituras dicen así refiriéndose
a los apóstoles 1Cor 12.28, “Así los
puso Dios en la Iglesia primero apóstoles”. En el funcionamiento de Iglesia,
Dios empieza a trabajar primero por medio de los apóstoles para estructurar,
para el correcto ordenar, para decir como funcionar. Eso viene por los apóstoles,
“los apóstoles en primer lugar”.
1Cor 4.9 dice: “Porque pienso que Dios nos asigno a nosotros
los apóstoles, en ultimo lugar, escoria de todos y basura del mundo, dice en
portugués”.
Hermanos, la función es la del primer lugar
pero la disposición es la de ser basura.
La madurez,
es acercarse a Cristo, porque cuanto más cerca de Cristo más humillado, mas
vaciado, mas dispuesto a estar por debajo.
Amados, no
es solo una cuestión de ser santos para ser salvos, lo que nos comunica Heb 12.14 cuando dice: “Seguid la santidad sin la cual nadie verá a
Dios”.
La verdad
es que “Debo ser santo porque ya soy
salvo”.
Ya fui
salvo y ahora voy a ser santo. No es que “me santifiqué y por eso fui salvo”, “fui
salvo por la gracia de Jesús, pero ahora soy llamado a ser santo”.
Mantener la
santidad es condición para mantenerme salvo. Esto es así aunque tengo que
moverme por algo que es mucho mayor que esto.
La motivación el motor para ser santo debe ser:
“agradar al Padre”.
Y aquí algunos se confunden, confunden aceptación con aprobación.
Voy a dar
un ejemplo: Me acuerdo que años atrás, mi
hijo que ahora tiene 17 años, era un discípulo
que estaba comenzando sus pasos. Llegó
con 8 años, con un cuadernito
donde la maestra le había puesto “comportamiento 0”. ¿Qué es lo que hice
con el? Le grite “¡fuera de mi vista!”. Mas tarde el estaba en mi casa,
sabiendo que el iba a dormir en la misma cama como siempre, iba a comer la
misma comida que mama había hecho, los mismos abrazos, los mismos besos, la
misma aceptación. Mi hijo no sintió que había un riesgo de perder todo esto porque fue
reprobado. Es mi hijo, no corría ningún riesgo de perder mi compromiso de amor y
mi responsabilidad hacia el, lo cual permanecía intacto. Eso era parte de mi
amor, y el se fue a dormir tranquilo,
sabiendo que era aceptado. El durmió tranquilo pero yo dormí triste porque el
no estaba aprobado.
Amados, nuestra aceptación no se juega con cada
error que cometemos. No estamos amenazados y expuestos a perder nuestra condición
de “hijos de Dios” a cada momento. Pero es necesario que nuestro Padre del cielo nos mire y esté contento
con sus hijos amados que quieren agradarlo, que viven para El. Ni siquiera
disputan entre si porque quieren la paz con todos porque no son importantes en
si mismo porque han entendido que no tienen derecho a reclamar. Aleluya!
Dios nos
llamo a su propia Gloria y virtud. Leemos en 1Pe 1.3 donde dice “todo lo
que pertenece a la vida y a la piedad nos fue dada por su divino poder”.
Todo, nos
fue dado para que podamos caminar y ser conducidos a la vida plena en el Señor
y a la piedad. Cuando avanzamos un poco en el texto, vemos que el apóstol exhorta
a que por causa de esto, que Dios nos llamo a ser participantes de su propia
Gloria y virtud, que Dios nos llamó a hacernos participantes de su Santidad (la
Biblia usa esta expresión), por eso mismo, Pedro nos habla que “pongamos la mayor diligencia”. Es como
si dijese: “Amados, Dios los llamo a ser santos como El y por
causa de ello Uds. que fueron llamados para su propia Gloria y virtud y tienen
todas estas gloriosas promesas, reúnan toda vuestra diligencia y añadan a
vuestra fe virtud, a la virtud conocimiento, al conocimiento dominio propio, al
dominio propio paciencia, a la paciencia piedad, a la piedad afecto fraternal. Porque
si estas cosas están en vosotros, y si abundan (en portugués aumentan), no los
van a dejar ociosos, ni sin frutos en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo”.
La gracia
de Dios en nosotros, no nos inmoviliza, no es la gracia Hinduista, donde nos
paramos, meditamos, nos concentramos. “La
gracia de Dios nos mueve a tomar toda diligencia y todo esfuerzo para aumentar la
virtud, conocimiento, perseverancia, dominio propio”. Esto tiene que ir
aumentando en nosotros. Dice que de esta forma, nos va a estar garantizada
ampliamente la entrada en el Reino de nuestro Señor Jesucristo.
Es importante remarcar que tenemos que tener un
ingrediente de gratitud hacia Dios. “Sabes
que hasta hoy tengo vergüenza de mis pecados de la adolescencia. Me acuerdo de
algunas cosas que me avergüenzan ¿como es que llegue a hacer eso? Algo muy simple a los ojos del
mundo, cosas ingenuas, pero me avergüenzo de ellas”.
Sabes una
cosa amado, no nos podemos olvidar de la purificación de nuestros pecados del
pasado. “El que lanza los pecados al fondo del mar es Dios, yo me tengo que acordar
de ellos” y Pedro dice así: “que el que carece de estas cosas”, o sea, estas
que citamos recién, dice: “son cortos de
vista, ciegos y han olvidado la purificación de sus pecados antiguos”.
Cuando nos
olvidamos de esos pecados, perdemos la gratitud a Dios, hasta pensamos que
somos santos, que tenemos un derecho adquirido y avanzamos sin aquel
ingrediente precioso de gratitud que dice “yo preciso dar mi vida por Jesús”,
“yo preciso gastar mi vida por Jesús”.
Pablo dice
en 2Cor 5.29 que “se esforzaba para
ser agradable en todo al Señor”. Se esforzaba, Pablo lo quería agradar. ¿Que
hace la novia enamorada? Quiere agradar al novio.
Dijimos que
el tema era santificación y vida piadosa. La
piedad exige esfuerzo. Terminamos la primera parte diciendo esto. Ella mide
mi disposición de agradar a Dios, exige un esfuerzo deliberado conciente.
Pablo le
dice a Timoteo “Ejercítate personalmente en la piedad” 1Tim 4.7. Es una orden apostólica “¡ejercítate en esto!”.
En 2Tim 3.12 Pablo habla de una consecuencia de la piedad, la persecución.
El dice “Todo el que quiere vivir
piadosamente padecerá persecución” y
esto me incomodó un montón de veces ya, porque no parece que somos perseguidos
aquí.
¿Será que
no somos perseguidos solamente porque no hay una persecución religiosa o porque
no vivimos realmente piadosamente? Hay un
hermano llamado Andrés, conocido como el hermano Andrés, fundador de la Misión llamada “Puertas Abiertas”,
un hombre que dedico su vida a llevar las Escrituras a los países llamados cerrados. Primero los países comunistas y
después los países musulmanes. Donde hay persecución de la Iglesia ahí esta
para llevar Biblias. Una vez, en una de esas Iglesias clandestinas, en una de
las Iglesias dentro de la “Cortina de Hierro”, en el mundo comunista soviético,
alguien le pregunto, uno de los pastores le pregunto, hermano Andrés: ¿Cómo es
la persecución en su país? Y el es holandés y el dijo: “no, en Holanda no hay
persecución, allí no existe persecución religiosa, somos libres de predicar a
quien queremos, cuando queremos” Y el hermano dijo: “Hermano Andrés, la Biblia
dice que todo aquel que quiera vivir piadosamente en Cristo Jesús, será
perseguido ¿Y que hacen Uds. con este versículo?”. Entonces el contaba: “yo ni
siquiera sabia donde estaba ese texto”, fui a buscar a la Biblia y dije
“hermanos, no hacemos nada” y dijo: “nunca sentí tanta vergüenza”.
Hermanos
vivimos muchas situaciones en las que nuestro testimonio puede provocar
persecución si vivimos en piedad, si nos resolvemos, si nos determinamos a denunciar
y contrariar al mundo.
Evalúa tu
vida, nuestra vida cotidiana ¿En cuantas situaciones si contrariáramos al
mundo, sufriríamos una reacción? Yo creo que Dios nos empuja para esto.
Va a haber
un tiempo donde no va haber posibilidad de mantener paz con el mundo de forma
ninguna. No va a ser posible, porque va a haber “santos y va a haber profanos”,
embajadores proclamando la reconciliación de ellos con Dios en una batalla
constante para rescatar los hombres, pero el mundo va a oponerse de una manera
mucho mas vehemente de lo que hoy acontece.
Ahora
amados, ninguno de nosotros es suficiente para esto, nadie es suficiente para
estas cosas, nadie es capaz. Pero nos fue dado un secreto para vencer: la fe.
1Jn 5.4 dice “esta es la victoria que ha vencido al
mundo” ¿Cuál es? “nuestra fe”. Cuando
el Señor Jesús llamó a Pablo para predicar el evangelio al mundo, dijo que los
que lo escucharían recibirían “la remisión de pecados”. También dice: que “serían santificados por la fe en Mí”,
dijo Jesús.
Un día creímos
que nuestros pecados fueron crucificados en la cruz, que fuimos perdonados, que
somos salvos por la fe en Cristo Jesús. Pero Jesús dice aquí, amados, que la fe
en El también nos santifica.
Dice “serán
santificados por la fe en Mí”. Si yo recibo con tanta simplicidad que mis
pecados fueron perdonados debo también recibir con la misma simplicidad por la
fe que yo puedo ser santo, plenamente santo.
La misma gracia, la misma fe que me libertó de
la condenación del pecado es la misma gracia, es la misma fe que me libra de la
esclavitud y del dominio del pecado y ahora puedo vivir en victoria y santidad todos
los días.
Ahora amados,
no es automático. Pablo dice así “Yo
trabajé más que todos los apóstoles” y pone una coma y dice “no yo, mas la gracia de Dios en mi”.
Fue la
gracia de Dios en el, pero fue en el que la gracia operó, fue el quien trabajó,
fue el quien se esforzó, fue el quien se fatigó lo mas posible para presentar a
todo hombre perfecto en Cristo Jesús.
La gracia de Dios no anula el esfuerzo, al
contrario, ella me deja libre del pecado para que yo me pueda esforzar para
agradar más y más a Dios.
“La gracia
me capacita para esforzarme”. La fe me mueve en esta dirección. La fe me mueve
en la dirección de la santificación. Tenemos que ir a esta fuente de “vigilar y orar para no entrar en tentación”.
¡Tenemos que esforzarnos!
Pensemos
así: “un pájaro vuela, tiene recursos
naturales para volar, operan estos recursos en sus alas, operan leyes
aerodinámicas que pueden vencer la ley de gravedad y por eso vuela. Esta
lapicera no vuela, se cae, el vaso se cae.
La gravedad no perdona, atrae todo al centro,
pero el pájaro vuela, el puede vencer la gravedad”.
Dios nos
dice que “podemos vencer al pecado”.
No tenemos que estar postrados, caídos, vencidos frente al pecado, podemos
tener victoria.
Pero
amados, “dejen a un pajarito sin comer y
sin beber. Seguirá teniendo las alas, todo su esqueleto permanecerá intacto,
continuará teniendo todos los recursos naturales para volar, pero el no va a
volar, porque no se alimenta, queda débil”
¿Y podemos pensar nosotros, que podríamos andar
en victoria sin alimentarnos de Cristo? La gracia, no es una gracia mágica, es
una gracia que me capacita para esforzarme y tomar de Cristo cada día.
“La gracia me capacita para encerrarme en mi
cuarto cada día y buscar al Señor cada día y entrar en las Escrituras cada día,
buscar la comunión con los santos cada día, andar en la luz cada día y
someterme a mis hermanos cada día”.
Y es así
como la gracia va operando, dándome una vida nueva que desafía, que estimula
cada día. Así, tengo una nueva conciencia amados, que ánima al día siguiente a
ser santo, más santo, mejor que ayer. Vivir cada día en victoria, dormir con
buena conciencia en paz con Dios.
“El Padre nos aprobó aquel día por su gracia,
por la fe en El, pero tenemos que decidir una, dos, tres, docenas de veces
durante el día ser agradables a El”.
Pablo dice “andad en el Espíritu y jamás satisfagáis los deseos de la carne”.
Es una receta simple, “anda en el
Espíritu”.
En el mismo
texto de Gálatas dice también: “si
vivimos por el Espíritu, caminemos también en el Espíritu”. Es como si
diría: “Uds. tienen el Espíritu, la vida
que Uds. tienen es del Espíritu, entonces anden en ella. Rechacen al mundo,
rechacen al pecado, vuélvanse a Dios, porque Uds. tienen el Espíritu que da
vida”. Esto implica una acción
conciente.
Pablo dice
en Gálatas 2.20 “No soy yo quien vive, Cristo vive en mí”.
Tuvimos una conversación con Iván Baker, para
variar nos quedamos encantados con su vida, y en un encuentro de presbiterio
aquí, le preguntamos: “Iván, que haces en la practica para ser como sos” y el
dijo “no hago nada, solamente es Cristo en mí”. Y yo quedé mirándolo y dije
“¿Por qué el Cristo en el es tan santo y el Cristo en mi es tan torcido”.
Era el mismo Cristo, era la misma vida y el
asunto era simple: “el se ejercitaba en
la piedad cada día”. La gracia en El era operante porque era el quien decidía
hacer.
Nosotros
ahora somos libres. Caminemos hacia la meta que nos fue dada: “Perfectos como es perfecto nuestro Padre que
está en los cielos”.
Mantengamos firmes nuestras conciencia cada día
para preservar esa fe.
Porque la conciencia limpia guarda la fe. Una conciencia manchada, hace “naufragar en la fe” y la forma de
mantener la conciencia limpia es “andar
en luz”.
“El diablo no está donde hay luz, mantengámonos
en la luz, en el temor de Dios, sujetándonos los unos a los otros en el temor
de Cristo”.
Vivir así, nos
va a ayudar a “levantar los muros” que tanto hemos hablado el año pasado (2010)
cuando se usaba la figura de Jerusalén siendo reconstruida por aquellos que
vinieron de Babilonia, los exiliados que retornaron a Jerusalén para
reconstruirla.
Pero yo encontré
algo interesante leyendo el libro de Esdras.
Antes que Nehemías
y Esdras llegaran a Jerusalén, un numero de judíos volvieron a Jerusalén, unos
80 años antes que ellos. Un grupo que vino a Jerusalén, ahí estaba Zacarías el
profeta, el profeta Hageo entre otros, y está escrito en Esdras, en los
primeros capítulos, que la ciudad estaba completamente devastada, completamente
destruida. El templo estaba destruido.
Debemos
comprender que cuando Nehemías llegó, el templo ya estaba construido. El fue a
proteger la ciudad pero el templo ya estaba de pie.
Pero cuando
aquellos primeros hombres llegaron no había nada, y ahí en Esdras 3.3 hay un texto interesante que dice así “a pesar del miedo que sentían a los pueblos
vecinos colocaron el altar sobre su base y ofrecieron sobre el holocausto, el
holocausto de la mañana y de la tarde”.
Esos hombres entendieron que la cosa mas
importante que había que hacer era reconstruir el altar ¿Para que queremos
muros, sino tenemos la Gloria del Señor adentro para ser preservada en
nosotros?
Los muros protegen alguna cosa ¿Que es aquello
que los muros quieren proteger? Lo más precioso que nos fue dado y aquellos
hermanos entendieron que lo que primero tenían que hacer era construir el
altar.
No había templo, no había muro, todo destruido.
Los pueblos de otras tierras atacaban, pero ellos ofrecían sacrificios por la mañana
y por la tarde.
“Nosotros podemos amados, separar tiempo para
dedicarnos a esta adoración, adorar a Dios, contemplar a Dios, meditar en El,
alimentarnos de El. No vamos a avanzar sino”. Toda doctrina, toda
enseñanza, todos los conceptos, todos los principios, no nos harán parecidos a
Jesús sino paramos a adorarlo cada día, no de semana en semana, cada día.
No tenemos
nosotros más dificultades que las que tenían estos judíos en aquel día para
levantar el altar. No hay excusas.
Dios dijo
así a Abraham “anda e mi presencia y se
perfecto”, no dijo “se perfecto y
anda en mi presencia”. Es como si dijese: “Anda conmigo Abraham y serás perfecto”.
Andar con el Señor, andar en su presencia.
Fuimos llamados para ser santos e irreprensibles delante de El. Andar en el
Espíritu, vigilantes en oración, temiendo a Dios, apartándonos del pecado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.